lunes, 7 de abril de 2008

Spoken World (día 1)

A lo largo de tres días el teatro de la Universidad Laboral de Gijón, ahora renombrada como Ciudad de la Cultura, acogió el IV Festival Internacional de Spoken World, que por vez primer se celebró de forma simultánea en Palma de Mallorca y Sevilla, además de Gijón. Así, entre el viernes 4 y el domingo 6, se ofrecieron un total de 7 espectáculos en los que la música y la literatura se dieron la mano para formar un binomio mágico.

En el programa del festival se explicaba así: “Palabra y Música no es un festival de poesía con música de fondo, ni un ciclo de música con contenido poético. Es un festival de spoken world, ese género híbrido de espíritu beat en el que se unen recitados de textos (poesía, prosa o prosa poética) con música concebida única y exclusivamente para acompañar a esas palabras. O viceversa. En el spoken world el texto es el protagonista, pero la música se convierte en un elemento indisoluble, sin el que la palabra no tiene el mismo sentido”.

El primer día el cartel acogió por un lado a los poetas asturianos Sofía Castañón y Pablo Texón, quienes compartieron escenario con el grupo holandés Veenfabriek, capaz de hacer una música realmente asombrosa, de una potencia desmedida pero también capaces de crear momentos de una enorme sutileza, y que hacía difícil concentrarse en los poemas a los que les robaron mucho protagonismo, posiblemente debido a la falta de un número suficiente de ensayos previos que hubieran podido mejorar el ritmo de recitado en un caso, y de vocalización en el otro.

Aunque a la gran mayoría de grupos y artistas que pasaron por el escenario de la Laboral no los conocía en absoluto, para mí el gran descubrimiento han sido estos holandeses. Un quinteto que integra en sus propuestas diferentes disciplinas para crear un conjunto que es realmente impactante.

Voet / Foot

Luego tomaría el relevo en el escenario, el norteamericano Willy Vautin, a la sazón cantante del grupo Richmond Fontaine, y que salió a las tablas acompañado por una guitarra y de otro músico que tocó la steel guitar y la trompeta, mientras nos desgranaba textos de su novela Vida de motel, en la que cuenta la vida de dos hermanos que no se pelean, y que por un accidente se ven obligados a cambiar totalmente su vida. Entre lectura y lectura, ofreció algunas canciones en lo que yo creo que fue la actuación más floja de todo el programa, ya que los textos quedaron muy colgados en el aire y sin terminar de quedar cerrados, lo que dejó una sensación de insatisfacción final.

Temas musicales de estética country, menos canónica de lo que estamos acostumbrados a escuchar por estos lares, pero que tampoco dejó nada especialmente reseñable en el aire.

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