jueves, 24 de mayo de 2007

Seducción y redención

El seductor promete y engaña. Pero su misión es irremplazable porque sin ella la más perniciosa abulia espiritual invadiría todos los rincones. También el redentor promete y engaña. Sin embargo, la salvedad es que este último no deja translucir en ningún momento la mentira y, a fuerza de no hacerlo, llega a convencerse de que es portador de la verdad. Ésta es la gran diferencia entre el mundo del soldado de Maratón y el mundo del visionario de Patmos. Seducción frente a redención.

Nosotros, aupados por un invencible miedo y una oscura ambición, las hemos unido poniendo la bella mentira al lado de la brutal verdad. El resultado ha sido una perpetua confusión entre ambas. Con inusitada frecuencia, cada nuevo acto de seducción ha sido visto como un paso hacia la redención, cada promesa, tal vez hermosa pero ineludiblemente falsa, como una conquista inconmovible. Se ha olvidado que la redención absoluta, considerada como conquista absoluta, exige que el hombre se contraste con su propio exterminio.

Rafael Argullol. El fin del mundo como obra de arte. Editorial Acantilado, 2007, pág. 19.

4 comentarios:

Natalia Book dijo...

La verdad que puede que estemos ya un poco cansados de esos redentores que se empeñan en hacer todo por nosotros, aunque no queramos. Me quedo con la seducción, es un juego más interesante.
Saludos

Alfredo dijo...

Hola Natalia. Yo creo que si algo le sobra a este país, y mira que le sobran cosas, son salvapatrias y vigilantes de la moral ajena, en eso coincido contigo. En eso y en preferir la seducción, sin ningún género de dudas.

Un saludo!!

Daniel Mercado dijo...

Curioso el paralelismo entre seducción y redención, entre el héroe griego y el cuarto evangelista.
De su ídentificación resulta la la ilusión del progreso. Pero, ¿son tan claros los límites entre una y otra?

Alfredo dijo...

Tanto la verdad como la mentira son poliédricas, y lo que en un contexto puede ser verdad, o tener su apariencia por lo menos, puede ser mentira, o tener su apariencia, en otro. Cada vez más establecer categorías precisas, o dicho de otro modo, aquello de lo blanco y lo negro cada vez es más gris.

¿Algo es verdad o mentira por sí mismo o porque nosotros le damos esa categoría? ¿En función de qué criterios lo hacemos? ¿Verdad o mentira con conceptos universalmente válidos?

Con asuntos como estos yo tengo más preguntas que respuestas.

Un saludo Daniel.