martes, 27 de diciembre de 2011

Invictus, la copa que cambió Sudáfrica. (Clint Eastwood, 2010)



Corre el año 1995. Estadio Ellis Park en Johannesburgo (Sudáfrica). Final de la Copa del Mundo de Rugby. En 1994 Nelson Mandela, después de haber sido liberado de la prisión en 1990, se convierte en el primer presidente sudafricano negro y además elegido por sufragio universal. En ese momento, de facto, el régimen del apartheid sudafricano llega a su final.


Esas son algunas de las coordenadas de una historia a la que Clint Eastwood llega a través de Morgan Freeman, actor que llevaba ya un tiempo intentado llevar al cine el libro de John Carlin Playing the Enemy: Nelson Mandela and the Game That Changed a Nation (Jugando con el enemigo: Nelson Mandela y el partido que cambió una nación).


Recién llegado al poder Mandela, Sudáfrica está en una situación interna bastante difícil por los años de opresión sufridos por la mayoría negra, mientras es la minoría blanca la que todavía conserva todos los recursos del poder en el país. Así las cosas, Mandela tiene la visión de utilizar el deporte, concretamente el rugby, como ese pegamento social que convierta a Sudáfrica en una auténtica nación arco iris.


Empresa dificultosa en tanto en cuanto el rugby siempre había sido un deporte de blancos, mientras que los negros jugaban más al fútbol y, literalmente, odiaban a una selección de rugby en la que únicamente había un jugador negro. Además, se trataba de un equipo que estaba obteniendo malos resultados deportivos y por el que nadie daba un euro en la Copa del Mundo.


Mandela y Pienaar, el capitán del equipo, se embarcan en una aventura de futuro incierto que les tendrá que llevar a algo más que a ganar la Copa del Mundo, les tendrá que llevar a unir a blancos y a negros bajo una nueva bandera, la bandera de la igualdad y de la libertad para todos por igual.


Son buenos mimbres para una película de tono épico deportivo, sin embargo, Eastwood esta vez nos deja un trabajo para mi gusto simplemente correcto, demasiado plano porque todo es estupendo, todo avanza sin mayores sobresaltos y va por el camino trazado sin obstáculos de importancia. Casi parece que todo está narrado a mayor gloria de Mandela, al que por cierto da vida el propio Freeman en una interpretación de altura, y de la nueva Sudáfrica.


Los diálogos no aportan gran cosa y los momentos de mayor épica se quedan a medio camino, sin terminar de convertirse en las puntas de lanza que atraviesen el pecho del espectador y le involucren definitivamente en la suerte del equipo, salvo por algún momento de la gran final. No termina de ser una película aburrida pero sí es decepcionante teniendo el cuenta el magnífico currículo que acumula el Eastwood director en un trabajo en el que parece que se limita a cumplir con limpieza el encargo mientras está pensando en otra cosa.

domingo, 25 de diciembre de 2011

The Killing: Lágrimas en la lluvia



Los que pensábamos que Twin Peaks era una serie que anticipaba lo que iba a ser la televisión del siglo XXI, hemos tenido que esperar alrededor de dos décadas para empezar a ver materializada esa idea. Primero fue The Wire la serie que dinamitó los conceptos básicos de las series de policías y ahora es The Killing, transposición americana de la serie danesa Forbrydelsen, la que lleva al género policiaco a una dimensión ya apuntada por la genial serie de David Lynch, dejando de lado, claro está toda la fantasía, todo el surrealismo del genial Lynch.


The Killing transcurre por el medio de una Seattle siempre lluviosa, siempre gris, por callejones y penumbras, mientras la madeja del asesinato de Rosie Larsen (una asesinada que va camino de ser tan famosa como Laura Palmer), una buena chica adolescente, se va desenredando o enredando, según se mire, a lo largo de 13 capítulos, uno por cada día de la investigación.


Una serie con poca acción, donde no hay persecuciones vertiginosas, nada de alta tecnología capaz de coger al malo por sí sola, no hay sexo, sin tiroteos ni muertos a destajo pero que, sin embargo, consigue atrapar a un espectador que llega al final de cada capítulo, al menos es lo que me ha pasado a mí, con un nivel de angustia realmente elevado.


