domingo, 1 de diciembre de 2013

Broadchurch o la soledad



Nunca confiar en nadie y es imposible saber lo que guardamos las personas en nuestro ser más íntimo, son los dos mensajes diríamos que pesimistas a fuer de realistas, que el detective Alec Hardy (David Tennant) le regala a su colega Ellie Miller (Olivia Colman) en el transcurso de la serie de ocho episodios de la británica ITV, Broadchurch.


Por marcar algunas leves coordenadas de situación, estamos en una población inventada de 15.000 habitantes, situada en la costa del condado de Dover, en Gran Bretaña. Una apacible comunidad en la que muchos de sus vecinos llevan generaciones viviendo en ella, con los consiguientes lazos de parentesco y amistad, que se ve sacudida por la muerte de un niño de once años vecino del pueblo.


A partir de ahí se genera una historia que no tiene mucho de original pero que sí está contada de una forma que engancha, que hace que queramos saber lo que pasa en el capítulo siguiente, y que en Gran Bretaña incluso generó un fenómeno mediático en torno a quién podría ser el asesino, un poco como ocurrió en España con Twin Peaks.


Ese trágico suceso provoca una lenta pero inmisericorde disección de los entresijos de los personajes de la serie, de la que nadie sale indemne, todo el mundo oculta algo o más bien conserva en su memoria sucesos trágicos de su propio pasado que les han marcado para el resto de su vida, y con ello viven a diario en una falsa apariencia que se viene abajo cuando se investiguen las relaciones con el niño asesinado.


Y es una serie, en mi opinión al menos, que habla de la soledad, de una rutina paralizante ante la que es muy difícil encontrar antídoto, de la necesidad que tenemos los seres humanos de saber que hay alguien ahí fuera en la que apoyarnos, a la que abrazar y que nos abrace haciéndonos sentir especiales.


Eso lo cuenta muy bien Broadchurch, a su modo, con su ritmo excelentemente apoyado en una música y una fotografía impecables, y en unos actores que saber dar el toque justo a su personaje en el momento más adecuado. Así, vamos transitando a lo largo de los ocho episodios por los caminos menos amables del ser humano, ese dar que cuando decide dejar de pensar por sí mismo y se deja llevar por la masas, se convierte en el mayor de los peligros para sus propios congéneres.


Y tratándose de un suceso trágico ahí está el papel de la prensa, diferenciando muy bien, y eso es de agradecer, entre ese periódico enraizado en la comunidad, que pone por delante los intereses de los vecinos al titular agresivo, falaz, cargado de sensacionalismo que no hace más que generar aún más dolor.


Sólo cuando el pueblo recupere su conciencia de comunidad, vuelva a ser un ámbito de apoyo, sólo cuando el culpable sea detenido, se abre un camino a la esperanza, un camino de vuelta a la rutina apacible, un camino de futuro, un camino, también, que dejará a otros al margen, en la cuneta con sus propios fantasmas eso sí, siquiera ligeramente, exorcizados para los que ya los tenían, mientras que otros, que se habían permitido juzgar a la ligera a otras personas, ahora sufrirán el mismo juicio apresurado y tendrán que iniciar una nueva andadura con sus propios fantasmas a cuestas.



La ITV ya ha anunciado que la serie tendrá una segunda temporada y la Fox un remake para la televisión estadounidense. De verdad, ninguna de las cosas hacen maldita falta. Dejen Broadchurch en paz.

2 comentarios:

casss dijo...

Pues como siempre, me convences, y comienza mi loca aventura de encontrarlas.... ;)

un fuerte abrazo

Alfredo dijo...

Estoy viendo que me estoy convirtiendo en una pésima influencia :)

Ya en serio, de verdad que es una serie que merece la pena verla.

Un abrazo!