“El arte ya no existe, existe la experiencia estética. El arte no existe en tanto que objeto, porque los objetos han de ser transicionales. Aunque ya se encarga el mercado de fetichizar y convertir el objeto en algo ensimismado y autónomo.”
“Dibujaba desde niño, con ocho años me compré ya una cámara de fotos y, como nunca he tenido cuadrilla, fui proyectando mi imaginario.”
“Mi imaginario se funda en una relación mental con lo estético. Los ochenta son muy ricos en la estética del rock radical vasco (Eskorbuto, Kortatu...), no sólo en música. El propio contexto fue catalizador de diferentes aplicaciones plásticas en relación a lo musical: pósters, murales... Y cuando era adolescente empecé a participar de eso. Conocí además a Jorge Oteiza, a Vicente Ameztoy, a Iván Zulueta, y más tarde a Ángel Bados, Txomin Badiola...”
“Todos hemos necesitado de nuestros héroes... Pero luego muchas de esas figuras cayeron y ese imaginario quedó en mito. Y, entonces, ya no te sientes parte de una coyuntura que te proteja y si quieres crecer como artista tienes que actuar de francotirador. Se trata, digamos, de matar al padre. Así que me marché a Nueva York en pleno idealismo de la cultura electrónica, la vuelta de los abuelos conceptuales... Digamos que los iconos que me sirvieron para crecer tienen que ver con el Nueva York underground. Fue un momento decisivo; dejé de trabajar en el sentido formalista y empecé a participar en un contexto. Todos mis trabajos recientes tienen una parte de investigación, que es lo que más me interesa. Cuando la investigación deja de serlo para plasmarse físicamente es cuando incorporo los lenguajes del arte, que pueden ser la fotografía y la escultura, disciplinas que para mí son paradigmáticas del arte moderno.”
“Me interesa tanto probar las posibilidades de la forma y del objeto, la materialidad arcaica, así como en otros casos he trabajado con información, con la textualidad de la materia. Me interesa la descomposición siniestra de la idea de la escultura, que parece casi como un cadáver.”
“La vida de la ruina aparece no sólo como motivo, sino como ontología de la pieza, que básicamente tiene que ver con la modernidad. Tanto la fotografía como la escultura han sido los dos medios clave que han configurado un propósito experimental amplio. Aquí hay un diálogo con esa idea clásica del aura de la fotografía en blanco y negro. Yo no planteo una relación irónica sino una especie de oportunidad concedida a la escultura.”
“No parto de cero ni me planteo el debate sobre la modernidad. Pertenezco a una generación pos-ochenta. No nos hemos planteado esa batalla a muerte con la etapa anterior. Simplemente la hemos adoptado como herencia. De modo que ese revisionismo que se puede extraer de mi trabajo proviene de una posibilidad educadora más que de una tendencia de actualidad. Por eso planteo un arquetipo pasado de moda, para quizá reconocerme en esas claves invalidadas. No es la escultura sino la dialéctica de la forma.”
“El espectador seguramente participa de una mirada educada, pero tampoco pretendo llegar a las masas. En todo caso, es un lastre que cuando uno trabaja más allá de la convención tenga que estar siempre explicando su trabajo. Parece que si no te declaras por los medios, ni por la fotografía, ni vídeo, ni pintura o escultura, lo que haces tiene que justificarse en términos de significado. Y ésa es una trampa.”
“Precisamente me enfrento a aquello que me produce rechazo. Es donde uno se pone a prueba y por eso hay un juego de autoprovocación. Hay cierto peligro de acabar ensimismado, cierto peligro de autofascinación. Me lo planteo como un capítulo en mi trabajo.”
“Pero sí me interesa, quizá, equiparar un pedrusco a un texto. Algo romanticista. Me atrae el paisaje de la ruina.”
“Son ruinas que borran toda huella al convertirse en un escenario fantasmagórico que cubre una masa inerte. Que generan a su vez otra historiografía, tanto de la destrucción como de una idea de futuro bastante apocalíptica.”
(Fragmentos de respuestas dadas por el artista en sendas entrevistas firmadas por Fietta Jarque, publicada en el periódico El País, y a Maribel Martín, publicada en La Coctelera)