Y eso es así porque la historia no solo abarca el asesinado de Rosie Larsen, sino que nos lleva de la mano a ver la disolución de una familia hasta ese momento feliz, nos muestra los recovecos de unos detectives con vidas personales difíciles, todo eso en medio de una pugna política por la alcaldía de Seattle.


Mimbres todos ellos que se van entretejiendo para dar forma a un drama duro, real sin espacio para la fantasía, en medio de una lluvia constante que difumina los contornos de la misma manera en que lo están los perfiles de unos personajes con múltiples aristas y a los que da vida una nómina de actores y actrices realmente espléndidos.


Es una historia oscura, gris, de bajas pasiones y deseos ocultos, de recovecos psicológicos, de sueños que se rompen, de secretos, del precio que hay que pagar por el pasado y que deja en el aire una pregunta inquietante acerca de si es posible llegar a conocerse realmente a uno mismo y no digamos ya a los demás.


Como si de una danza ambientada en una atmósfera densa, espesa, un ir y venir entre la convicción y la duda siguiendo un camino para reflexionar acerca de la facilidad con la que condenamos las actitudes de otros sin tener toda la información en la mano, porque peor que el castigo de la justicia es el castigo social fundamentado únicamente en la sombra de la sospecha, mientras el verdadero culpable sigue en la oscuridad.

martes, 20 de diciembre de 2011

Michel Deguy


Quién Qué

Hace tiempo que no existes
rostro a veces famoso y suficiente
cómo te amo no lo sé desde hace mucho tiempo
te amo con indiferencia te amo con odio
por omisión por murmullo por cobardía
con terquedad contra toda verosimilitud
te amo perdiéndote para perder a
ese yo que se niega a ser de los nuestros llevado
de popa (este balcón contorneado sobre la sal)
ex-quién de espalda arrastrado entre dos aguas
ahora qué
boca castigada
boca castigada corazón que recorre la órbita
una pregunta a todo que abre en vano hacia el tercero


El aumento

Sin embargo me han crecido dos alas para mantenerme en tierra; para
ayudarme a caminar mis manos tienen dos ojos ahora, para tener a la altura de
matorrales me han llegado dos guías, camino haciéndome frente, formamos un
grupo antiguo; tengo dos aletas que vibran alrededor y lejos adelante, pestañas
vibrátiles para aproximar lo que está cerca, y dos ángeles para anunciar a igual
voz el futuro del cual el presente puede inspirarse; me han llegado dos olas que
vuelven suavemente a golpear cada flanco de mi barca; me ha ocurrido aprender
a ser hijo. Me han dado la mano para las manos las mejillas para la boca los ojos
a los ojos la frente como respuesta las piernas como una casa y también la
espalda como una ballena en zócalo en su elemento.


Estatuas yacentes

Enfrentados. Palingénesis que une los huesos de abajo con los
de arriba. Lo alto se tiende, se convierte en lo bajo. La unión
vuelve a formar ese haz; ese móvil arbotante ¿Cómo franquear
el segundo recinto, pasada ya la embriaguez del primer
cielo y de la descripción de lo real donde los senos glabros se
contemplan? Sabes que me cuesta hablar cada día más…
¿Cómo hablar de otra forma si la unidad inefable es lo que
mantiene, retirándose de ella, la morada en que nos encierra
la repulsión universal, la endíadis divina del plural?

domingo, 18 de diciembre de 2011

Merce Cunningham: La danza de la libertad


Cuando en julio de 2009 moría Merce Cunningham (nacido en Centralia, Washington en 1919), el mundo de la danza contemporánea perdía a una de sus figuras de referencia, a un miembro de ese olimpo ocupado por figuras como Isadora Duncan, Marta Graham, Diaghilev o Balanchines.

A lo largo y ancho de sus 90 años de vida, Cunningham siempre estuvo abierto a colaborar con artistas contemporáneos suyos y a aplicar los avances tecnológicos que se iban produciendo a sus coreografías. Así, va a ser fundamental la colaboración con el músico John Cage, su pareja durante muchos años, así como con artistas como Robert Rauschemberg, Andy Warhol o Nam Jun Paik.

