jueves, 1 de noviembre de 2012

Adam McEwen: La celebración de la banalidad


Self-portrait as a credit card, 2009
“No creo saber lo que tienes que hacer. Tampoco sé qué es lo que me pregunto en líneas generales. No es un manifiesto. Lo único que sé es que no quiero ser exclusivo. Quiero ser alguien humano y genuino.”

Switch, 2009.
Palabras de este inclasificable artista nacido en Londres en  1965, graduado en Literatura Inglesa por la Universidad de Oxford, antes de tomar rumbo a los Estados Unidos para estudiar en el California Institute of the Arts, y asentarse definitivamente en la ciudad de Nueva York.

Untitled (Dresden), 2009.
Definido como un artista postconceptual, la obra de McEwen navega entre múltiples formas de expresión para dar forma a una “mordaz exploración de la historia, la fama y la muerte”, en palabras de Simon Hewitt. Eso es especialmente visible en sus obituarios de personas vivas (McEwen escribe obituarios de fallecidos en el Daily Telegraph) como Kate Moss, la princesa monegasca Estefanía o Bill Clinton por citar solo dos. Unos obituarios causantes de sorpresa al espectador al que hacen dudar de si esos personajes aún siguen entre nosotros o si efectivamente han fallecido y no nos hemos enterado.

Untitled (Kate), 2007.
Palabras que otras veces toman la forma de mensajes SMS, textos enviados por amigos o familiares a los que McEwen da una nueva forma y los devuelve convertidos en otra cosa volviendo a subvertir el orden considerado como lógico de las cosas, convirtiendo algo que nos resulta familiar en algo que ya no lo es, que nos obliga a modificar el punto de vista.

Untitled Text Message (Private Caller), 2008.
“Las palabras son para mí como una especie de círculo al que siempre regreso. Nunca me aburro de utilizar las palabras de una forma visual. Por otro lado, escribí el obituario de Marilyn Chambers porque la primera película pornográfica que vi fue Behind The Green Door, así que supongo que mi trabajo es un homenaje a las cosas con las que crecí”, le dice McEwen a Patrick Knowles.

Ur The Problem, 2007.
Esa parte de su trabajo convive con sus esculturas de objetos cotidianos, generalmente en grafito, con las que pretende poner de manifiesto la parte oscura que se oculta detrás de objetos en apariencia anodinos y de extensa presencia entre nosotros. De la misma manera que señala los puntos oscuros de la historia con sus series de acrílicos con chicles masticados y ensuciados, y que muchas veces titula con nombres de ciudades alemanas bombardeadas durante la Segunda Guerra Mundial.

New York, New York, 2006.
“Cojo el chicle y lo ensucio con porquería de las calles. Con ello quiero ser elegante y real al mismo tiempo”, le dice el artista en una entrevista a Christopher Bollen.

Sobre el cambio en la percepción de las cosas que todos sufrimos según vamos acumulando experiencias y conocimientos, Patrick Knowles cita a McEwen explicando que “recuerdo que cuando tenía 12 años me enseñaron que Arthur ‘Bombardero’ Harris era un tío majo. No fue exactamente un héroe pero ‘hizo lo que tenía que hacer’. Veinticinco o treinta años después, descubrí lo dura y demencial que había sido su campaña para destruir todas las ciudades alemanas. Las ‘Pinturas de chicle’ tratan sobre la diferencia de percepción que se tiene con 12 o 13 años y los 40. Supongo que es así como la gente piensa acerca de la historia y la ven como una ficción. En este sentido, al final del día mi trabajo es mi historia”.

2 comentarios:

PACO HIDALGO dijo...

Obra ambigua y diferente la de este creador, pero muy personal. Consigue lo que dice, ser humano y original. Buen puente, Alfredo.

Alfredo dijo...

Un artista de esos que son verdaderamente inclasificables.

Un abrazo!!