Con dos temporadas y una tercera ya anunciada, se ha metido por derecho propio en todas
las listas de las series más destacadas del momento. Para el titular he
planteado una pregunta de esas que para mí tienen una respuesta clara y
contundente: no.
Claramente The
Americans no es sólo una serie sobre un matrimonio de espías rusos, con dos
hijos, y que viven perfectamente integrados en el American way of life, lo que
les da una tapadera perfecta para obtener información sensible con la que
mantener a la Madre Rusia viva en la batalla contra el Gran Satán capitalista
en los años 80, o, cuando hace falta, eliminar a quien se interponga en el
medio.
The Americans
es mucho más que eso, es una serie sobre los afectos, sobre la protección de la
familia, sobre los dilemas morales que todos los personajes van a tener que
afrontar en un momento u otro de la serie, de si la familia está por encima de
todo o lo está el patriotismo, sobre si los sentimientos tienen que ser lo primordial
y apostar todas las fichas a ellos o, si por el contrario, hay renuncias que
son inevitables en nombre de palabras tan grandes y probablemente vacías, como
la patria o el deber.
Todos los
personajes viven inmersos en dos universos paralelos que cuando se rozan,
saltan chispas por todos lados hasta convertir a la serie en todo un drama
psicológico y vital, en el que las decisiones que se toman en uno de los
ámbitos, por pequeñas que puedan parecer, terminan por desencadenar tormentas
perfectas en el universo personal.
Ello en un
mundo en el que el engaño, los silencios, las mentiras, las ocultaciones de
información o de personalidad, hacen que los contornos se difuminen y el andar
por el filo del abismo sea una sensación de lo más habitual, y lo que es mejor,
al menos para mi gusto, con un ritmo pausado sin más efectismos de los
necesarios y con un alto nivel de impredecibilidad en el desarrollo de unas
tramas que van encajando unas con otras con pasmosa facilidad.
El final de la
segunda temporada ha dejado la puerta abierta a una tercera en la que suponemos
que el papel de la hija adolescente del matrimonio de espías soviéticos, Paige,
va a cobrar un protagonismo fundamental después de que en esta segunda haya
tenido ya una presencia bastante inquietante.
Si la primera
temporada fue buena, esta segunda podemos decir que la ha superado, de la
tercera esperamos que entre de lleno en
el terreno de la excelencia.
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