Drawing from Stereoscope, 1998-99. |
Después
de estudiar mimo y teatro en una prestigiosa escuela parisina, el sudafricano
William Kentridge (Johannesburgo, 1955), se dio cuenta de que su camino
artístico no estaba vinculado a la escena, al menos como actor, por lo que
decidió dar un giro para dedicarse por completo al arte, sin perder por ello la
vinculación teatral que ha mantenido como director, escenógrafo o guionista, lo
mismo que en el cine.
Adaptability: Compliance: Silence, 1999. |
Kentridge
se ha convertido en uno de los grandes animadores de la escena artística
internacional, gracias a un arte comprometido, muy enraizado en los problemas
raciales de su país natal y que le han llevado a ser equiparado a figuras como
Daumier o Goya. Del genio español son muy deudoras algunos de sus grabados e
impresiones.
Arc Procesion Develop, Catch Up, Even Surpass, 1990. |
Sus
padres fueron abogados blancos centrados en la defensa de los derechos de los
ciudadanos de color en la Sudáfrica de los años más duros del apartheid. De
hecho, su padre participó en la defensa de Steve Biko, una de las figuras señeras
de la defensa de los derechos civiles de la población mayoritaria del país.
Sleeper Red, 1997. |
Ese
contexto será capital en el posterior desarrollo artístico de Kentridge, que
tiene en los conceptos de memoria, de construcción de significados, de los
sentimientos de opresión, de culpa, de dolor, bases apreciables de una forma
muy expresionista en la mayoría de sus obras, independientemente del camino
artístico que elija en cada momento para dar salida a su creatividad.
Ubu Tells the Truth, 1996-97. |
Sin
embargo, sus obras no hacen referencias directas al régimen racista
sudafricano, sino que lo hace en forma de, digamos, elipsis, de la metáfora,
abordando la naturaleza de las emociones y su relación con la memoria en un
contexto de cambio radical de las estructuras políticas en su país.
Felix in Exile, 1994. |
Las
figuras de Kentridge muestran claramente sentimientos de frustración, enseñan
vidas encadenadas a sillas quién sabe si de oficina, recluidos en unas vidas
que tienen más de prisión que de otra cosa, mientras se sienten acosados por
sentimientos de duda o de culpa. De ahí que en alguna ocasión se haya
calificado a sus obras como un “teatro de la mente”.
Universal Archive (Twelve Coffee Pots), 2004. |
Gatos,
árboles, cafeteras, figuras desnudas, son constantes en la obra del
sudafricano, figuras que, a veces, somete a un proceso de pérdida de contorno
en una suerte de viaje desde la figuración hasta la abstracción. Elementos que
reproduce sobre páginas de libros con el objetivo de cuestionar el proceso de
construcción del significado que damos a las cosas o las palabras.
Se le nota la base teatral, de mimo o de danza, en la tranformación quieta o en secuencias de sus obras, tienen todas, cierto movimiento o parpadeo. Muy buena esa cafetera transformada en pictograma oriental, casi parece cine.
ResponderEliminarOtro descubrimiento que me desvelas, gracias y besitos, amigo Alfredo.
Ese camino que traza desde un objeto cotidiano de líneas claras, hasta convertirlo en una suerte de pictograma, es de lo más llamativo de este autor.
ResponderEliminarUn abrazo!