Los que pensábamos que Twin Peaks
era una serie que anticipaba lo que iba a ser la televisión del siglo XXI,
hemos tenido que esperar alrededor de dos décadas para empezar a ver
materializada esa idea. Primero fue The Wire la serie que dinamitó los
conceptos básicos de las series de policías y ahora es The Killing,
transposición americana de la serie danesa Forbrydelsen, la que lleva al género
policiaco a una dimensión ya apuntada por la genial serie de David Lynch, dejando
de lado, claro está toda la fantasía, todo el surrealismo del genial Lynch.
The Killing transcurre por el
medio de una Seattle siempre lluviosa, siempre gris, por callejones y
penumbras, mientras la madeja del asesinato de Rosie Larsen (una asesinada que
va camino de ser tan famosa como Laura Palmer), una buena chica adolescente, se
va desenredando o enredando, según se mire, a lo largo de 13 capítulos, uno por
cada día de la investigación.
Una serie con poca acción, donde
no hay persecuciones vertiginosas, nada de alta tecnología capaz de coger al
malo por sí sola, no hay sexo, sin tiroteos ni muertos a destajo pero que, sin
embargo, consigue atrapar a un espectador que llega al final de cada capítulo,
al menos es lo que me ha pasado a mí, con un nivel de angustia realmente
elevado.
Y eso es así porque la historia
no solo abarca el asesinado de Rosie Larsen, sino que nos lleva de la mano a
ver la disolución de una familia hasta ese momento feliz, nos muestra los
recovecos de unos detectives con vidas personales difíciles, todo eso en medio
de una pugna política por la alcaldía de Seattle.
Mimbres todos ellos que se van
entretejiendo para dar forma a un drama duro, real sin espacio para la
fantasía, en medio de una lluvia constante que difumina los contornos de la
misma manera en que lo están los perfiles de unos personajes con múltiples
aristas y a los que da vida una nómina de actores y actrices realmente
espléndidos.
Es una historia oscura, gris, de
bajas pasiones y deseos ocultos, de recovecos psicológicos, de sueños que se
rompen, de secretos, del precio que hay que pagar por el pasado y que deja en
el aire una pregunta inquietante acerca de si es posible llegar a conocerse
realmente a uno mismo y no digamos ya a los demás.
Como si de una danza ambientada
en una atmósfera densa, espesa, un ir y venir entre la convicción y la duda
siguiendo un camino para reflexionar acerca de la facilidad con la que
condenamos las actitudes de otros sin tener toda la información en la mano,
porque peor que el castigo de la justicia es el castigo social fundamentado
únicamente en la sombra de la sospecha, mientras el verdadero culpable sigue en
la oscuridad.
Yo me quedé en Twin Peeks, Alfredo, y creo que no se ha hecho nada igual, aunque tengo que reconocer que no he visto The Killing; así, que tendré que hacerlo, sobre todo si la recomiendas tú.
ResponderEliminarAprovecho para desearte un feliz final de año y mejor entrada del nuevo. Abrazos.
PACO: Pienso que a todos los que nos gustó Twin Peaks no podemos dejar de encontrar puntos en común entre las dos series, aunque también es cierto que no estamos ante un nuevo Twin Peaks ni mucho menos como algunos han querido vender. Parece que un nuevo concepto en la series policiacas se va abriendo camino y para bien.
ResponderEliminarEspero que los hados educativos te sean propicios y que tengamos un 2012 con mucho arte!!!
Un abrazo!!