Así se presentó en numerosas
ocasiones este músico genial que también tenía la costumbre de autodefinirse
como el “mejor pianista del mundo, no uno de los mejores, simplemente soy el
más grande”. Dos frases que hablan perfectamente de una fuerte personalidad
forjada en una dura infancia que le llevó, con alrededor de doce años, a tocar
el piano en el burdel de una familiar para ganarse la vida después del
fallecimiento de su madre y de que su padre desapareciera.
Antes de llegar ahí, Ferdinand
Joseph LaMothe o Lamenthe, había nacido en Nueva Orleans en 1885 o 1890, que
tampoco está clara la fecha, y pronto empezará a estudiar música, concretamente
guitarra, para luego pasarse de forma definitiva al piano. Además de en la casa
de lenocinio de su madrina, Jelly Roll tocó en varios de los antros de
prostitución del barrio de Storyville. De hecho una de las “profesiones” que
nuestro protagonista ejerció a lo largo de su vida, fue la de chulo, además de
la de vendedor, jugador o cómico de vodevil.
Antes de recalar en Los Ángeles
en 1917, el pendenciero Jelly Roll Morton, había hecho una gira por el sur de
los Estados Unidos sin demasiado éxito, pero que le permitió entrar en contacto
con otras sonoridades, con otras formas de entender la música, que ayudaron a
configurar la forma especial que tuvo Jelly Roll de componer y, ahora sí,
llegar a ser considerado como el primer compositor de jazz al dejar sus temas
anotados en forma de partituras.
Después de una estancia de seis
años en la ciudad californiana, en la que llegó a regentar un hotel con un
paisano suyo de Nueva Orleans, dio el salto a Chicago, ciudad que vivía a ritmo
de jazz y donde hará sus primeras grabaciones. Trabajos en los que contará con
su banda, a la que bautizó como los Red Hot Peppers, dejando tras de sí algunos
de los mejores temas de su carrera muchos de ellos convertidos en auténticos
estándares del género como son King Porter Stomp, The Pearles, Mr. Jelly Roll,
Wild Man Blues o Don’t You Leave Me Here.
Con la depresión, Jelly Roll
Morton toma rumbo hacia Nueva York, ciudad que estaba acogiendo a otros grandes
músicos, y nuestro protagonista se encontró con que su estilo musical ya se
empezaba a considerar antiguo. Él que había sido una figura fundamental en la
transición del ragtime al primer jazz, se encontraba desplazado por el swing de
las grandes bandas lideradas por figuras como la de Henderson o Duke Ellington.
Su temperamento le impedía
integrarse como un músico más en alguna de las orquestas del momento, y termina
tocando en clubs de la ciudad de Washington DC, donde le encontrará el gran
musicólogo norteamericano Alan Lomax con el que realizará las muy renombradas
grabaciones para la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Una serie de
sesiones en las que Lomax puso a Morton delante de un piano, un micrófono y una
botella de whisky para dejar para la posteridad los sonidos del jazz más
cercano a la fuente original.
Eso fue en 1938 y tres años
después Morton fallece en los Ángeles, muy poco tiempo antes de que su figura
alcanzara la consideración que se había ganado en vida.
Gran pianista, algo egocéntrico, pero grande entre los grandes, sin duda. Que tengas buena Semana Santa, Alfredo. Abrazos.
ResponderEliminarAfter long time i have seen very interesting story. I also very enjoyed the video during watching. I like it.
ResponderEliminarPACO: A veces ocurre que los grandes caen estrepitosamente en el pecado de grandonismo.
ResponderEliminarBuenas vacaciones!!
Great story you share here.Thanks for sharing.
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