Para buscar los orígenes de las coreografías de Cunningham, hay que remontarse a sus años de estudio en la Cornish School de Seattle. Allí empezó a interesarse primero por el teatro de la mano de Alexander Koriansky, la mismo tiempo que “empezaba sus estudios de danza de la mano de Bonnie Bird, una joven que había estudiado y bailado con Martha Graham, una coreógrafa que ya era renombrada internacionalmente”, como se explica en el obituario que publicó Alastair Macaulay en el New York Times.


El contacto con el teatro le hará conocer a nuestro bailarín la forma de interpretar a Shakespeare o Chejov, al mismo tiempo que aprendía las bases del método de Stanislavsky. El descubrimiento de las obras del fotógrafo Edward Weston o de la pintura de Paul Klee, y las danzas de los indios americanos, supondrán hitos importantes en la definición del estilo posterior de Cunningham.

Después de ser solista en la compañía de Martha Graham, Merce Cunningham presentará su primera coreografía en 1944 ya con música de John Cage. Ese fue el primer hito de una carrera basada en la libertad más absoluta, en la disociación de todos los elementos que intervienen en la danza. Así, por un lado planificaba la coreografía mientras que la música se componía totalmente aparte, de tal forma que los bailarines podían llegar al día del estreno sin haber bailado ni una sola vez con la música. Y lo mismo se puede decir de las luces o la escenografía.

“Mi campo sigue siendo el movimiento del cuerpo humano y eso no ha cambiado desde que nos erguimos para andar con los dos pies. Aunque las posibilidades específicas que tiene el cuerpo para moverse son relativamente pocas, su variación no tiene límites”, explicaba el propio bailarín en una entrevista que firmaba Laura Kumin en el año 2000.

Esa investigación alrededor de la complejidad del movimiento es lo que movió a Cunningham durante toda su vida, y eso se tradujo en espectáculos sin hilo narrativo, huidos de la estructura clásica y entrar en un camino más próximo a la vida con sus altos y sus bajos, sus sorpresas y el azar como presencia. Todo eso y muchas otras cosas más, se combinaron para dar nacimiento a una revolución absolutamente trascendental para el mundo de la danza.


Más adelante introducirá la programación informática como herramienta de ayuda para la construcción de coreografías y antes, en los años 70, ya se había interesado por la grabación de los espectáculos como forma de explorar el movimiento, de llegar a la comprensión profunda del movimiento.

Se puede bailar en cualquier sitio era otra de las máximas de Cunningham, de ahí que no fuera extraño que espectáculos suyos se desarrollaran en espacios no habituales, fuera de los teatros, y así la Plaza de San Marcos en Venecia, la estación Grand Terminal de Nueva York o una playa en la ciudad australiana de Perth, son escenarios que han visto las evoluciones de su compañía.

La gracilidad con la que se mueven algunos animales, la filosofía del budismo zen, la antropología, el puro movimiento, la libertad, junto con el vocabulario aprendido de Martha Graham y la técnica del ballet, son algunos de los elementos más relevantes de la revolución que Cunningham introdujo en el mundo de la danza.

viernes, 16 de diciembre de 2011

miércoles, 14 de diciembre de 2011

La villa de Salas, por el Camino de Santiago hacia occidente


Torre de Salas (s. XIV)
Casa Miranda o María Veiga

Salas es un municipio en el que apenas si viven 6.200 personas repartidas en 193 núcleos de población en algo más de 225 kilómetros cuadrados. Centro urbano importante en el trayecto del Camino de Santiago por el occidente asturiano, llegó a acoger tres hospitales de peregrinos en Cornellana, en la propia capital municipal Salas y en La Espina.

Cuando los romanos llegaron a la zona, movidos por la misma energía que les había llevado a Tineo y a otros lugares de la región, que no era otra que la explotación de las riquezas mineras especialmente el oro, se encontraron con unas poblaciones agrupadas en castros después de seguir un proceso que les llevó desde los abrigos prehistóricos y los campos funerarios tumulares, hasta el mundo de los castros.

