jueves, 5 de julio de 2012

Tina Barney y el teatro de la conducta


Jill and I, 1993.

Nacida en el seno de una familia perteneciente a la élite social de la zona de Nueva York y Nueva Inglaterra, Tina Barney (Nueva York, 1945), tuvo la vida propia de las clases altas, esto es colegios de lujo, servicio, buenas casas, despreocupaciones económicas. Realidades que algunas veces se han utilizado para rebajar la calidad de Barney como artista.

Marina's room, 1987.
Fue su abuelo el primero de darle nociones de fotografía cuando era una niña, y quien le enseñó a sacar sus primeras fotos de un modo totalmente amateur. Ese temprano contacto con la fotografía la llevará, a los 26 años, a introducirse en el coleccionismo. El matrimonio la convirtió en la típica mujer de clase alta norteamericana centrada en la gestión del hogar, la crianza de los hijos y ocupar el tiempo libre el compras o practicando el esquí.

The Daughters 2002.
Una vida que terminó por aburrir a nuestra protagonista que empezó a sentir la necesidad de un realización personal y profesional. Divorcio mediante, mediados de los años 70 Tina Barney empezó a introducirse en el mundo de la fotografía hasta llegar a desarrollar un estilo muy personal en el que se borran las fronteras entre la fotografía documental y la artística.

The Young Men, 1993.
Barney se sumerge con su cámara en su propio universo familiar y de amistad, retratando a las personas en sus propios ambientes, en sus propios domicilios, en los universos en los que se sienten cómodos y forman parte de su rutina diaria. Unos modelos que traslucen una cierta distancia, una cierta incomodidad o tensión, algo que forma parte de la educación que reciben las personas de un determinado estatus social.

The Tapestry, 1993.

“Cuando me dicen que en mis fotografías existe un distanciamiento, una frialdad, que la gente siente que no conecta con lo que está viendo, eso es lo mejor que puedo hacer. Esa incapacidad para mostrar un afecto físico forma parte de nuestra herencia”, reconoce la propia Tina Barney.

La artista lo que consigue es penetrar en un microcosmos cerrado para trazar un mapa psicológico y sociológico de él, de unas personas que autorizan la presencia de Barney tal vez únicamente porque es una más de ellos, y eso le permite tener una acercamiento insólito a su intimidad.

En ocasiones la propia Barney ha definido su obra como una suerte de “teatro de la conducta”, algo que también tiene que ver, como decíamos antes, con los modales, con esa educación que tiende a mantener la distancia con aquellas personas con las que no tenemos la confianza suficiente, con el doble motivo de proteger nuestra propia intimidad y, al mismo tiempo, no invadir la del otro.

Fotografías en ocasiones de gran tamaño, de hecho Tina Barney fue una de las primeras fotógrafas en hacer obras en color de un tamaño suficientemente grande como para competir en tamaño con los cuadros de grandes dimensiones. Un tamaño que le permite a la artista trasladar al espectador la sensación de estar dentro del espacio, toda vez que puede apreciar todos los detalles de las personas, los objetos y los espacios que las acogen.

The Waterview, 2011.
A partir de 2005, Tina Barney empezó a desarrollar un trabajo que tituló Small Towns (Ciudades pequeñas), esas localidades en las que desde tiempos inmemoriales se hacen desfiles de bandas de música durante las fiestas, se organizan comidas campestres de ambientación antigua o recreaciones de batallas de la Guerra Civil.

The Rehearsal, 2006.

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3 comentarios:

  1. Interesante reseña de esta desconocida fotógrafa.La verdad que hizo bien salirse de ese entorno acolchado y vacío para pasar a la actividad...Se lo tenemos que agradecer porque así nos deleita con sus artes visuales.

    Un saludo.

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  2. BERTHA: No solo cambió su orientación vital sino que logró convertir el universo que mejor conocía en obra de arte, algo también de mucho valor.

    Un abrazo!

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  3. El romper moldes y lanzarse al vacío, muchas veces te produce una sensación de vértigo muy exultante.
    Abrazos.

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