domingo, 13 de diciembre de 2009

Nancy Spero (Cleveland, Ohio, Estados Unidos, 1926 – New York, 2009)


“La artista recupera el cuerpo de la mujer, su identidad, y la hace protagonista, por primera vez, de la historia de hombres y mujeres. Mujeres heroicas, desafiantes, pero sin cólera, gráciles, pero rotundas, recorren de nuevo la historia, alzando su puño y moviéndose libremente en el tiempo y el espacio creados para ellas. Spero elimina barreras temporales hasta ahora infranqueables y subvierte el proceso histórico, abogando por la destrucción de una imagen femenina parcial ajena a las mujeres, creando así un espejo propio en el que estas puedan reflejarse.” (Andrea Fernández)

Son varias las claves que hay que tener en cuenta para entender la obra de esta creadora norteamericana fallecida el pasado mes de octubre, y el fuerte compromiso con la causa feminista, el pacifismo y el compromiso político, son algunas de ellas, sin olvidarse del dolor físico que le causaba una enfermedad degenerativa que padecía desde hacía ya muchos años.


Un compromiso que le llevó a renunciar en los años 60 al uso del lienzo como soporte de sus obras, al considerarlo un medio eminentemente masculino, y es que una de sus luchas fue contra el mundo del arte institucionalizado que negaba visibilidad a las mujeres artistas, motivo por el cual llegó a fundar una galería de arte dirigida a difundir el trabajo de sus compañeras artistas. Por ese camino llegó a la utilización del papel como soporte, al que luego “rompía” con sus trazos agresivos, duros en ocasiones, y una paleta que empezó siendo oscura, la época de las Black paintings, y que luego se abrió algo a otras tonalidades.

En los años 50 se traslada a París junto a su marido Leon Golub y sus tres hijos, y ahí iniciará esa primera importante etapa en su desarrollo artístico, con unas obras en las que apenas si se destacan las formas y que reflejan un aislamiento interior, y que luego darán paso a otras en las que incluirá los versos de Antonin Artaud.


En los 60 regresará a su país para oponerse con toda la fuerza de su obra a la guerra de Vietnam, momento en el que sus cuadros se llenan de bombas de claras reminiscencias fálicas, hongos nucleares, y frases soeces extraídas del vocabulario militar, en la línea de un lenguaje contestarlo, subversivo, de fuerte contenido político que se seguirá viendo en toda su obra. Una obra frágil que se opone a una fuerza irracional desarrollada por seres humanos.

Sus obras son gritos angustiosos en contra de la violencia de todo tipo, pero especialmente contra la que se ejerce contra las mujeres, y uno de los puntos de atención de otra de sus fases pictóricas, ya en los años 70, fueron los abusos de todo tipo que las dictaduras latinoamericanas del momento ejercían contra las mujeres.


El uso del cuerpo femenino como transmisor del mensaje, se ve en muchas de las obras de Nancy Spero, que recupera para el arte una visión alejada de los cánones masculinos que habían utilizado el cuerpo de la mujer para transmitir unos ideales que no tenían en cuenta la opinión que acerca de ellos pudieran tener unas mujeres, que lo que tenían que hacer era adaptarse a esos cánones de belleza preestablecidos por hombres. Las mujeres de Nancy se nos aparecen expresando muecas de dolor, angustiados, como si estuviesen sufriendo una tortura física. “De ahí también ese sentido del mundo como misterio insondable donde cualquier imagen previa resultaría abolida por las siempre variables fuerzas vitales, por la muerte como transfiguración que aseveraría el tan admirado por Spero, Antonin Artaud.” (David Barro)


Los frescos pompeyanos, iconografías medievales, signos de culturas ancestrales, se dan la mano en el universo creativo de Nancy Spero, y que según afirma Jaume Vidal Oliveras, se “mezclan con imágenes del presente y de denuncia”. El mismo autor añade: “Alguno de los símbolos que utiliza Spero -la serpiente de varias cabezas con las lenguas fuera, por ejemplo- está inspirado en los códices medievales, y la agresividad, la violencia y el dolor que supura su obra no hace referencia sólo a Vietnam, sino que posee un carácter esencial, profundamente humano y animal a la vez. Observando la serie dedicada a la guerra no se sabría determinar quién es el verdugo y quién es la víctima. Se diría simplemente que es una violencia o una ansiedad sin nombre que lo inunda todo."

2 comentarios:

sonoio dijo...

excelente post!

un gran abrazo

Alejandro Maiza Catalán dijo...

hola alfredo. quería agradecerte tus comentarios son siempre de agradecer. Me alegra que te guste Newman. Si el te gusta, Halley también, así como Robert mangold. felicidades por el blog. Es genial.