miércoles, 3 de febrero de 2010

Napola (Denis Gansel, 2004)


National Politische Erziehungs Anstalt (Institutos de Enseñanza Nacional y Política), más conocida por su acrónimo Napola, fueron unas instituciones que Adolf Hitler propició al poco tiempo de hacerse con el poder en Alemania, y por las que pasaron unos 15.000 jóvenes destinados a ser los dirigentes del Reich de los Mil Años que planeaba el megalómano dictador.

Alrededor de una de esas instituciones, en las que durante 9 años se adoctrinaba en el amor a la patria y el odio al débil, el director alemán Denis Gansel construye una historia que se desarrolla entre el verano y el invierno del año 1942, una fecha que resultaría decisiva en el devenir bélico y también para la vida de los dos protagonistas principales de la película, dos adolescentes de 16 años.


Friedrich es un joven que destaca en el mundo del boxeo, y eso despierta el interés de un profesor de una Napola que le ofrece entrar en esa escuela de élite en la que sólo se admite a los mejores, según sus cánones, y con ello dar un cambio radical a una vida que parecía no tener más salida que ser obrero en la fábrica de su padre, que se opone, en vano, a las pretensiones de su hijo.

Albrecht, por el contrario, es hijo de un dirigente nazi, y que ya conoce el mundo de las Napola. Un joven que prefiere cultivar su afición literaria que los músculos, y que pone por encima del lavado de cerebro, la amistad y todo aquello que nos hace más humanos, para gran disgusto de su padre.


Alrededor de la amistad entre dos chicos tan diferentes, Gansel va construyendo una historia que transcurre sin sobresaltos, a la que le faltan aristas que nos hagan implicarnos emocionalmente con ellos, pero que sirve como testimonio de unas instituciones demenciales, en las que se sometía a los jóvenes a un constante entrenamiento físico, una disciplina más que férrea en la que el miedo es un mecanismo habitual, y un lavado de cerebro continuo para inculcarles la demencial doctrina nazi.

El contacto con la realidad que se esconde detrás de los imponentes muros del castillo que acoge a la escuela, demostrará a Friedrich que conseguir un sueño no está exento de oscuridad, y que, en este caso, el precio a pagar es demasiado alto, es el desprecio por la vida de otros seres humanos y algunas experiencias le pondrán cara a cara con la esquizofrenia de un régimen educativo basado en el castigo y la humillación.


Albrecht es un joven “demasiado débil”, como dirá en un momento determinado su propio padre, para los estándares del régimen, y eso le terminará por convertir en víctima en medio de la indiferencia general. Después de pasar por esa escuela (incluso hubo tres para mujeres) la vida de los personajes se modificará radicalmente. Sin ser una película extraordinaria, sí está bien echarle un vistazo para conocer un poco más los esquizoides mecanismos que llegan a poner en marcha las dictaduras sean del color que sean.

7 comentarios:

Natàlia Tàrraco dijo...

Alfredo, espeluznante entrenamiento de adolescentes, entra dentro de la lógica desquiciada Nazi. Algo similar, pero antes, época Hapsburgo, ocurre en "El joven Torless", 1966 de Schoendorff. De aquellos palos vinieros las futuras astillas.
Intentaré verla. Saludos quintiles y míos.

Unknown dijo...

No conozco la película a la que haces referencia, pero ya me has despertado la curiosidad, así que la voy a buscar.

Un abrazo!!

casss dijo...

Una imperdible.
Te dejo un fuerte abrazo.

Unknown dijo...

Cuenta cosas que hay que conocer para intentar que no se vuelvan a repetir.

Besotes!!

Alvaro G. Loayza dijo...

La mezcla de embrujo y adiestramiento que llevaron a cabo los nazis es una de las cosas más alucinantes y escalofriantes del siglo, como volver absolutamente gregaria a una nación "culta". Si la encuentro le echaré un vistazo. Un abrazo!!!

Alfredo dijo...

Lo sorprendente es que pueblos "cultos" y supuestamente educados, que dan gran valor a los valores cívicos y ciudadanos, desarrollen este tipo de instituciones, comportamientos y sociedades enfermas.

Saludos!!

Alejandro Maiza Catalán dijo...

Hola alfredo. Siento no haberte pdodido escribir antes, pero estuve con exámenes y además con el ordenador roto, luego no pude estar con tods vosotros. Quería agradecerte que comentases la entradad de Peterhans tan pronto. Siempre es de agradecer. Yo tampoco sé mucho sobre él, pero en cuanto tenga más informacion te la mando. Ahora mismo estoy trabajando otras dos entradas, pero estas sobre música ambiental.
Me encantan todas tus entradas nuevas, pero esta sobre "napola" que la ví hará cuatro semanas en el lunes de cine de la 2, me gusta mucho, ya que tienes en razón en la contradicción en que los alemanes construyeron su peculiar fascimo: cultura pero violencia, arrogancia y al mismo tiempo solidaridad entre nosotros. Pobre Albrecht, la escena del lago es realmente commovedora, y cuando los alumnos de la escuela son obligados a dar caza a los fugitivos rusos es espeluznante. Pero si he de quedarme con una parte, es cuando el protagonista se va de la escuela; esa voluntad de hierro, de seguir haciendo lo que uno cree correcto, aun teniendo la posibilidad de perderlo todo, fue lo que permitió al arte y la cultura continuar.
Felicidades por tu blog Alfredo, está muy bien.