Jill and I, 1993. |
Nacida en el seno de una familia
perteneciente a la élite social de la zona de Nueva York y Nueva Inglaterra,
Tina Barney (Nueva York, 1945), tuvo la vida propia de las clases altas, esto
es colegios de lujo, servicio, buenas casas, despreocupaciones económicas.
Realidades que algunas veces se han utilizado para rebajar la calidad de Barney
como artista.
Marina's room, 1987. |
Fue su abuelo el primero de darle
nociones de fotografía cuando era una niña, y quien le enseñó a sacar sus
primeras fotos de un modo totalmente amateur. Ese temprano contacto con la
fotografía la llevará, a los 26 años, a introducirse en el coleccionismo. El
matrimonio la convirtió en la típica mujer de clase alta norteamericana
centrada en la gestión del hogar, la crianza de los hijos y ocupar el tiempo
libre el compras o practicando el esquí.
The Daughters 2002. |
Una vida que terminó por aburrir
a nuestra protagonista que empezó a sentir la necesidad de un realización
personal y profesional. Divorcio mediante, mediados de los años 70 Tina Barney
empezó a introducirse en el mundo de la fotografía hasta llegar a desarrollar
un estilo muy personal en el que se borran las fronteras entre la fotografía
documental y la artística.
The Young Men, 1993. |
Barney se sumerge con su cámara
en su propio universo familiar y de amistad, retratando a las personas en sus
propios ambientes, en sus propios domicilios, en los universos en los que se
sienten cómodos y forman parte de su rutina diaria. Unos modelos que traslucen
una cierta distancia, una cierta incomodidad o tensión, algo que forma parte de
la educación que reciben las personas de un determinado estatus social.
The Tapestry, 1993. |
“Cuando me dicen que en mis
fotografías existe un distanciamiento, una frialdad, que la gente siente que no
conecta con lo que está viendo, eso es lo mejor que puedo hacer. Esa
incapacidad para mostrar un afecto físico forma parte de nuestra herencia”,
reconoce la propia Tina Barney.
La artista lo que consigue es
penetrar en un microcosmos cerrado para trazar un mapa psicológico y
sociológico de él, de unas personas que autorizan la presencia de Barney tal
vez únicamente porque es una más de ellos, y eso le permite tener una
acercamiento insólito a su intimidad.
En ocasiones la propia Barney ha
definido su obra como una suerte de “teatro de la conducta”, algo que también
tiene que ver, como decíamos antes, con los modales, con esa educación que
tiende a mantener la distancia con aquellas personas con las que no tenemos la
confianza suficiente, con el doble motivo de proteger nuestra propia intimidad
y, al mismo tiempo, no invadir la del otro.
Fotografías en ocasiones de gran
tamaño, de hecho Tina Barney fue una de las primeras fotógrafas en hacer obras
en color de un tamaño suficientemente grande como para competir en tamaño con
los cuadros de grandes dimensiones. Un tamaño que le permite a la artista
trasladar al espectador la sensación de estar dentro del espacio, toda vez que
puede apreciar todos los detalles de las personas, los objetos y los espacios
que las acogen.
The Waterview, 2011. |
A partir de 2005, Tina Barney
empezó a desarrollar un trabajo que tituló Small
Towns (Ciudades pequeñas), esas localidades en las que desde tiempos
inmemoriales se hacen desfiles de bandas de música durante las fiestas, se
organizan comidas campestres de ambientación antigua o recreaciones de batallas
de la Guerra Civil.
The Rehearsal, 2006. |
Más información:
3 comentarios:
Interesante reseña de esta desconocida fotógrafa.La verdad que hizo bien salirse de ese entorno acolchado y vacío para pasar a la actividad...Se lo tenemos que agradecer porque así nos deleita con sus artes visuales.
Un saludo.
BERTHA: No solo cambió su orientación vital sino que logró convertir el universo que mejor conocía en obra de arte, algo también de mucho valor.
Un abrazo!
El romper moldes y lanzarse al vacío, muchas veces te produce una sensación de vértigo muy exultante.
Abrazos.
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