lunes, 7 de abril de 2014

Eden Lake (Lago Edén, James Watkins, 2008): Terror en el paraíso



Lo que tenía que ser un fin de semana romántico, petición de mano incluida, en un entorno natural en las orillas de un lago que responde al nombre de Edén, y a punto de ser arrasado por una urbanización de lujo, termina por convertirse en una pesadilla violenta, llena de irracionalidad, de instinto de supervivencia y de dolor, mucho dolor.


Película inscrita dentro del subgénero “survival”, dentro del cine de terror, Eden Lake, al margen de buenas dosis de tensión, bien rodadas a pesar de alguna trampa que otra, deja en el aire varios temas de reflexión inquietantes, o quizá no tanto, acostumbrados como estamos a asistir a los estallidos de violencia más irracional prácticamente sin levantar una ceja.


¿Qué convierte a un grupo de adolescentes en una jauría humana incapaz de sentir respeto por nada?. Estamos ante un grupo de miembros que eso que los anglosajones llaman “White trush” (basura blanca), o lo que es lo mismo, representantes de la clase trabajadora marginal, de contextos familiares a lo que parece fallidos.


Con padres incapaces de afrontar lo que llamaríamos una paternidad responsable, esa que ayuda a los niños a conocer los límites de su comportamiento, y con una educación (seguramente el hecho de que la protagonista sea una maestra acosada por los jóvenes), incapaz de romper los moldes fijados en la familia, a lo que podemos unir un líder que se impone al grupo por medio de la violencia y que tiene en el miedo la mejor de sus armas, para terminar de formar un cóctel explosivo.


Jóvenes que tienen más empatía con sus animales de compañía, en este caso un rottweiler igualmente agresivo, que con sus iguales, tal vez porque los perros tienen esa cualidad que tanto estimamos que es la capacidad de mostrar un amor y una lealtad incondicionales, sin juzgar, sin imponer, liberados como están de la mala costumbre que tenemos los humanos de juzgar a los demás con una ligereza irritante.


Otro punto para la reflexión es el que tiene que ver con el hecho de cómo reaccionan las comunidades cuando llega un extraño a ellas, sea como nuevo residente o como simple turista. Personas a las que se niega la capacidad siquiera de queja cuando son objeto de una agresión por parte de un vecino nativo de esa comunidad, como si la pertenencia fuera una especie de carta blanca para agredir al recién llegado.


Algo que se extienda al ámbito familiar cuando se tiende a disculpar los hechos violentos o simplemente maleducados, de uno de sus miembros y cualquier intento de comunicación al respecto se encuentra con una respuesta cuando menos hostil. Y todo eso acaba llegando a la calle y la sensación de impunidad se extiende como una mancha de aceite.


Más allá del barro, de la suciedad, de la sangre, de la angustia, de la violencia,  Lago Edén dibuja una sociedad que si no se ha roto ya, está al borde del abismo y lo que hay en el fondo no es más que puro y duro salvajismo.

2 comentarios:

balamgo dijo...

Trataremos de verla. Siempre me fío de tus recomendaciones.
Un abrazo.

Alfredo dijo...

Muchas gracias. Espero que no te decepcione :)

Un saludo!