Vista del concejo de Allande desde el alto del Pozo de las Mujeres Muertas |
El pasado fin de semana tuve la oportunidad,
junto con un grupo de amigos y un guía de excepción con raíces familiares en la
zona e implicado en todo lo que suponga mantener vivas las tradiciones del
concejo, de visitar el municipio de Allande, en el suroccidente de Asturias. De
esa visita van a salir varios artículos que iré publicando en este blog durante
los próximos días, con el fin de haceros llegar a todos las maravillas
arquitectónicas, castreñas, paisajísticas y culturales de una zona a la que
siempre apetece volver.
Exterior de la iglesia de santa María de Zalón. |
La primera visita que hicimos fue a la
iglesia románica de Santa María de Celón, cuyas trazas generales remiten al
siglo XII y que fue la iglesia de una fundación monástica certificada en el
siglo XI, de la que únicamente ha sobrevivido esta edificación. Se trata de una
construcción de una única nave rectangular y una cabecera también rectangular
cubierta con bóveda de cañón apuntada, lo que supone un regreso a modelos
primigenios relacionados, en el caso asturiano, con las edificaciones de la
época de la monarquía asturiana, es decir, un regreso a soluciones arcaicas.
Vista de uno de los capiteles de la portada. |
Eso se debe al trabajo de talleres locales
que toman como modelo algunos ejemplos altomedievales existentes en las
proximidades, y también a la falta de recursos económicos para afrontar
edificaciones con mayores ambiciones estilísticas y arquitectónicas. En el
exterior destaca la portada principal, elemento de grandes connotaciones
simbólicas en tanto en cuanto se trata del ámbito de paso desde el espacio
terrenal a un lugar fuertemente espiritual capaz de garantizar la salvación
eterna, eso sin olvidar aquellas palabras adjudicadas a Jesucristo cuando dijo:
“Yo soy la puerta, quien entré por mí se salvará”.
Canecillo con cabeza de animal. |
Explicada muy someramente, esta portada
está formada por tres arquivoltas y dos capiteles en los que se repite el
motivo de dos aves picoteando algún tipo de fruto, simbolizando las almas de
los fieles comiendo del alimento del paraíso. El resto de la decoración está
formada por máscaras, bolas y serpiente. Tanto esta escultura como la
apreciable en los canecillos muestra la mano de un artista un tanto tosco e
ingenuo.
Hombre matando al cuélebre. |
Destaca fuertemente la presencia en el muro
exterior del ábside de una curiosa escultura en la que un hombre está
atravesando con su lanza a una figura que unos identifican con un dragón y
otros con un cuélebre, es decir, con la serpiente emplumada de la mitología
asturiana cuya función principal era la de cuidar tesoros (ayalgues, en
asturiano). La mitología lo describe como un animal con ojos que son ascuas incandescentes, tiene
el cuerpo recubierto de escamas y tiene alas de murciélago y su único punto
débil era la garganta. Incluso se conserva un agujero en el muro por el que se
dice que entraba y salía el cuélebre. En este caso la tradición oral dice que
el hombre representa a un peregrino al que el pueblo pidió que diera muerte al
cuélebre, y la rosca que aparece a sus pies sería la recompensa recibida por
conseguir tan compleja hazaña.
Agujero por el que se dice que entraba y salía el cuélebre de la iglesia. |
Las
pinturas
Coronación de la Virgen en la bóveda del ábside. |
Pero sin duda ninguna el auténtico tesoro
de esta iglesia está en su interior, gracias a unas pinturas románicas que forman el mejor conjunto de pinturas de esa época
existente en Asturias, y a otras del siglo XVI obra de un maestro anónimo al
que se conoce en los medios especializados, como el maestro de Celón, también con
obra en los concejos próximos de Tineo y Grado.
Jesús ante Caifás. |
En ese conjunto mural se pueden ver
distintas escenas de las vidas de Cristo y de la Virgen: la Última Cena y Jesús
ante Caifás, prendimiento y flagelación, Jesús ante Pilatos y la Calle de la
Amargura, Jesús en el limbo y la Resurrección, la Cricifixión, Adán y Eva;
mientras que en la bóveda se representa la coronación de la Virgen y el
Tetramorfos (los símbolos de los evangelistas), detrás del retablo mayor, del
siglo XVIII, sigue el Calvario, en el frente del altar la Anunciación, y en el
intradós del arco de triunfo las figuras de la Muerte y un Avariento en frente.
Representación de la Muerte en el intradós del arco toral. |
Continuará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario