jueves, 11 de septiembre de 2014

Konrad Klapheck: “Decidí construir todo un sistema de temas mecánicos para contar mi autobiografía a través de ellos”



“Mis principales armas son el humor y la precisión. Sólo gracias a la frialdad de la precisión se puede traducir el fuego del alma, y sólo gracias al humor se puede traducir aquello que hemos visto. Mi subjetividad no debe tener ningún límite para que mis telas sean objetivas. Es en uno mismo que se encuentran todos los enigmas del mundo y su solución.”


Siempre digo que hay dos formas de disfrutar del arte; una es desde el punto de vista puramente visual y, otra, desde un punto de vista intelectual. Sé que no soy nada original con esta afirmación perfectamente aplicable a cualquier otra manifestación artística del tipo que sea. De ahí la importancia de conocer, de saber, de indagar sobre un artista y su universo para llegar a un disfrute lo más pleno posible de su obra.


Saber que Konrad Klapheck nació en Düsseldorf en 1935, que sus padres eran judíos, su padre fallecido en 1939 después de haber sido expulsado de la docencia en la Kunstakademie de Düsseldorf por las leyes racistas de los nazis, y que su mujer viera como su propio padre era conducido a Auschwitz, además de conocer lo que fue la Alemania de la postguerra, son acontecimientos que de una u otra forma tenían que tener relación con su arte.


Aunque la tienen, no lo hacen de una forma directa sino de un modo que le acerca más a las concepciones de los surrealistas, no en vano estudió en la academia en la que habían enseñado sus padres, con Bruno Goller, un conocido surrealista, y en los años 60 tendrá relación con el grupo surrealista parisino de Andre Breton.


Años en los que se estaban desarrollando movimientos como el expresionismo abstracto, el arte brut, el informalismo, entre otros, que tienen una relación particular con el maquinismo de la época. Un maquinismo que va a utilizar Klapheck para explicar su propia autobiografía. Así reproduce máquinas de escribir, planchas, máquinas de coser, motocicletas, neumáticos, entre otros muchos objetos presentados de forma monumental. “Decidí construir todo un sistema de temas mecánicos para contar mi autobiografía a través de ellos”, ha dejado dicho el propio artista.


Entre esos objetos tienen una relevancia especial las máquinas de escribir, un instrumento detrás del cual se esconden resonancias filosóficas, no en vano Nietzsche fue el primer filósofo en utilizar una de esas máquinas para escribir sus teorías, además de ser también de los primeros en estudiar la relación de las máquinas con el ser humano. Máquinas que también son instrumentos al servicio del mal, si pensamos en todos esos burócratas nazis pasando a máquina sentencias de muerte, listas interminables de personas condenadas a los campos de concentración, auténticos engranajes vitales para que la barbarie siguiera girando.


Instrumentos que también hablan de los roles masculinos y femeninos. Máquinas de escribir al servicio de aquellos hombres que toman las decisiones importantes, relegando a las mujeres a su papel de amas de casa, más unidas a sus máquinas de coser como elementos indispensables dentro del rol de guardianas del hogar que les había otorgado la ideología nazi.



Unas máquinas que en medio de las ruinas de la Alemania postbélica, en palabras del propio artista, “eran lo contrario [a la ruina]; eran una imagen de perfección". Con toda esa concepción de fondo, los objetos de Klapheck, aparentemente realistas, devienen en fetichistas, en contenedores de mensajes secretos, de arcanos a desentrañar. Más adelante, incorporará a su universo creativo retratos de sus amigos o de figuras del jazz o del boxeo.

3 comentarios:

casss dijo...

Impactante e impresionate.

besos! amigo Alfredo

Sehpurpur dijo...

...leyendo tu publicación me ha venido a la mente un documental que vi hace años en el canal Historia sobre un pintor pacifista en la Alemania nazi que al huir del país tuvo que abandonar toda su obra pictórica y solo pudo pedirles a sus amigos y familiares que trocearan un tríptico en el que había estado trabajando durante años para que lo ocultasen de los nazis... luego con el tiempo, los historiadores intentaron reconstruirlo... No sé si te suena... quizá te inspire otra publicación ;) (perdona la parrafada).

Alfredo dijo...

CAS: Sí que lo es. Un gran artista.

Un beso!

******

SEHPURPUR: Pues no tenía noticia sobre ese artista alemán que me comentas, pero has conseguido despertar mi curiosidad. Indagaré sobre su figura. Gracias.

Un saludo!