lunes, 21 de julio de 2014

El rapto de Bunny Lake (Bunny Lake is Missing, Otto Preminger, 1965)



A pesar de que en su momento ni critica ni director quedaron muy conformes con el resultado de esta película, con evidentes momentos que hacen que la historia pierda fuerza, no deja de ser una historia que se ve con interés, con incomodidad y, a ratos, algo de angustia.


Una historia que podríamos incluir dentro del apartado de tensión psicológica, con un inicio muy tranquilizador de unos hermanos que se mudan a Londres desde Nueva York y cumplen con la rutina que ese tipo de cambios de vida traen consigo. Aire costumbrista que empieza a cambiar cuando la madre de Bunny Lake, una niña de cuatro años acude al colegio a recogerla después de su primer día escolar, y la niña no aparece por ningún lado.


Empieza ahí un camino de desesperación, de búsqueda, de angustia especialmente cuando ninguno de los trabajadores del colegio afirma haber visto a la niña, no existe ninguna ficha con su nombre en el centro, lo que nos empieza a hacer dudar de la propia existencia de la pequeña, de la salud mental de su progenitora y de un colegio cuyo piso de arriba lo ocupa una extraña jubilada que se dedica a escuchar con insistencia grabaciones en las que niños cuentan sus pesadillas.


Ya tenemos dos sospechosos para empezar el camino intrincado por el que se mueve la película, pero no serán los únicos. A esa nómina se unirá una cocinera que no aparece, un casero de lo más inquietante que vive de poner voz a narraciones en la radio y que en su casa tiene un completo arsenal de objetos sadomasoquistas, el propio tío de la niña que va dejando algunas pinceladas que van sembrando la duda sobre su propia personalidad.


En fin, un catálogo amplio que pondrá a prueba las dotes deductivas del inspector Newhouse, al que da vida Lawrence Olivier, encargado de desentrañar la madeja psicológica que anda alrededor de la misteriosa desaparición de la niña. Por el camino iremos viendo la falta de interés de algunas personas por el sufrimiento de la madre, algo especialmente visible cuando en un bar están dando por televisión la noticia de la desaparición y el barman decide cambiar de canal para poner los sonidos estridentes de un grupo de pop del momento.


Destacable es la visita al hospital de muñecas, un lugar ciertamente tétrico en el que las muñecas casi parecen trasuntos de niños desaparecidos, y donde se empieza a fraguar un desenlace que no termina de ser todo lo coherente que debería de haber sido para convertir a la película en una obra algo más que destacable.



De todos modos, deja para el recuerdo unas buenas interpretaciones, algunos momentos reseñables de tensión dramática, una excelente fotografía en blanco y negro, y unos títulos de crédito acompañados por una música muy poderosa.

2 comentarios:

casss dijo...

he vivido precisamente una enorme"tension dramatica" a traves de tu reseña. Dudo que a pesar de lo interesante de trama me anime a verla, soy de las que salta en la butacada ante cualquier susto...
besos querido amigo

Alfredo dijo...

Pues merece la pena echarle un vistazo.

Un saludo!!