El Nonaya es el río que riega las tierras sobre las que se asienta Salas como capital municipal, una población cuya carta puebla se remonta a 1277, año en el que Alfonso X firma el documento. Así se empieza a formar una población en torno a un castillo y en la que hoy podemos disfrutar de un pequeño pero coqueto conjunto histórico con tres edificios principales de singular interés.

Palacio de Valdés Salas (s. XVI)
La principal figura histórica surgida de Salas es Fernando Valdés Salas (Salas, 1483 – Madrid, 1568), arzobispo de Sevilla e Inquisidor General, cargo este último que ostentó entre 1547 y 1566 y para el que fue nombrado directamente por Felipe II. Hombre muy poderoso se aplicó con gran rigor en la persecución de moriscos y conversos y elaboró un índice de libros prohibidos. En su testamento dejó expresada su voluntad de fundar una Universidad en Oviedo que iniciaría su andadura en 1608.

Palacio Valdés Salas (s. XVI)
Escudo del Inquisidor en la Colegiata
En su localidad natal hoy se puede ver la que fuera su casa en un edificio del siglo XVI, en el que las habitaciones se organizan en torno a un patio central con columnas de madera y una fachada con un cuerpo central flanqueado por sendas torres. Hoy acoge la Casa de Cultura, un hotel rural con categoría de dos estrellas y la Oficina de Turismo.

Palacio al que se adosa la capilla de planta rectangular, ábside semicircular cubierto con bóveda de cañón y dos pisos de altura. Hoy es el Aula Valdés Salas perteneciente a la Universidad de Oviedo.

El edificio nobiliario está conectado por medio de un puente de arco de medio punto que deja pasar la calle, con una torre medieval con orígenes en el siglo XIV, restaurada a mediados del siglo pasado.

Una torre de planta cuadrada, diseñada con una evidente función defensiva y que conserva el sótano que albergaba las mazmorras, además de otras tres plantas que acogen al Museo del Prerrománico San Martín, llamado así por albergar piezas procedentes de ese antiguo templo.

Colegiata de Salas (s. XVI)
Colegiata
Pero sin duda ninguna el edificio de mayor importancia de la villa es la Colegiata de Santa María la Mayor, levantada por expreso deseo del Inquisidor General para acoger las tumbas de sus padres y la suya propia. Un edificio en el que se pueden ver elementos que todavía recuerdan al estilo gótico a pesar de estar elevado en el siglo XVI, pero que deja ver también elementos renacentistas. En su interior alberga la obra de arte renacentista más importante de Asturias, como es el mausoleo del propio Valdés Salas, obra del italiano Pompeo Leoni, autor también del sepulcro de los padres del inquisidor. Si a eso unimos el retablo mayor  y la capilla de los Malleza, con su retablo de inspiración manierista, nos encontramos con un conjunto realmente notable.

Y como todo no va a ser arte, para los aficionados a los dulces (llambiones diríamos por aquí), la recomendación ineludible son los carajitos o carajillos del profesor. Se trata de unas pastas de avellana cuyos orígenes se remontan a 1918 y cuya historia se puede leer aquí y la receta para su elaboración aquí.

Balcón de inspiración modernista

domingo, 11 de diciembre de 2011

Momentum: Mayumaná al filo del tiempo



En el año de su 15 cumpleaños el grupo israelí Mayumaná trajo hasta el gijonés Teatro Jovellanos su espectáculo Momentum, estrenado en el año 2008, y que está en la recta final de su vida sobre los escenarios.

Un espectáculo apoyado en dos pilares fundamentales. Uno es el virtuosismo de los bailarines-músicos-actores y, por otro, las nuevas tecnologías, para dar forma a un espectáculo en el que el público también tiene una participación importante, y en el que a lo largo de la hora y media de duración, consigue que los espectadores nos olvidemos del tiempo y eso a pesar de que el tiempo es precisamente el sujeto que da la base al espectáculo.


