Amerikaans Imperialisme, 1972. |
La frase completa de la que extraigo la que
utilizo para titular este artículo, dice: “Ella intenta crear un lenguaje
artístico consistente a través de la exploración de nuevos caminos utilizando el
cuerpo como acción, la imagen como palabra”. Y es que esta artista belga,
nacida en 1941, no solo utiliza el cuerpo como acción sino que busca, al mismo
tiempo, la acción del cuerpo.
Caresse l'horizon de la nuit, 1983. |
Eso lo hace en una serie de obras en
formato de vídeo, realizados en los albores de esa técnica de grabación, que
hoy se han convertido en auténticos hitos para comprender la evolución
posterior del uso artístico del vídeo. Unas obras a las que Dujorie presta su
cuerpo desnudo a la acción, al uso autocomprensivo de las distintas partes que
forman un todo único, al mismo tiempo que la artista se convierte en actriz y
espectadora a la vez.
Jeu de Dames, 1987. |
El hecho de ser mujer y de haber nacido en
un país tan pequeño como Bélgica, no fueron precisamente dos factores que
contribuyeran a la difusión de su obra, obligándola a hacer un esfuerzo extra
para ver su nombre puesto al mismo nivel que el de sus compañeros masculinos,
especialmente en unos años en los que la abstracción norteamericana de
postguerra se estaba imponiendo con fuerza, y ese era un coto masculino.
Passion de l'été pour l'hiver (Oostende), 1981. |
Consideraciones de género al margen, de lo
que no puede sustraerse Dujorie es del pasado artístico de los Países Bajos, y
así es fácil descubrir en sus obras reminiscencias de algunos de los pintores
flamencos más relevantes de los tiempos medievales, renacentistas o barrocos,
en una serie de trabajos en los cuales la artista rompe las barreras entre
escultura y pintura, remarcando la teatralidad de sus montajes y la propia
solidez de los materiales que utiliza.
Maagdendale, 1982. |
Son obras nacidas con el fin de crear un
vínculo intelectual y sensorial con el espectador, a través de una crítica o
reflexión sobre las categorías tradicionales del arte. Ya desde sus primeras
esculturas de los años 60, entronca en cierta medida con los postulados del
minimal o del povera, para pasar en los 70 al formato vídeo y en los 80, a las
grandes instalaciones escultóricas, dicho todo esto con gran precipitación.
La Traviata, 1984. |
Lo que nunca deja de lado son los aspectos
decorativos y ornamentales de su obra, trabajando para potenciar los aspectos
sensoriales y sensuales del material que utilice, planteando una suerte de
tensión entre pintura y escultura, resuelto felizmente en un diálogo fructífero
para ambas, y la presencia física que tienen sus obras en correlación con el
espacio que las alberga para generar una relación intelectual con el
espectador, una conversación entre el arte del pasado y el actual
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