lunes, 10 de octubre de 2011

Agathe Snow (Córcega, Francia, 1976)


Aunque nacida en territorio insular francés, Agathe Snow es en todos los sentidos una nativa de Nueva York, ciudad en la que vive y desarrolla una carrera artística que, simplificando mucho, transcurre por los caminos de la performance. Y digo eso porque en su producción es fácil encontrarse con diversos medios de expresión e incluso con acciones no consideradas como obras de arte por ella misma.

Entre esas últimas incluye acciones por medio de las cuales la artista y un grupo de personas que la acompañan, invaden una casa y organizan una comida en ocasiones con un menú que toma como referencia alguno de los países invadido por los Estados Unidos a lo largo de la historia. La cocinera es la propia Snow vestida para la ocasión con un vestido de novia. Acciones bautizadas como Feed the Troops (Alimentar a las tropas) o War Series (Series de guerra).

La presencia de grupos de personas, frecuentemente activadoras de la obra producida por Snow, es una constante en una artista que si por un lado elabora un discurso de tintes apocalípticos, por otro lado nos hace ver la existencia de vías de salvación a través de la acción comunitaria.


En esa línea creó una performance para la inauguración de la galería de James Fuentes en Nueva York, para la que diseñó un recorrido para un grupo de unas 25 personas que la acompañaron en un trayecto que les llevaría hasta una puerta trasera de la galería y entrar en una instalación que quería ser el vientre de una ballena. Se trataba de un momento postapocalíptico en el que Manhattan era asolado por una potente inundación y ese grupo de personas se convertían así en lo supervivientes y en los protagonistas de una acción que duró tres días.


Instalaciones acompañadas por pequeños ex votos diríamos, pequeñas esculturas realizadas con materiales de desecho de nuestras sociedades recogidos por Snow por las calles, con los que quiere lanzar un mensaje de esperanza: quién sabe si esos objetos que hoy rechazamos pueden llegar un día a ser tan valiosos como una obra de arte.


Su obra trata de “grupos y comunidades, unos pocos amigos que celebran, viven, beben, bailan y lo hacen todo juntos”, según escribe Christopher Bollen. En esa frase apunta a otra de las acciones organizadas por Snow de vez en cuando y que son los maratones de baile, en los que anima a los participantes a bailar mientras el cuerpo aguante. “Eso es lo que me gusta del baile, la exigencia de resistencia. Puedes romper tus barreras. Cambias, te disuelves, te descompones”, le dice la artista a Bollen.


Una parte de la inspiración para algunos de los mensajes que Snow lanza con su arte, le llegó después de los atentados de las Torres Gemelas y la reacción de muchas personas que se lanzaron a la calle a celebrar que estaban vivos y ese ambiente de celebración comunitaria unidad a una narrativa del colapso, de decadencia moral y de desorientación personal, son claves para comprender la obra de Agathe Snow.

3 comentarios:

casss dijo...

¿acaso no matan a los caballos?

Esa película fue lo que me vino a la mente al leer tu penúltimo párrafo.
En los otros, traté de dejarme llevar por las imagenes.

Revolucionaria o receptiva, fue lo que se me ocurrió opinar de esta obra.

Como siempre, mi mente se abre ante tanta creatividad.
un beso

Amelia dijo...

El arte siempre estará por encima de todo y nada lo superará, pero hay que apreciar la vida como esas tantas personas que salieron a la calle para celebrar que estaban vivas. Un abrazo

Alfredo dijo...

CAS: No conozco esa película pero has conseguido despertar mi curiosidad, así q me pondré a buscarla.

Un abrazo!!

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AMELIA: Fiestas y celebraciones creo que tienen algo de eso, de alegrarse por la vida, una forma de recordárnoslo en medio de esta vorágine diaria.

Un saludo!!