“Mis principales armas son el humor y la precisión. Sólo gracias a la frialdad de la precisión se puede traducir el fuego del alma, y sólo gracias al humor se puede traducir aquello que hemos visto. Mi subjetividad no debe tener ningún límite para que mis telas sean objetivas. Es en uno mismo que se encuentran todos los enigmas del mundo y su solución.”
Siempre digo
que hay dos formas de disfrutar del arte; una es desde el punto de vista
puramente visual y, otra, desde un punto de vista intelectual. Sé que no soy
nada original con esta afirmación perfectamente aplicable a cualquier otra
manifestación artística del tipo que sea. De ahí la importancia de conocer, de
saber, de indagar sobre un artista y su universo para llegar a un disfrute lo
más pleno posible de su obra.
Saber que
Konrad Klapheck nació en Düsseldorf en 1935, que sus padres eran judíos, su
padre fallecido en 1939 después de haber sido expulsado de la docencia en la
Kunstakademie de Düsseldorf por las leyes racistas de los nazis, y que su mujer
viera como su propio padre era conducido a Auschwitz, además de conocer lo que
fue la Alemania de la postguerra, son acontecimientos que de una u otra forma
tenían que tener relación con su arte.
Aunque la
tienen, no lo hacen de una forma directa sino de un modo que le acerca más a
las concepciones de los surrealistas, no en vano estudió en la academia en la
que habían enseñado sus padres, con Bruno Goller, un conocido surrealista, y en
los años 60 tendrá relación con el grupo surrealista parisino de Andre Breton.
Años en los
que se estaban desarrollando movimientos como el expresionismo abstracto, el
arte brut, el informalismo, entre otros, que tienen una relación particular con
el maquinismo de la época. Un maquinismo que va a utilizar Klapheck para
explicar su propia autobiografía. Así reproduce máquinas de escribir, planchas,
máquinas de coser, motocicletas, neumáticos, entre otros muchos objetos
presentados de forma monumental. “Decidí construir todo un sistema de temas
mecánicos para contar mi autobiografía a través de ellos”, ha dejado dicho el
propio artista.
Entre esos
objetos tienen una relevancia especial las máquinas de escribir, un instrumento
detrás del cual se esconden resonancias filosóficas, no en vano Nietzsche fue
el primer filósofo en utilizar una de esas máquinas para escribir sus teorías,
además de ser también de los primeros en estudiar la relación de las máquinas
con el ser humano. Máquinas que también son instrumentos al servicio del mal,
si pensamos en todos esos burócratas nazis pasando a máquina sentencias de
muerte, listas interminables de personas condenadas a los campos de
concentración, auténticos engranajes vitales para que la barbarie siguiera
girando.
Instrumentos
que también hablan de los roles masculinos y femeninos. Máquinas de escribir al
servicio de aquellos hombres que toman las decisiones importantes, relegando a
las mujeres a su papel de amas de casa, más unidas a sus máquinas de coser como
elementos indispensables dentro del rol de guardianas del hogar que les había
otorgado la ideología nazi.
Unas máquinas
que en medio de las ruinas de la Alemania postbélica, en palabras del propio
artista, “eran lo contrario [a la ruina]; eran una imagen de perfección". Con
toda esa concepción de fondo, los objetos de Klapheck, aparentemente realistas,
devienen en fetichistas, en contenedores de mensajes secretos, de arcanos a
desentrañar. Más adelante, incorporará a su universo creativo retratos de sus
amigos o de figuras del jazz o del boxeo.
Más información: Ketterkunst [en], Corbettvsdempsey [en], Fundación Stampfli, Art Directory [en], The Free Library [en]
Impactante e impresionate.
ResponderEliminarbesos! amigo Alfredo
...leyendo tu publicación me ha venido a la mente un documental que vi hace años en el canal Historia sobre un pintor pacifista en la Alemania nazi que al huir del país tuvo que abandonar toda su obra pictórica y solo pudo pedirles a sus amigos y familiares que trocearan un tríptico en el que había estado trabajando durante años para que lo ocultasen de los nazis... luego con el tiempo, los historiadores intentaron reconstruirlo... No sé si te suena... quizá te inspire otra publicación ;) (perdona la parrafada).
ResponderEliminarCAS: Sí que lo es. Un gran artista.
ResponderEliminarUn beso!
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SEHPURPUR: Pues no tenía noticia sobre ese artista alemán que me comentas, pero has conseguido despertar mi curiosidad. Indagaré sobre su figura. Gracias.
Un saludo!