martes, 18 de septiembre de 2012

Leandro Erlich: “Me gusta pensar en la grandeza y en la profundidad de las cosas mínimas”

Carrousel (2008)

“(…) hay un momento en que las cosas se inician para el espectador. Es como el disparo de un revolver, aunque aquí, el click es la ilusión. Un momento decisivo para la participación de una historia que está escondida en la obra y que el espectador va descubriendo como si fuera un actor sobre un escenario. Eso sí, sin un guión establecido y reconstruyendo contínuamente su propio rol”.

La piscina (2008)
“Me interesan todos esos espacios que dejan de ser funcionales y devienen emocionales. Espacios de fondo, donde transcurre nuestra vida. Creo que no hay mejor lugar que ése para cuestionarnos la realidad. Cada uno de mis trabajos pretende, de hecho, que nuestra capacidad de cuestionar esté siempre despierta y en alerta”.

Viendo tu espíritu.
“Creo que lo ilusorio nos ayuda precisamente a comprender que la realidad es una construcción. Pero en mi caso, el truco no está pensado para engañar sino para ser descubierto. De hecho, está ahí con un grado de simpleza que permite entender enseguida cómo están elaboradas las cosas. Un hecho que para mí transmite un cierto optimismo en relación a la capacidad que tenemos de comprender aquello que nos rodea. Creo que es muy importante generar el deseo en el otro para seducirle e invitarle a involucrarse en la obra. La esperiencia estética apunta precisamente a eso, al ojo y al espectador”.

Ventana y escalera. Demasiado tarde para ayudar (2008)
La torre es un periscopio gigante dentro de un espacio de arquitectura cotidiana. Por fuera, el espectador ve un edificio de apartamentos y por dentro, una especie de corredor. Se trata de un lugar de encuentro donde se le propone al espectador una experiencia que se limita a algo tan mínimo como un juego de miradas. Me gusta pensar en la grandeza y en la profundidad de las cosas mínimas. Hay algo en ellas que me resulta muy real”.

Apartamento (2004)
“La maqueta viene a completar cada proceso de trabajo. Siempre pienso en el músico que compone una melodía en su cabeza sin necesidad de tocar ningún instrumento. Es decir, hay una memoria que te permite saber como suenan las notas y luego tiene una necesidad de plasmar eso en un ejercicio para visualizar esa obra. En el caso de mis proyectos, como La torre, es igual. Hay un proceso que es mental y no es hasta después, a medida que va resolviéndose la obra, cuando es necesaria una maqueta para visualizarla. También me interesan las maquetas como objetos casi escultóricos, no sólo como un tema de estudio. En todas ellas se repiten los juegos visuales de las grandes instalaciones”.
Fragmentos de la entrvista firmada en El Cultural por Bea Espejo.

2 comentarios:

Natàlia Tàrraco dijo...

Me parece que no existen espacios que funcionen sin emociones, los interpretamos y nos mojamos, ya estamos dentro de su historia como en una casa de muñecas, dentro minúsculos, o gigantes desde fuera.

Besitooo, que te leo, seguro, en primicia universal.

Alfredo dijo...

Lugares en los que nos sentimos totalmente acogidos, espacios hostiles, espacios amables y así hasta el infinito, cada uno asociado a una emoción, a una sensación. Afortunadamente no somos muebles y podemos establecer esa forma de relación con los lugares.

Buen finde!!