Las
calles porticadas de la ciudad mexicana de Veracruz, fueron durante medio siglo
el escenario principal de la arpista La Negra Graciana (Puente Izoalco, 1939 -
Veracruz, 2013), una figura musical capaz de reunir en las cuerdas de su
instrumento las tres principales tradiciones musicales de ese país
culturalmente tan rico como es México. Y es que los ritmos de base hispana, se
mezclaban con los autóctonos del país y los aportados por la tradición de los
antiguos esclavos negros.
No hay
que olvidar que el puerto de Veracruz fue el territorio en el que desembarcó
Hernán Cortés, en pleno Golfo de México, para poner las piedras fundacionales
de la ciudad. Ahí, en ese territorio cargado de historia, que ha visto el paso
de múltiples avatares históricos, Graciana Silva puso música a sus
conciudadanos a los que acompañó mientras se tomaban una bebida tranquila en
alguna de las múltiples terrazas, o se acercaba al puerto para tocar mientras
los pescadores completaban su faena.
La
Negra Graciana decía que tocaba a lo “antigüito”, es decir, poniendo énfasis en
los agudos y los graves, tocando de la forma tradicional, de la forma que le
había enseñado el ciego Rodrigo Rodríguez cuando a penas si tenía diez años. Su
padre, músico también, como su madre y algunos de sus hermanos y tíos, había
contratado al arpista para que diera clases a su hijo, pero fue Graciana la que
sacó más partido de aquellas enseñanzas para no separarse nunca más de su
instrumento.
Un arpa
que utilizaba para acompañar las décimas, unas composiciones tradicionales en
las que se habla de todos los temas posibles, recitadas con una voz peculiar
que daba coherencia a un conjunto empeñado en mantener vivo el espíritu del
jarocho, uno de los ritmos mexicanos más populares del país junto con los
mariachis y los sones de Jalisco.
La
Negra Graciana, a pesar de llegar a grabar dos discos y de tocar en algunos de
los escenarios más importantes de su país y de Europa, no tuvo la repercusión
musical que tuvieron otros artistas. En 1995, grabó después de ser descubierta
tocando en un bar por Eduardo Llerenas, el disco Sones jarochos con el Trío
Silva en 1994.
Tres
años después, el guitarrista Ry Cooder también se vio atrapado por el influjo
del arpa de La Negra Graciana, y la llevó a hacer una gira por Europa y Estados
Unidos, de la que saldría su segundo disco, esta vez grabado en vivo en el
Theatre de la Ville de París, en 1999.
Después
de aquello volvería a ser la arpista de los portales veracruzanos, volvería al
lugar en el que forjó su estilo, a dejar que su música acompañara a las
personas que se pararan a escucharla con detenimiento y se dejaran acunar por
los sonidos que era capaz de sacar de su arpa, sonidos enraizados en la memoria
musical más profunda de México.
Nota al pie: Ya sólo falta uno.
2 comentarios:
Cierto que los sonidos de este bello instrumento acunan...nos hace pasar ratos de placer y me encanta en arias románticas.
Bonitas canciones en los vídeos y buena la Negra Graciana.
Un abrazo!
Una figura esencial de la música mexicana que apenas si pudo salir de las calles en las que desplegó su arte. Su luz musical no terminó de brillar todo lo que hubiera merecido.
UN abrazo!
Publicar un comentario