El
prisionero
Tierra mal
abrazada, tierra yerma,
contigo
comparto el agua helada de la jarra,
el aire de
la reja y el camastro.
Sólo el
canto insumiso
se vuelve
más pesado aún con tus gavillas,
el canto que
es guadaña de sí mismo.
Por una
grieta en la pared,
el rocío de
una sola rama
nos
devolverá todo el espacio vivo,
estrellas,
si tiráis de
la otra punta.
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La alianza
¡Este lodo
se secará!
Viendo la
grieta de la tinaja, el estremecimiento de mi dolor en su ganga, sé
que vuelve
el viento.
¡El viento
que se dispersa y el viento que reúne, el incomprensible, el vivo! Ya
no
dormiremos. Ya no dejaremos de ver. De alimentar el fuego.
¡Oscuro
horizonte! Sólo arde el canto de un libro– cuando me aparto.
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La inicial
Polvo fino y
seco en el viento,
te llamo, te
pertenezco.
Polvo, rasgo
por rasgo,
que tu
rostro sea el mío,
inescrutable
en el viento.
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La ola
calcárea y la blancura del viento…
La ola
calcárea y la blancura del viento
Atraviesan
el pecho del durmiente
cuyos
nervios inundados palpitan abajo
y sostienen
los jardines espaciados
y apartan
las espinas y prolongan
los acordes
de los instrumentos nocturnos
hacia la
comprensión de la luz
y de su
destrucción.
su pasión
bifurcada en el yunque
respira
como el
trueno
sin alimento
ni vino entre los enebros
de la
pendiente y el desbarrancadero le insufla
un aire
oscuro
para
compensar la violencia del lazo
Es la primera vez que lo leo, pero lo que no se le puede negar es la profundidad de su mensaje.
ResponderEliminarAbrazos.