El pasado mes de diciembre
fallecía una de esas figuras a contracorriente, con la personalidad suficiente
como para desarrollar una carrera muy personal marcada por la fusión del jazz
occidental con instrumentos y formas musicales orientales en un momento en el
que a prácticamente nadie se le pasaba por la cabeza hacer algo similar. De
hecho, en las necrológicas publicadas en la prensa anglosajona se destacó que
Lateef hizo eso que hoy se conoce como música del mundo antes de que esa
etiqueta tomara cuerpo.
Nacido en Tennessee, con cinco
años la familia se mudó a Detroit y dentro de la corriente de bebop de la
ciudad empezará su andadura musical. Un poco antes, se convertiría al Islam y
adquiriría el nombre con el que fue conocido a partir de entonces, y que no fue
otro que el de Yusef Abdul Lateef.
Por esos años 50, Lateef
trabajaba en una factoría automovilística de la ciudad y un compañero sirio le
empezó a hablar de un instrumento de unos 5.000 años de antigüedad y del que el
rey David era un intérprete devoto: el rabab. Ese descubrimiento le abrirá
caminos nuevos a un músico que hasta ese momento tocaba el saxo y la flauta,
incluyendo ese instrumento oriental para mezclar su sonido con el del saxo
tenor.
A partir de ahí comenzará un
viaje musical que le llevará a estar constantemente cruzando todo tipo de
fronteras musicales entre oriente y occidente, dando cabida en sus
composiciones a instrumentos exóticos como el shenai, el shofar, el argol, el
koto, además del oboe y el fagot, un arsenal musical que muy poco tenía que ver
con los conjuntos instrumentales propios del jazz.
Base de blues con jazz, bebop,
música de cine y, claro está, todo lo que fue tomando de las diferentes tradiciones
musicales orientales primero y, más tarde, también africanas, van dando forma a
una forma de entender la música que le llevó a evolucionar por caminos de una
gran profundidad con una música que llegó a ser muy difícil de apreciar por el
gran público.
Al mismo tiempo, decidió
colocarse fuera de la corriente musical mayoritaria, apartarse un tanto de la
industria hasta llegar a tomar la decisión de no tocar en locales en los que se
permitiera beber alcohol, al considerar que la música era algo demasiado
importante como para compartirla con un público más interesado en las bebidas
alcohólicas, el tabaco y la charla que en la música.
Eso no impidió que muchas de las
grandes figuras del jazz norteamericano tuvieran en Lateef una figura de
referencia caso de John Coltrane y de tocar con algunos de los más grandes
convirtiéndose en el gigante amable del título de su autobiografía.
Más información: Wikipedia [en], New York Times, El País.
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