martes, 6 de abril de 2010

Luis Gordillo (Sevilla, 1934)


“El color es una palabra que me deja atónito, que me coge un poco desprevenido, a pesar de que mi obra ha tenido mucho que ver con el color y se me cita como un bastión del color español. Pero cuando me hablan de eso, me parece que están hablando de otro. Es cosa extraña, pero es un hecho real, que varios cambios que se han hecho en mi obra se han hecho respecto al color. Sin embargo, no sé de qué se habla cuando se habla del color”.

“Quizá el color profundo pueda ser el acorde de dos grises. No hay que echar muchos colores al guiso para que el guiso sea colorístico. El color es otra cosa mucho más sutil, mucho más secreta, mucho más poética. No se trata del colorín”.

“Antes, la verdad, no reconocía mi obra, no le tenía cariño, era muy desagradable. Por mucho que trabajara, se me quedaba distante, muerta. Era una sensación de desapego, como si no fuera mía. No la reconocía, era una sentimiento de frialdad y a la vez de vulnerabilidad, ahora es distinto, sobre todo frente a la obra pasada, que me parece mejor, que he hecho cosas importantes, no sé si porque me lo dicen o porque me voy convenciendo. Veo una evolución que me gusta, un sentido. He empezado a tenerle cariño y mi obra me cae mejor. Quizá tenga que felicitarme. Es como estar casado con alguien a quien no quieres y, de repente, entiendes sus virtudes”.

“Mientras el cuadro está en el estudio, lo toreas, está en un ambiente especial, protegido. A partir de que sale es un ser extraño con el que pierdes el contacto directo. Lo que funciona o lo que no ante el público es un problema profesional y hay que saber vivir con ello. Tienes que aprender a tratar con el cuadro y tragar saliva, por eso hay que saber distanciarse, como en las relaciones humanas, como el amor, saber medir distancias, llevar la relación, porque el paraíso no es eterno”.


“Yo he estado psicoanalizándome 40 años, algo me ha tenido que influir. Yo no creo que eso haya influido en ser más abstracto. Nunca me he considerado un pintor abstracto, aunque lo parezca”.

“En primer lugar hay que decir, que el dibujo automático no lo cree yo, sino que era ya una tradición en el siglo XX. Yo había pasado primero una época informalista, que era muy automática en el sentido más estricto de la palabra: manchas de tinta china sobre papeles. Más adelante, con la influencia del pop art americano fui consiguiendo síntesis, añadiendo a estos dos elementos primeros ciertas influencias geométricas. Es en esta síntesis donde se originan mis dibujos automáticos de principios de los años 70. Parecen muñecos infantiles pero tienen un bagaje histórico, estético que recoge esta síntesis”.

“Cuando hago un cuadro en que no hay ninguna figuración, yo el cuadro lo considero real e incluso realista. Para mi no hay diferencias. Creo que estas diferencias ya han pasado a la historia”.

“En cuanto a mi técnica de trabajo es muy variada, y actualmente sigo varias líneas de trabajos que a veces se diferencian mucho, pero le puedo decir que actualmente mantengo una línea directa pura (de trabajo sin previos estudios). Mantengo también una línea totalmente fría, en la que me ayudo mucho de la foto y del ordenador. Ya en los 70 yo trabajé mucho con la foto y con otros muchos medios de reproducción mecánica. También estoy trabajando desde hace algunos años en fotos y en obras digitales de gran tamaño. No se hasta cuando podré seguir con tanto movimiento”.

“Yo desde que conocí el pop art, a principios de los 60, no he dejado de emplear la foto, por unos caminos o por otros, pero hay un método básico en mi empleo de la foto, que ya se alarga 20 años, que consiste en fotografiar obsesivamente todo lo que ocurre en mi estudio, como si se tratara de una operación quirúrgica complicada e la que hay que guardar las experiencias para continuar en el futuro con el proceso. Yo fotografío los cuadros enteros en el proceso pero además fotografío las células plásticas que van apareciendo. Es un trabajo muy neurótico, muy obsesivo pero que yo creo que es uno de los elementos básicos de mi obra”.


“Hay muchas críticas sobre mi obra que no comprendo. Algunas no se de qué hablan. Es raro encontrar una crítica realmente pertinente. Los planteamientos del artista, por regla general, no se dan en el campo de la teoría. Es lógico que el buen crítico aporte un bagaje y una mirada complementaria a los puntos de partida del artista. Hoy día, hay que reconocer que el mundo de los artistas ha elevado enormemente el nivel de su bagaje teórico. Hay toda una parte del arte contemporáneo en el que predomina la materialidad teórica a la formal”.

2 comentarios:

vanesa dijo...

Sea lo que sea el color para cada uno, estoy segura de nadie podría vivir sin esos colores. Da igual los tonos, los matices, los blancos, los negros o los grises... La luz y el color dan vida... a cada uno en la manera que lo prefiere y lo necesita. Gran post!

Alfredo dijo...

Totalmente de acuerdo contigo en la importancia de los colores y de la luz. Son dos cosas vitales.

Un abrazo!!