Si algo enseña Momentum es la necesidad de aprovechar, de disfrutar de un tiempo que unas veces tenemos la sensación de que pasa a una velocidad de vértigo mientras que otras parece que se ralentiza y no termina de pasar. Un espectáculo tecnológico en el que se dan la mano el rock, los sonidos africanos, los del sur de España, el rap, tecno, música electrónica y algunas cosas más, en un todo que lejos de parecer un totum revolutum, es un espectáculo homogéneo, vibrante, lleno de luz, de relojes y de sensaciones imposibles de resumir en palabras.

Una hora y media trepidante, a ritmo de relojes enloquecidos, de talento, de música, de vibraciones para decirnos, entre otras muchas cosas, que todas las personas latimos a un ritmo distinto, cada uno lleva cosas diferentes en su corazón, pero que los unimos, que si latimos todos juntos, los ritmos se vuelven complementarios, se pueden fusionar para crear un ritmo nuevo, un latido sumatorio en el que todos nos podemos reconocer.

Eso es lo importante, descubrir, conocer y compartir el ritmo, la vitalidad, el tiempo, la vida en definitiva que sin eso pierde una parte importante de su salsa. Sin embargo, el tiempo se impone y el espectáculo llega a su término en un final apoteósico en el que todo el teatro, absolutamente entregado, se funde en el ritmo que se le propone y la suma de todos convierte ese momento en algo especial, irrepetible, mágico, lleno de vida.

martes, 6 de diciembre de 2011

La villa de Tineo, historia y tiempo


Dolmen de Merillés
Portada del templo de san Francisco (s. XIII)

El municipio de Tineo está situado en el suroccidente de Asturias y ocupa una superficie entorno a los 504 kilómetros cuadrados, con una población que apenas si alcanza los 12.000 habitantes. Personas que hoy ocupan un solar que ya conoce la presencia de los seres humanos desde la prehistoria como así atestigua el dolmen de Merillés, auténtico hito en el paisaje montañoso del municipio.

Antiguos grupos humanos que en su evolución van a ir caminando hacia el mundo de los castros, hasta ir tomando conciencia de formar parte de la tribu de los pésicos, cuyos miembros serían los encargados de mantener un primer contacto con el invasor romano llegado a la zona para explotar los recursos auríferos.

Diluida la presencia romana, Tineo formará parte del reino suevo para luego entrar dentro del territorio de la monarquía asturiana y seguir un devenir histórico marcado por ser la villa asturiana que primero contó con una carta puebla emitida por un monarca. Eso fue en 1222 y el firmante fue Alfonso IX. Previamente, en tiempos altomedievales no demasiado claros se había levantado el importante monasterio benedictino de Obona, hoy en un lamentable estado de abandono. Eso sin olvidar el importante paso del Camino de Santiago por sus tierras.

Fachada del Palacio de Merás (s. XVI)
Centrándonos en la capital, del mismo nombre que el municipio, hoy se ha convertido en una villa tranquila que todavía conserva vestigios interesantes de su pasado histórico y monumental. Sin duda el edificio más visible es el Palacio de Merás, un edificio renacentista que desde hace tres años, después de una profunda y respetuosa restauración, acoge un establecimiento hotelero de cuatro estrellas.

Se trata de un edificio construido en el siglo XVI y fue el solar original de García Fernández de la Plaza, militar de fama adquirida por ser quien derrotó y dio muerte al temible pirata Barbarroja. Eso explica que en el escudo familiar aparezca la cabeza de Barbarroja con su bandera y un alfanje y cinco cabezas de turco por orla. Esa historia la recuerda hoy un mural pintado en el interior del palacio-hotel, firmado por el asturiano Jambrina.
Pieza labrada con la palabra "Merás"
El palacio se construyó en el año 1525 y presenta una estructura de fachada flanqueada por sendas torres de planta cuadrada, y en su interior alberga un impresionante patio formado por columnas de orden toscano sosteniendo arcos escarzanos en la parte baja y un corredor de madera en el piso alto.

La fachada se remata con un frontón que alberga el escudo nobiliario, con pilares adosados con acanaladuras sobre los que aparece un dintel también acanalado, estructura que se repite en los dos grandes vanos del primer piso.

