Amante como soy del western
clásico, reconozco con mucho gusto que el western contemporáneo, digamos desde
Sin perdón para acá, con algunas excepciones tipo el remake de los hermanos
Cohen de Valor de ley o Appaloosa de Ed Harris que me parecen absolutamente
prescindibles, nos encontramos con un puñado de muy buenas películas que han
dado al western un nuevo contenido, un aire crepuscular, denso y de mayor
detalle psicológico.
En este caso se trata de un
western que ha sido calificado como psicológico, una definición que me parece
acertada, toda vez que el peso de la película recae en la psicología de un
Jesse James fatalista y un Robert Ford atrapado por sus complejos y sus ansias
de gloria después de haber crecido leyendo todas las novelas e historias acerca
de las “hazañas” de los hermanos Frank y Jesse James, dos de los más famosos
bandidos del oeste elevados a los altares de la historia de la mano de la
leyenda.
A lo largo y ancho de las
praderas, en granjas aisladas y en las calles embarradas de poblaciones con
ínfulas de ciudad, se va desarrollando un drama de dimensiones shakesperianas
con miedo, celos, un rey que impone su autoridad sobre el pánico, con arranques
de ira y con lágrimas de impotencia, de incapacidad de controlar ese algo
bestial que lleva dentro.
Por otro lado la admiración desmedida,
las ansias de gloria, de convivencia con unos complejos lacerantes, la
necesidad de autoafirmación y de inmortalidad, son la otra parte en conflicto y
de la conjunción de las dos salen algunos duelos dialécticos de mucha solidez
en esta película, se va generando un conflicto que si bien sabemos como va a
terminar, no en vano la historia real de Jesse James terminó de la manera que
nos adelanta el título, dejando el interés en el proceso por el cual va a ser
inevitable ese final que tiene mucho de poético y que genera una suerte de
epílogo que acentúa aún más los vértices trágicos de la historia.
Una fotografía excelente, una música
muy efectiva con muy poco, un buen guión se conjugan para ofrecernos una
película bellamente triste, a ratos incómoda y a ratos excesivamente lenta, sin
que eso no reste un ápice a una tragedia que se va desarrollando de forma
tranquila, sobria, contenida, con mucho énfasis en los detalles y en la
recreación minuciosa de una época en la historia de los Estados Unidos recién
salidos de la Guerra de Secesión.
Tragedia a base de unos
personajes que viven una existencia vacía de sentimientos, de espiritualidad,
de violencia que a veces estalla de forma incontrolada contra chicos inocentes
para dar lugar a “la anatomía de un asesinato y de sus consecuencias”, como
dice Brad Pitt, actor que da vida a Jesse James, al que da una réplica
fantástica Cassey Affleck en el papel de Robert Ford.
Brad Pitt en el papel de uno de los más famosos pistoleros en esta película.
ResponderEliminarNo sabían su auténtico nombre, iba siempre de incógnito, apariencias falsas...No la he visto, pero me gustaría.
Alfredo, muy bonita presentación.
Un abrazo!
Calculo que es una película fácil de encontrar por reciente. Si puedes echarle un vistazo no dejes de hacerlo.
ResponderEliminarUn beso y gracias!