“La fotógrafa que se sobrepuso a
unos orígenes humildes, a un padre con una visión reduccionista de la mujer, a
una crítica devastadora en su primera clase formal de fotografía y a un
matrimonio y un bebé malogrados, quiso poner su mirada, su curiosidad y su
pluma al servicio del fotoperiodismo”.
Ese párrafo escrito por Juan
Peces en un reportaje publicado en el periódico El País, resume perfectamente
las coordenadas fundamentales que determinaron el desarrollo artístico de la
norteamericana Eve Arnold (1912-2012), la primera mujer en formar parte de la
nómina de fotógrafos de la Agencia Magnum.
A eso unimos las dos fuerzas que
la propia Arnold definió como impulsoras de su trabajo, como son la curiosidad
y la insatisfacción que le producía cada trabajo y la necesidad de superar ese
sentimiento la llevaba a ir más allá, ya tenemos más elementos para entender su
obra.
Unas fotografías en la que las
personas, sobre todo las mujeres, adquieren un papel protagonista determinante,
mujeres que lo mismo son grandes estrellas del mundo del cine (espectacular el
reportaje fotográfico que hizo durante el rodaje de la película de John Huston
Vidas Rebeldes, con Marilyn Monroe y Clark Gable), trabajadores agrícolas
negros desplazados para trabajar en las granjas de los blancos del norte,
activistas como Malcom X, o el partido nazi norteamericano.
Todo para dibujar un particular
fresco fotográfico de los Estados Unidos de los años 50 y el desarrollo de la
lucha por los derechos civiles de los años 60 y 70, hasta lugares como China o
la URSS en momentos en los que la presencia de occidentales en esos países no
era bien recibida.
Y la mujer, muchas mujeres de
toda edad y condición, anónimas acodadas en la barra de un bar esperando no se
sabe qué o buscando un consuelo siquiera efímero que nunca termina de llegar
mientras el alcohol se agota, o mujeres muy conocidas a las que retrata en
momentos íntimos, espléndidas en su sencillez, o mujeres en color solas en
medio de paisajes inmensos que amaestran caballos o simplemente bailan al ritmo
de sones tradicionales.
Y en definitiva la vida, esa vida
hecha de contrastes como esos miembros del partido nazi norteamericano
presentes en un mitin de una organización de musulmanes negros, unidos ambos
colectivos por la idea de un país racialmente dividido, o las convenciones de
los partidos políticos, los barrios, las pandillas, los trabajadores, esas
minorías en muchas ocasiones marginadas dejadas en las cunetas de la historia.
Como explicó la propia Eve
Arnold, imágenes con las que construir “un caleidoscopio a través del cual
poder contar nuestra relación con el mundo, la manera en la que trabajamos para
vivir y en la que vivimos para trabajar”.
Más información: El País, The Guardian.
Una autora fascinante!
ResponderEliminarAbrazos.
Conozco parte de su obra, retazos de unos años intensos que supo recolectar con ojo clínico y a la vez humano.
ResponderEliminarUn besito.