lunes, 6 de octubre de 2008

Arte povera, del cero al infinito


Bajo esta denominación no se oculta un grupo como tal, sino que se engloba a una serie de artistas en cuya obra se podían rastrear algunos elementos comunes, aunque luego las diferencias entre las obras de unos y otros fueran muy evidentes. Para entender los planteamientos de este grupo de creadores, hay que tener en cuenta la época en la que trabajan, y que no es otra que la de finales de los años 60, años en los que se estaba gestando un importante movimiento antisistema, en los que el Che era un icono para la juventud de izquierdas, y en los que se generaron momentos históricos como la Primavera de Praga y el Mayo francés, ambos en 1968, la guerra de Vietnam está en pleno apogeo, lo mismo que la Revolución Cultural en la China comunista de Mao.

De hecho la denominación de arte povera saldrá de la pluma del joven crítico alemán Germano Celant en el año 1967, que formaba parte del entorno al Grupo 63 capitaneado por el italiano Umberto Ecco. Hacia un teatro pobre, es el título de un libro firmado por el polaco Jerzy Grotowski, que va a tener una enorme influencia en la escena teatral occidental, y en el que se defiende desnudar al arte teatral de todo lo que sea superficial, hasta el punto de que el actor tendría que componer con su rostro su propia máscara, eliminando todo lo que pudiera distraer la atención del espectador de lo realmente esencial.


La cita a este manual teatral no es baladí, ya que esa filosofía de fondo también la vamos a encontrar en los planteamientos artísticos del grupo que Celant reunió, al menos de una forma teórica, bajo la denominación de arte povera. Ese grupo estuvo formado por gente tan diversa como Giovanni Anselmo, Mario Merz, Gilberto Zorio, Guiseppe Penone, Michelangelo Pistoletto, Luciano Fabro, Pino Pascali, Janis Kounellis y algunos más, con una presencia fundamental de artistas italianos.

El propio Celant escribió sobre este movimiento: “Representa un enfoque del arte básicamente anticomercial, efímero, trivial y antiformal, cuya máxima preocupación son las cualidades físicas del medio y la mutabilidad de los materiales.”

Estamos ante una ruptura muy clara con relación a los códigos artísticos vigentes en ese momento, especialmente los que venían de la mano del pop y del minimal, para dar un mayor protagonismo al material, que, en muchas ocasiones, era un material considerado como “pobre” (de ahí el uso de la palabra italiana “povera”) y que se pueden encontrar con facilidad: ramas, hojas, arcilla, carbón, telas, rocas, plomo… Utilizados para dar un contenido social a la obra de arte, a la que quieren insertar totalmente en la realidad social, y a la que dotan de un contenido de critica social, de vehículo de concienciación medioambiental.


Extraen la poética que se oculta en lo cotidiano, y utilizan esa misma poesía para criticar a la sociedad contemporánea, además de iniciar una búsqueda que les llevara a interpretar el mundo a través de metáforas y a huir de la creciente mercantilización del arte. Para ello colocan sus obras ocupando el espacio, de tal forma que el espectador no pueda escapar a su presencia y tenga que relacionarse con la obra de arte para iniciar un proceso de reflexión, de toma de conciencia.

Los artistas se enfrentan con una libertad absoluta al proceso de creación, en contra de lo que consideraban el “rigorismo” del arte que estaba llegando de Norteamérica por aquellos años, y eso se plasma en la utilización de cualquier tipo de material, de cualquier tipo de estructura, dentro de un espíritu iconoclasta.

En 1961, Manzoni había escandalizado con su Mierda de artista, una lata de conserva en la que se suponía que había excrementos del propio artista. Ahí podría estar el inicio de ese nuevo espíritu que luego animará al resto de creadores agrupados en la etiqueta arte povera. Hay se marca un “punto cero” (la exposición que el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles dedicada a este movimiento se tituló Del cero al infinito: Arte povera 1962-1972), la línea de salida a una nueva actitud que tiene poco de improvisada que llevará a la creación de un entorno favorable a la voladura de las bases teóricas del arte, para abrir una etapa de total experimentación.

Son artistas multimedia, que lo mismo pintan, que esculpen, que hacen fotografías, levantan instalaciones, hacen performances, que reflejan las relaciones que, a su entender, tienen que tener la vida y el arte. Fueron un grupo de “francotiradores” en el panorama artístico hasta que en los primeros años 70 la denominación pierde fuerza y se deja de hablar de ellos como grupo, aunque la influencia que proyectaron todavía hoy se puede rastrear.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

No conocía la existencia de este movimiento de algo más de la mitad del siglo pasado y que según he leído en tu interesante entrada se dedicaron a criticar el sistema utilizando un material muy pobre o sin gran coste pero que les sirvió para hacer grandes obras artísticas en todos los campos, lo cual resulta ¡extraordinariamente ingenioso!
Besos multicolores de nuestra parte.

Alfredo dijo...

Esta entrada la voy a completar con otra sobre Mario Merz, uno de los representantes más destacados de esta corriente, y que trabaja mucho con la forma de los iglús. Son fantásticos. Y esta gente logró llamar la atención sobre muchas de las cosas que nos rodean en esta sociedad de consumo.

Besos chicas!!

Monik dijo...

Verdaderamente no puede escaparse ninguna de estas obras a ojos curiosos como los míos...Son impactantes...unas veces sin sentido pero atrayentes...tanto que terminas mirándolas y buscandole uno...

Gracias como siempre por esto post tan desarrollados y ponernos al tanto de tanto arte...

Besotes!!

CASANDRA dijo...

"francotiradores" del arte...nos tiran a matar, directo a pensar, por si la realidad no lo hace por sí misma (?!¿??!!!). Tú nos muestras con esmero, dedicación y conocimiento, muchísimas facetas del arte. Si bien no nos hablas de tu peripecia personal, te vamos conociendo a través de tus post y es un placer hacerlo. Un abrazo.

Alfredo dijo...

MONIK: En mi más que modesta opinión, ese creo que es el arte que merece la pena, el que nos genera la necesidad de entrar en su esencia, que nos provoca preguntas y ganas de encontrar respuestas.

Abrazos!!

**********

CASANDRA: A veces necesitamos que algo o alguien ajeno a la realidad concreta de cada uno, nos haga reflexionar sobre el conjunto que a veces lo perdemos de vista, al mirar sólo a lo particular, algo que, por otra parte, es inevitable.

Yo estoy agradecido a todas vosotras por seguir viniendo por aquí.

Saludos!!

Candela dijo...

alfreeedoooo
tengo que mandate una movida de unas jornadas pero nose a que direccion..

Anónimo dijo...

Reconozco que tiene su mérito sacar "arte" donde otros/as sólo vemos...Ya siento no seguir la corriente peeero no me gusta :-(
Lo más sorprendente es que surge en Italia, oHHHHHHH, quizá por saturación del "arte clásico" ???
Cada día entiendo menos, eso sí, mis gustos son míos, tengo muy claro lo que me gusta y lo que no.

Se sienteeee.

Abrazo "clasico" ;-)

Alfredo dijo...

Está bien que tengas claro lo que te gusta y lo que no, que eso no siempre es fácil. Yo creo que precisamente por el peso del arte que se generó en Italia desde los etruscos hasta el barroco, es interesante que los artistas de ese país logren sacudirse ese peso y buscar caminos nuevos.

Abrazotes y se agradece la sinceridad.