Palacio de los García (s. XVI)
Subiendo por la calle Mayor nos encontramos con el Palacio de los García de Tineo o de los Maldonado, que de las dos formas se le conoce, y que hoy alberga la Casa de Cultura Conde de Campomanes. Una construcción palacial que alberga un torreón semicircular de tiempos bajomedievales, como una forma de marcar la antigüedad de un linaje que levanta el nuevo palacio también en los inicios del siglo XVI y restaurado a finales de la centuria siguiente o primeros años del XVIII.

Al interior del edificio se accede por medio de una puerta rematada en arco apuntado formado por grande dovelas pétreas bien escuadradas, con una suerte de guardapolvo. Por encima se pueden ver dos escudos nobiliarios y desplazada hacia la izquierda un vano doble con parteluz y rematado cada uno de ellos con un arco de medio punto. Alfiz, alfeizar y antepecho terminan de definir una estructura decorada con bolas  y puntas de diamante. Sobre el vano aparece un balcón con barandilla metálica.

A escasos metros, siguiendo el ascenso por la calle, aparece el templo de san Francisco, una fundación franciscana que formaba parte del monasterio de san Francisco del Monte. Iglesia de una sola nave con orígenes en el siglo XIII, de los que conserva una torre, junto con la portada occidental con tres arquivoltas ojivales. Hojas de castaño decoran los capiteles de la derecha y en la izquierda se pueden ver dos cuadrúpedos afrontados, otro presenta hojas lanceoladas y el tercero hojas de yedra.

Capiteles de la portada de la iglesia de san Francisco (s. XIII)
Asimismo se puede ver un tosco taqueado jaqués que demuestra que los artistas que trabajaron allí no tenían una gran pericia técnica al resultar la talla de todo el conjunto bastante tosca. El interior se organiza a través de tramos de bóveda de crucería, a excepción del ábside cubierto por una gran bóveda de cañón. Gruesos contrafuertes exteriores completan el sistema de sustentación del edificio.

Siguiendo la calle, a un kilómetro más o menos, aparece la capilla de san Roque relacionada con un antiguo hospital de peregrinos. Según un cartel explicativo que se puede ver en el exterior, la capilla fue fundada en el siglo XIII y remodelada en el XVI.

Capilla de san Roque (s. XIII)
Los aficionados a la historia pueden encontrarse con el balcón desde el que el general Riego, natural de Tineo, dirigió un discurso el 4 de octubre de 1820, tres años antes de su ejecución tras ponerse fin al Trienio Liberal.

José Francisco Maldonado González, último presidente de la República Española en el exilio es otro de los hombres importantes salidos de estas tierras del suroccidente asturiano.

Palacio de los García (s. XIII) y la calle Mayor

domingo, 4 de diciembre de 2011

Rirkit Tiravanija: el arte sí da comer


He promised. Secession, Viena (2002)

Hace ya unos años en la Bienal de Arte de Oviedo vi una obra en la que sobre un fondo azul claro el artista había señalado la silueta de un plato y había escrito: “El arte no da de comer”, una afirmación con la que seguramente no estaría de acuerdo este tailandés nacido accidentalmente en Buenos Aires en 1961, ciudad en la que su padre ejercía como diplomático.

He promised. Secession, Viena (2002)
Y digo eso porque Tiravanija tiene una concepción del arte en el que la comida juega un papel fundamental, no en vano su obra presentación ante el gran público y ante la crítica, en 1992, fue una suerte de acción de guerrilla en la que vació una oficina en el Soho para convertirla en una completa cocina en la que empezó a cocinar curry tailandés y cualquiera que pasara por allí podía servirse y comer allí mismo o llevarse la comida a donde quisiera.

Desde entonces ha repetido acciones de ese tipo en varias ocasiones, incluso llegó a hacer una réplica de su apartamento neoyorquino en el interior de una galería, de tal forma que las personas pudieron quedarse viviendo en esa instalación durante el tiempo que duró la exposición a pensión completa. Allí la gente dormía, comía e incluso practicaba sexo.

