Si algo caracteriza la obra de este fotógrafo británico es el sentido del humor, la sátira, el análisis nada amable de la realidad social y cultural de su país de origen primero, y de otros como los Estados Unidos o los países del Golfo Pérsico, después. Home, sweet home fue el título de la obra con la que consiguió la graduación en la Manchester School of Arts, y ahí ya dejó claro que el centro de su trabajo iba a ser la clase media británica, su relación con el trabajo y las relaciones familiares con una obra que se mueve en el filo de la proximidad y de la crítica más acerada hacia ese grupo social.
Primero trabajará con el blanco y negro durante los años 70 y primeros 80, hasta que en 1983 decidió empezar a utilizar el color para dejar unas instantáneas saturadas de color, casi como si fueran postales en las que los protagonistas no son los monumentos o puntos de interés turístico, sino sus compatriotas. Son los años en los que la clase media se vio tremendamente afectada por la política neoliberal de Margaret Thatcher, una clase que venía de una tradición muy conservadora y que desembocó en un consumismo feroz, aspecto éste último en el que las fotografías de Parr se ceban con especial intensidad.
Una clase media que engrosa las legiones de turistas que abandonan las islas todos los veranos y que tienen destino preferente en las costas mediterráneas, y que Parr retrata como personas obesas, de pieles enrojecidas por un sol al que no están acostumbrados, y de niños maleducados. Parr no tiene ninguna compasión y los retrata como si de una legión kitch se trataran, mirada que también vuelve al mundo del lujo de lugares como Moscú o Dubai, demostrando que el monopolio del kitch no pertenece en exclusiva a las clases medias, sino que también hay un kitch de lujo.
Para unos sus fotografías son una intromisión absolutamente cruel, una crítica desaforada a las pautas de ocio de personas trabajadoras, mientras que otros opinan que sus fotografías son honestas, crudas, fiel reflejo de una sociedad empeñada en definirse a sí misma únicamente a través de los objetos que es capaz de comprar y mostrando la miseria de valores que rigen las sociedades que se consideran a sí mismas desarrolladas.
Parr disecciona con precisión de cirujano un entorno cotidiano que no parece eso, que más parece una creación del fotógrafo, cuando lo único que hace es levantar el telón para que asistamos a una sátira social, al comportamiento de unas personas, que podemos también ser nosotros mismos, embarcadas en una nave impelida por los vientos del consumismo atroz, y que navega sin rumbo.
A mí me resulta bastante objetivo, lo que muestra en la foto es lo que hay.
ResponderEliminar*Y la foto del dia: genial!!jaja :)
Interesante y comprometido fotógrafo. Me gustaa la gente que arriesga, que asume sin tapujos los fallos de la sociedad en que vive y encima nos muestra sus fallos.
ResponderEliminarComo siempre, excelente post de Parr y sus puntos de vista.
Un saludo.
SONIA: A mí me encanta el sentido del humor que hay detrás de cada foto, y la que he puesto en la columna de la derecha me despierta la sonrisa igual que a ti.
ResponderEliminarUn abrazo!!
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BALAMGO: Su obra no esconde la realidad sino que la muestra en todo su esplendor poniendo su mirada en un aspecto irónico que es fantástico, muy propio del sentido del humor británico. Hacen falta miradas así.
Saludos!!
De otra manera...
ResponderEliminarOtra época...la realidad de una
sociedad...Me recuerda muchísimo a
William Hogarth...sus óleos,
grabados,.
Bonitas fotografías.
Muy original la última de Parr en el post.
Un abrazo.
,
grabados,
El sentido del humor subyacente probablemente sea el mismo entre los dos artistas.
ResponderEliminarUn beso!!