“Después
de terminar mis estudios, trabajé un par de años como pintor, pero terminé
desarrollando una alergia a las pinturas al óleo. En ese tiempo atendía la
librería del Goethe Institute en Addis Abeba. Ahí empecé a aprender fotografía
con el fotógrafo alemán Ralf Becker. Me uní a su taller y llegamos a ser buenos
amigos”.
“Antes
de entrar en su taller no sabía nada acerca de la forma de hacer fotografías.
En la escuela de arte, mis amigos y yo pensábamos que la fotografía era algo
demasiado fácil y aburrido comparándola con la pintura”.
“Mi
transición de la pintura a la fotografía fue un proceso gradual. No recuerdo
que hubiera un momento concreto en el que tomara la decisión de que eso era lo
que iba a hacer. Al mismo tiempo que estaba en el taller de Ralf seguía
pintando y seguí haciéndolo durante varios meses después”.
“Supongo
que lo que más me atrae de la fotografía es que me obliga a sumergirme en lo
que me rodea de una forma imposible si lo que haces es pintar en un estudio.
Para que la fotografía tenga fuerza tengo que relacionarme con extraños, ir a
diferentes lugares y ver cosas distintas”.
“Creo
que las imágenes en blanco y negro son más directas, más honestas que las que
se hacen en color. En las fotografías en color es muy fácil perder el punto de
vista, porque el color puede llegar a provocar que pierdas de vista lo
fundamental de la imagen”.
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“Quiero
que mi trabajo ayude a mantener viva la narración histórica de mi país. Para mí,
hacer fotografías es como escribir una historia, o la historia, algo que es muy
importante”.
[En
relación a su serie Working Girls centrada en el mundo de la prostitución]
“Quiero
retratar a esas mujeres y sus vidas tal y como yo las percibo. Si la habitación
era oscura, mi visión es la de como si estuviera en una habitación oscura.
Aunque las mujeres vivan en una realidad oscura espero que mis fotos sirvan para
que esas mujeres se den cuenta de que merecen vivir de otra manera, son
jóvenes, con mucho potencial. No tienen que estar viviendo en la oscuridad”.
“No son
las imágenes las que me afectan a mí, es al contrario, y cuando veo algo que me
afecta entonces hago las fotografías. Y lo que veo es lo muestro en las fotos:
la oscuridad, la victimización de las mujeres… No hice esas fotografías para
disculparme con las mujeres, sino para mostrar que merecen algo mucho mejor de
lo que las rodea. Esas mujeres jóvenes son capaces de trabajar, crear, crecer,
pero por un sinfín de razones terminan viviendo en ese mundo”.
Más información: Web oficial, The Guardian.
Consigue Michael ofrecernos una visión muy particular, con intención, con intimidades y luces suaves de su Etiopía, para nosotros muchas veces ignota.
ResponderEliminarUn besito Alfredo.
Como casi todo lo de África, tópicos turísticos aparte, nos resulta totalmente desconocida la realidad etíope, una realidad tan rica como el resto del continente.
ResponderEliminarBuena semana!