La actitud de Tiravanija hacia el arte viene muy influenciada, como él mismo ha reconocido alguna vez, por la obra de Duchamp y de Malevich, artistas a los que conoció en el instituto cuando estaba pensando dar a su vida un rumbo profesional como fotoperiodista. En ese momento decidió que quería probar fortuna en el mundo del arte con una particular forma de fusionar vida y arte.

Palm Pavilion (2008)
Entiende el arte como una suerte de espacio en el que se produce una sociabilidad peculiar, diferente, por medio de unas instalaciones formadas por objetos modestos, en los que reproduce espacios que bien pueden ser su apartamento como una chabola o un típico retrete tailandés, generando una nueva dinámica de interacción y de visualización de una obra que, en cierto modo, trata de reconstruir fragmentos de realidad y establecer una dinámica entre la realidad vivida por el espectador y esa suerte de no representación de la misma.

Untitled. Passport nº3 (2006)
Es una realidad precaria la que nos presenta Tiravanija, una realidad en movimiento, dinámica, que no entiende de fronteras ni de las políticas ni de las mentales, ni suyas ni de un espectador que se puede ver inmerso en un experimento de tipo social cuando decide entrar de lleno en una de las instalaciones diseñadas por Tiravanija.

Untitled. Assile flotant (2010)
Planos de ciudades, pasaportes, elementos procedentes de lugares de interés arqueológico o arquitectónico, son símbolos que representan elementos de las experiencias históricas compartidas que de la mano de este artista ven sus funciones o significados subvertidos, algo a lo que ayuda con unos títulos que juegan al despiste, que cambian en función del lugar en el que se muestran. Todo eso crea una gran complejidad en el particular juego social que nos plantea Tiravanija.

martes, 29 de noviembre de 2011

Haim Steinbach: el artista y el objeto


Devil Kong (2008)
Todos nosotros vivimos en un caos más o menos ordenado de objetos que forman parte de nuestra cotidianeidad, objetos a los que apenas si prestamos más atención de la necesaria para utilizarlos cuando los necesitamos o para echarlos de menos cuando los hemos perdido y notamos, por lo que sea, su ausencia. Objetos que nos hacen la vida algo más sencilla, que nos ayudan, nos divierten y que son capaces de convivir en los estantes de la cocina, por ejemplo, formando una sinfonía de colores, tamaños unas veces más armónicas que otras.

Objetos con los que establecemos relaciones extrañas, de afecto, capaces de producirnos asociaciones de ideas absolutamente personales e intransferibles, de hacernos rememorar momentos y sensaciones placenteras o no. Objetos fruto de nuestro consumismo, testigos de una cultura del tener, de una cultura, en ocasiones, de la sensación de necesitar tener sin pararnos a reflexionar acerca de si realmente lo necesitamos o no.

De ahí que cuando nos encontramos con artistas como Haim Steinbach (Rehovot, Israel, 1944), de padres judíos huidos de la Alemania nazi y luego instalados en Estados Unidos en los años 50, sentimos una extraña desazón. Encontrarnos cara a cara con objetos totalmente reconocibles, con juguetes que podrían ser los de nuestros hijos, lámparas que pueden estar en nuestros salones, en fin, objetos definitorios de nuestro día a día, no podemos evitar una cierta sensación de inquietud.

A Defining Moment 1 (2008)
Esos objetos han cambiado los armarios de la cocina por unas estanterías colocadas en las paredes de una sala de exposiciones, cambiando así radicalmente su contexto y, por tanto, la percepción que tenemos de ellos, se han convertido en símbolos, nos están mirando desde la altura y nos señalan con el dedo, nos hablan a las claras de nuestra sociedad de consumo muchas veces irracional.

A Military Theme (2008)
Llegados a estas alturas del artículo cabe empezar a pensar que la base del trabajo de Steinbach tiene que ver con el concepto de ready-made de Duchamp, del objeto construido convertido en obra de arte por el simple hecho de que el artista estampa en él su firma. Sin embargo, Steinbach tiene en cuenta algo más, valora el contenido estético de los objetos que utiliza (comprados en tiendas o mercadillos o prestados por amigos o encontrados en las calles), potencia ese contenido y propone un acercamiento estético a esos objetos.

