lunes, 1 de diciembre de 2014

Ripper Street: Una bajada a los infiernos victorianos



Verdaderamente hubiera sido una lástima que esta serie no tuviera una tercera temporada, como era la intención de la BBC. La presión de los fans hizo que Amazon pusiera su vista en esta serie y se decidiera a grabar una tercera temporada, emitida para sus usuarios premiun en noviembre y que a principios del año próximo se podrá ver en las pantallas de la BBC.


Las dos primeras temporadas, que son las que he podido ver hasta ahora, nos dejan una serie magnífica ambientada en el Londres victoriano post Jack el Destripador, en un momento de cambio profundo por acción de la industrialización, con Londres convertida en una ciudad de aluvión, con sus consecuencias de pobreza, violencia, corrupción, y degradación urbana.


Por esas calles, más concretamente por las del barrio de Whitechapel, transcurren las vidas profesionales y personales del comisario Edmund Reid, hombre educado, culto, honesto; el sargento Bennet Drake, antiguo soldado, duro, violento, boxeador magnífico, pero no exento de corazón; y el médico huido de los Estados Unidos Matthew Judge, inteligente, cínico, mujeriego, jugador, borracho.


Tres hombres que asisten al nacimiento de un nuevo mundo, de nuevas tecnologías como la luz eléctrica, la fotografía y con ella el novedoso fenómeno de la pornografía; la llegada de nuevas drogas, como la heroína;  la aparición de sectas religiosas. Un mundo de cambio en su apariencia exterior pero que se sigue moviendo a golpe de puño, de navajazo, de disparo, y también de sexo y de dinero.


Un mundo masculino, dicho esto en el mal sentido del término, en el que las mujeres son víctimas colaterales, que tienen que elegir entre un varón que las proteja/explote, o luchas por sí mismas con las armas que tienen más a mano, para asegurarse un futuro, una vida mínimamente digna en la que, a veces, no hay lugar para los sentimientos. Suerte de castigo que comparten los personajes masculinos, embebidos como están en su propia dinámica que logra romper el barniz cultural detrás del que ocultar la verdadera faz.


Probablemente ese ocultamiento sea la única manera que encuentran de hacer frente al mal que les rodea, a las ansias de sus congéneres por extender el horror como una mancha de aceite, o una forma de expiar los propios pecados, las decisiones propias o ajenas, cayendo en un pozo de oscuridad del que sólo se puede salir después de tocar fondo.



De una forma u otra, todos ellos van a llegar a lo más bajo, a lo abyecto, nadie se salva, por unos motivos o por otros, todos hacen su particular bajada a los infiernos mientras intentan hacer el bien en la medida de lo posible, luchando contra fuerzas muy poderosas. En fin, una serie magnífica que merecía, y mucho, una tercera temporada.

1 comentario:

casss dijo...

Una crónica excelente que hace tentadora la tercera tempora /y la primera y la segunda...

A propósito de tu comentario en mi blog, te cuento que unos de los sueños que mantengo vigente es conocer tu hermosa Asturias.
;)
besos