Nacida en Bronxville, Nueva York,
en 1947, Louise Lawler empieza a desarrollar su carrera artística a finales de
los años 60, momento en el que deja la universidad y se instala en Manhattan.
Ahí empieza un desarrollo artístico a lo largo del cual se viene centrando en
destapar algunos de los mecanismos que están detrás de lo que podríamos llamar
la industria artística.
Y eso a través de unas
fotografías que tienen mucho de irónico, de sacar a la luz situaciones que en
muchas ocasiones están ocultas para el espectador. Indaga a través de sus fotos
en las razones por las que las obras de arte se sitúan de una determinada
manera en las galerías, en las paredes de los museos, en las casas de los
coleccionistas, en las de subastas, para descubrir que nada es inocente, que
todo obedece a algún tipo de razón aunque nos sea incomprensible.
En realidad las fotos que hace
Lawler de obras de artistas de gran relevancia (Warhol, Richter, Mondrian,
Koons…) más que hacer que nos fijemos en la obra, lo que consiguen es que nos
fijemos en el entorno, en lo que las rodea, en los lugares que las acogen.
Imposible que no llame la atención ver un Mondrian colocado detrás de un
armario, un conejo de Koons valorado en 80 millones de dólares situada encina
de una nevera, o ver como una mujer lleva en las manos una escultura de Picasso
como si llevara un objeto totalmente anodino.
Como escribe Birgit Pelzer: “Inmovilizando
las operaciones de inclusión y exclusión, de reunión y de ruptura, las imágenes
de Lawler revelan una forma personal de relacionarse con las obras de otros
artistas para, a partir de ellas, crear su propia obra.”
Y luego añade: “Más allá de la
puesta en duda de los poderes, los sistemas, las autoridades, existe el lugar
singular que estos fríos análisis dan a una actividad de la mirada singular,
una sensibilidad sin pathos, sin nostalgia, sin lamentos, sin militancias, que
no propone la adhesión a ninguna postura, sino más bien una visión llena de
perplejidades, una constatación funcional de la nueva gestión de los asuntos
simbólicos, las aventuras frágiles de una relación en el presente marcada por
la separación.”
En su caso Lawler no toma partido
pero nos deja un conjunto de fotografías en las que predomina la ambigüedad, y
en las que habla de las relaciones del arte con “los mecanismos económicos del
deseo, el intercambio, el prestigio, el género y el poder”, en palabras de Todd Alden.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy interesante poner en solfa el ARTE, a través de una mirada con prespectiva distante, relativa.
ResponderEliminarTe felicito Alfredo, nos traes a mujeres artistas en un empeño muy loable, diverso, analítico.
Ahora que en París le dedican una justa revisión a la genial Artemisa.
A la espera de tus nuevas, un besito.
interesante,
ResponderEliminarsaludos
Y también parece la fotógrafa del vacío. Bastante interesante su mirada particular de la realidad. Abrazos.
ResponderEliminarNATALIA: Siempre está bien poner en solfa lo que uno hace para no caer en la tentación de sacralizar las cosas. Un punto de mirada irónica nunca está de más.
ResponderEliminarDe momento no tengo ninguna noticia nueva.
Buen finde!!
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OMAR: Me alegro de que te lo parezca.
Un saludo!!
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PACO: Es cierto que también el vacío tiene su presencia en la obra de esta fotógrafa tan particular.
Un abrazo!!