miércoles, 25 de febrero de 2015

José Gutiérrez Solana: Expresionismo tenebroso


Las coristas, 1915.

Cuenta Paco Umbral en un artículo dedicado a este pintor madrileño, aunque muy vinculado a Cantabria, que Solana, independientemente de lo tétrico que fuera el cuadro que había pintado, siempre decía que era “elegante”, en una clara actitud bromista o por un peculiar sentido de la elegancia pictórica.

El entierro de la sardina, 1912.

Una afirmación acorde con una personalidad peculiar, estudiante en la Academia de San Fernando, y que pintaba para luego enrollar los cuadros y meterlos directamente debajo de la cama, de donde únicamente los sacaba cuando había que enseñarlos a algún posible comprador o los había que preparar para una exposición. Esto también lo cuenta Paco Umbral.

Payasos, 1920.

Un artista peculiar, con un estilo pictórico que le emparenta con algunas de las grandes figuras del arte español, tipo Velázquez, Ribera o Goya, por citar sólo algunos, además de otros como Brueghel el Viejo, o algunos expresionistas europeos. El particular estilo de Solana, con una paleta de colores reducida, oscuros, con líneas de contorno muy marcadas, se define por unas atmósferas densas, tenebrosas, acordes probablemente con la España que le rodeaba.

Mujeres de la vida, 1917.

Un país de criadas, de fiestas populares, de ambientes de taberna, de locales de prostitución, escaparates, mataderos, coristas, puertos; una España de muertos, de esqueletos que parecen salir de fiesta unas veces, mientras que otras dan una imagen perturbadora, inquietante. Una España, al mismo tiempo, sin futuro, sin traza de mejoría, atrapada en una forma de ser y de entender la vida incompatible con la modernidad, sin posibilidad de salir del ensimismamiento y de aquello del “que inventen ellos”.

El espejo de la muerte, ca 1929.

Un país de Valle Inclán, de pillos, de tramposos profesionales a los que se llama listos, un país con los valores absolutamente cambiados, de historia imposible y futuro incierto, una España negra, corriente telúrica que recorre los subterráneos esperando salir a flote a la menor ocasión. País de un costumbrismo ya retratado por muchos y  muy buenos artistas, caso de Goya y sus pinturas negras para denunciar la barbarie en general, pero también la ignorancia galopante del país, una situación que en los tiempos de Solana aún se mantenía viva.

La baraja de la muerte.


Usos y costumbres, bailes de máscaras, arraigan su obra en un país que conoce bien, que recorre con asiduidad, ayudado también por su desahogada posición económica gracias a los dineros hechos por su padre en México, en muchas ocasiones con su hermano, cantante. Solana fue un artista solitario, particular, sin discípulos o seguidores, sin crear escuela, y que está por derecho propio en el panteón de los artistas imprescindibles de nuestro país.

2 comentarios:

casss dijo...

La palabra PECULIAR define perfectamente su admirable arte....

Mujeres de la Vida, es un cuadro que me encantaría tener en una pared de mi casa. Seguramente me deberé conformar con una reproducción casera....

besos amigo asturiano

Alfredo dijo...

Yo son muchos los cuadros de Solana que colgaría en mi casa, me parece un pintor fantástico y muy particular en el panorama artístico español del momento.

Un abrazo!!