Canto porque me levanto siempre con las mismas penas, con las heridas abiertas que siguen sin cicatrizar. Vago por la veredas, por desiertos, por la selva, surcando los anchos mares, hacia ningún lugar. Canto porque me canso de dar explicaciones, no tengo soluciones, ¿para qué tanto preguntar? Salto de cama, de boca a boca, de falda en falda. No vuelvo por donde vine, nunca miro hacia atrás. Y no hay mejor ni peor, pues con la gente que tropiezo sufre del mismo dolor, están igual, el mismo dolor. Canto porque me harto de lugares concurridos, de esquemas aburridos para conseguir seguridad. Parto de aquí a otro lado, crías cuervos y te comen los ojos luego. Canto porque me levanto, siempre con las mismas penas. Y no hay mejor ni peor, pues con la gente que tropiezo, sufre el mismo dolor, están igual, el mismo dolor. No hay mejor ni peor, si estás quieto o en movimiento, sufres el mismo dolor, estás igual, el mismo dolor.
Enrique Bunbury, del disco El viaje a ninguna parte (2004)
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