Untitled (Strainer, soap dispenser) (2009)
Piezas muchas veces combinadas por parejas de elementos capaces de establecer contrastes sugerentes, capaces de generar asociaciones insólitas y un cierto sentido de orden en el caos aparente que supone esa asociación. Un acercamiento nada sencillo de hacer y en cuyo camino fácilmente podemos perdernos acostumbrados como estamos a buscar explicaciones rápidas a las cosas sin dejarles tiempo a calar, a dejar su mensaje, su huella.

Untitled (Hulk) (2009)
Objetos de consumo que tal vez no sean más que autorretratos de la sociedad en la que vivimos y, por lo tanto, autorretratos de todos y cada uno de nosotros, y pienso siempre en eso que llamamos sociedad occidental o desarrollada. Y es que los objetos que poseemos hacen un retrato infalible de nuestros gustos, hábitos o deseos, hablan más de nosotros que nosotros mismos.

Tonkong Rubbermaid II-1 (2007)

domingo, 27 de noviembre de 2011

Tomás Luis de Victoria, un aniversario olvidado


Convencido como estoy de que hay cosas que hay que hacer por memoria, por justicia o, simplemente, por vergüenza, de la misma manera que tengo en convencimiento de vivir en un país desagradecido, amnésico y desvergonzado, me dispongo a recordar la figura de uno de los grandes compositores españoles como es Tomás Luis de Victoria, del que este año se cumple el 400 aniversario de su fallecimiento.

Un aniversario que, me temo, pasará desapercibido para la práctica totalidad de los ciudadanos de este país. Un recuerdo que es de justicia y que voy a hacer desde una posición de una persona que no es aficionada a la música renacentista, algo que no me impide reconocer la importancia de Tomás Luis de Victoria, probablemente, junto con Manuel de Falla, la figura cumbre de la composición musical española.

Nuestro protagonista de hoy nació en Ávila en 1548, una ciudad que por cierto solo recuerda a uno de sus hijos más ilustres con una calle y con el nombre que recibe el conservatorio de música, y fallece en Madrid en 1611. Los paisajes de su Ávila natal serán los que vean dar los primeros pasos a un de Victoria niño y adolescente, huérfano de padre a los nueve años, para, con diez años, entrar como niño cantor en el Catedral de su ciudad donde recibió sus primeras enseñanzas musicales.

Unos dicen que con 17 años y otros que con 18, viaja a Roma para entrar en el Colegio Germánico, una institución de los jesuitas, donde tendrá la fortuna de conocer a uno de los grandes compositores de aquella época, el italiano Palestrina (1525-1594), figura clave en la música vocal destinada a difundir los valores de la religión cristiana.

Tomás Luis de Victoria, que además estaba preparando su ingreso en la función sacerdotal, alcanzó una altura musical que hizo que ya en su tiempo se comparara su genio con el de el propio Palestrina y el de Orlando di Lasso (1532-1594) autor de una prolífica obra musical tanto profana como sacra. A diferencia de los dos anteriores, de Victoria únicamente compuso música de carácter religioso. Así nos ha dejado un buen repertorio de misas, motetes, himnos, salmos y magnificats.

Del Concilio de Trento (1545-1563) salen las bases de la liturgia católica y a esa liturgia será a la que le ponga música nuestro compositor, una música adelantada a su tiempo y en la que anticipa lo que serán muchas de las claves que definirán la música barroca que llegará poco después. Incluso no falta quien vea la influencia del abulense en algunas composiciones de Mozart.

A lo largo de su vida irá ocupando diferentes dignidades eclesiásticas y durante algunos de esos periodos su producción musical será escasa pero no por ello de menos calidad y los expertos destacan especialmente su Officium Defunctorum, compuesto en 1605 para las exequias de la emperatriz María que se había retirado al monasterio madrileño de las Descalzas Reales después del fallecimiento de su esposo Felipe II. Asimismo, son reconocidos los motetes que dejó compuestos de Victoria y que aparecieron publicados en varios volúmenes.