Nacida
en 1937, sus inicios artísticos la vincularon al grupo de vanguardia, primero
musical pero luego abierto a otras manifestaciones artísticas, ZAJ. Esa
pertenencia que mantuvo hasta 1996 cuando el Reina Sofía dedicó una amplia
exposición a este grupo, y el hecho de conocer de primera mano las enseñanzas
de John Cage y de recibir, por consiguiente, la influencia del movimiento
Fluxus, son las coordenadas básicas de la obra de Esther Ferrer.
Una
artista que se ha movido especialmente en el terreno de la performance, una
forma de trasladar a los espectadores algunas de sus preocupaciones
fundamentales como son las relacionadas con la mirada, el tiempo, el espacio y
la presencia.
Una
mirada entre artista y espectador que puede llegar a disolver los territorios
entre uno y otro, resultado del juego de visiones cruzadas que se generan en el
momento en el que uno y otro son conscientes de las respectivas presencias, lo
que genera una suerte de juego transformador del papel de cada uno en la
performance.
Un tiempo
vinculado al propio tiempo de duración de la obra, de la partitura, pero
también a la propia sensación de paso del tiempo de la artista y del
espectador, un tiempo que transforma la esencia de las cosas y de las personas.
Un
espacio que puede ser cualquier espacio, no tiene porque desarrollarse la forma
artísticas siempre en un espacio de los considerados como habituales, sino que
la misma calle puede formar parte esencial de la performance. Una actuación que
cambia, se transforma en función del espacio y de la sensación que en cada
momento siente y experimenta la artista.
Una
presencia básicamente efímera, destinada a pervivir de forma precaria
únicamente en la mente de un espectador que únicamente verá la obra una vez y
luego la recordará cada uno a su manera. La magia de lo efímero.
Pocas
veces utiliza Esther Ferrer los objetos y cuando lo hace es al modo
duchampiano, es decir, objetos normales y corrientes, de poco valor,
convertidos ahora, porque así lo decidimos los espectadores con nuestra mirada,
en obra de arte.
Y el
sonido o el silencio, que nunca es tal sino que siempre hay sonido bien sea
natural o producido por los humanos, al modo de John Cage. Un sonido que la
artista puede producir por medio de alguno de esos objetos cotidianos o que se
cuela sin pedir permiso desde un exterior en permanente bullicio.
Todo
influye, todo cobra sentido, todo se integra incluso cuando se disgrega en sus
fotografías al modo de autorretratos a través de autofotografías de distintas
partes de su cuerpo, o en instalaciones que nacen, cobran forma y, finalmente,
desaparecen para ser levantadas de nuevo en otro lugar, en otro tiempo, con
otra mirada, con otros materiales.
5 comentarios:
Obra auténtica de performance la de Esther Ferrer, que no deja indiferente y busca la implicación del público en su trabajo. Es bastante interesante. Abrazos, Alfredo.
Es como la caracola, la espiral que da vueltas sobre sí misma y sus fetiches y su mundo expuesto.
Tendría que verlo para acabar de gustarme. Besitos muchos.
La creatividad carece de límites.
Las percepciones son tan diferentes, dependiendo de quien mire una obra, que todo el abanico que el Artista desea trasmitir, a menudo de cierra, o se abre aún más de lo esperado.
Un abrazo.
Hola!,
no olvidaré su nombre, es muy interesante el vídeo y ella lo explica muy bien, y no le gusta improvisar.
La importancia de la idea y el concepto, sobre todo, y cuando ella quiere, pocos elementos y simples, imágenes fijas o en movimiento y nosotros espectadores, unos mirando con más atención que otros... La comprensión y el estímulo aquí es difícil y diferente de una persona a otra más que nunca y para mí también es difícil comentar;)
Saludos.
Un beso.-
PACO: Auténtica y sincera es la obra de Esther Ferrer a lo largo ya de una dilatada trayectoria. Me parece muy interesante su reflexión sobre la mirada entre artista y espectador.
Buena semana!!
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NATALIA: Convencido estoy de que en cuanto vieras su obra con detenimiento, iba a encajar perfectamente con tu espíritu libre.
Un beso!!
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CELIA: Efectivamente, el arte está también o, mejor dicho, fundamentalmente en los ojos del que mira más que en la persona que propone. En este caso, la mirada es algo muy importante.
Un beso!!
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CALAMANDA: Es un poco la filosofía del menos es más, de lo duchampiano, de dar importancia a cosas que normalmente, por cotidianas, no reparamos con detalle en ellas.
Un abrazo!!
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