En esos tres pasos se puede
resumir la historia de Tsotsi, un joven de 19 años criado en la calle y
residente en uno de los barrios marginales de la ciudad de Johannesburgo, donde
lidera una banda junto con otros tres jóvenes igual de inadaptados que él.
Un líder que ni siquiera tiene
nombre, únicamente responde a la palabra Tsotsi, un término que se utiliza en
el lenguaje de la calle para designar a un gangster o un matón, y es que
nuestro personaje quiere olvidar todo lo que alguna vez significó algo para él
empezando por su nombre y, como descubriremos más adelante, razones no le
faltan.
Marcado por una dura infancia,
muy pronto se ve obligado a dejar atrás su infancia de una forma traumática y
eso marcará su miedo y la violencia que desarrolla como coraza para no mostrar
a los demás el terror que viaja con él, su inseguridad, su, en definitiva
vulnerabilidad.
En un medio duro de la pobreza de
los extrarradios de las grandes ciudades sudafricanas, no es posible mostrar
debilidad y eso le llevará primero a dar una terrible paliza a uno de los
miembros de su banda, Boston, un chaval que llegó al ghetto después de otra
experiencia traumática, y después a robar un coche en un barrio de lujo,
acontecimiento que todavía no lo sabe, pero que cambiará su vida para siempre.
Sin desvelar ningún detalle que
le estropee la película a nadie, decir que ese robo, paradójicamente Tsotsi no
sabe conducir y enfrentarse a un coche de cambio automático va a ser
complicado, le va a llevar a recorrer algunos caminos sobre los que había
dejado crecer la hierba y se va a ver retrotraído a un mundo en el que se
encuentran todas las razones que le han llevado a ocupar un lugar marginal.
Ahí se abre un proceso
irreversible que le pondrá en contacto con una nueva y desconcertante realidad
a través de la cual ya no podrá transitar con el mismo equipaje de antes.
Veremos así una nueva realidad del barrio marginal, esa que marca que en medio
de la pobreza y de la violencia también hay gente que intenta hacer lo correcto
y poner un poco de color en su vida, de mantener una dignidad conmovedora.
La película toma como base la
novela de Athol Fugard del mismo título publicada en 1980, y en 2005 fue
galardonada con el Óscar a la Mejor Película Extranjera y estuvo nominada al
Globo de Oro del año siguiente en la misma categoría. Reconocimientos merecidos
a una historia de pobreza, violencia y no exenta de un mensaje positivo por
cuando que a ratos la cinta deja en el aire pequeñas notas de color en medio de
un paisaje lleno de marrones.
Nota al pie: Ya solo faltan 9.
Alfredo, en algunos aspectos me recuerda a los gettos de los negros en The WIRE, a aquellos niños adolescentes no les queda ningún futuro, la violencia y la marginación es su futuro. Excelente reseña, amigo mío, me apunto la peli, en Sudafrica otro tanto de lo mismo pero con sus peculiaridades, muy interesante, al parecer en este caso existe una esperanza.
ResponderEliminarÚltimamente he leído un montón de novela negra que ofrecía "el país", estoy enganchada a ese género, me apunto también el nombre del autor.
Besitos muchos
Tu reseña me despierta el interés por la película y por la novela, por lo que significa y aporta y hace reflexionar moviendonos el piso cómodo que andamos. Un tema difícil, pero tan al alcance de la mano como cualquier lugar del mundo, donde de alguna forma eso está sucediendo inevitablemente (o sí?)
ResponderEliminarun fuerte abrazo!!!
NATALIA: Todos estos ambientes en los que se suma pobreza, marginación y delincuencia, tienen muchos puntos en común. En este caso un acontecimiento anecdótico podrá patas arriba la vida del protagonista.
ResponderEliminarAunque ahora tengo poco tiempo para leer por gusto, comparto gusto por la novela negra, el único tipo de novela, creo yo, capaz de dar alguna explicación a estos tiempos. Sustituyo eso por las series televisivas :)
Un abrazo!
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CAS: De la novela no te puedo decir nada porque no la he leído, pero lo que sí te puedo asegurar es que la película merece un visionado atento, aunque suponga ver una realidad sucia que, como dices, está ahí, al doblar la esquina.
Un beso!