Aragón, 1963. |
“Comencé a pintar de manera muy intuitiva. Soy muy poco hábil, y por eso
posiblemente la pintura de la habilidad, la pintura de pincelada sabia, no ha
sido nunca lo mío. Y con el paso del tiempo he tenido que ir encontrando mi
propio lenguaje. Para decirlo de otra manera, he intentado llevar yo la pintura
a mi terreno, más que ir yo a un terreno que no es el mío. Durante los años de
Bellas Artes fui un pintor figurativo, de una pintura, digamos, hierática, de influencia
italiana tipo Mario Sironi o Mario Marini, algo similar a lo que podíamos ver
por aquí en aquellos años. Poco a poco, y después de mi estancia en París,
entre 1957 y 1958, llegué a una pintura abstracta, más bien informalista. En
aquel momento fue importante para mi ver la obra de un pintor francés que
todavía vive, que es Soulages, y el descubrimiento, también en París, de Franz
Kline, el pintor expresionista abstracto americano. Por mi ascendencia -mi
madre es de un pueblecito de la Segarra y mi padre aragonés-, este tipo de
paisaje sobrio, teñido de negro, me ha influido y ha hecho que mi pintura
adquiera un aire que sigue más la línea El Paso que la de la luminosidad
mediterránea. Y, además, tanto Soulages como Kline se sirven del blanco y negro.
En Franz Kline descubro, además, que hace jugar al blanco como espacio y no
como fondo. Y eso sí que es algo fundamental en mi camino de aprendizaje,
porque me permite eliminar conceptualmente lo que se entendía por fondo en el
cuadro.”
Paisaje Negro, 1986. |
“Hay gente, entre ellos algunos críticos, que definen estas obras de los
años setenta como pinturas minimalistas, con influencias de Rothko o en la
línea support-surface, y es verdad que en aquella época todo esto estaba muy
vivo, pero yo diría que, más que nunca, estaba pintando trozos de paisaje. Es
como si recortara fragmentos de paisajes, directamente, sin otras referencias,
sin horizonte. Y también hay una texturalidad, una especie de relieve por las
pinceladas que se van sobreponiendo, que le confieren una vibración especial.
En el fondo yo intentaba recrear la misma vibración que produce, por ejemplo,
un campo de trigo maduro. Era en aquel momento, respecto al que ahora se me
define como minimalista, cuando, precisamente, quería ser enormemente
figurativo.”
Paisaje, 1983. |
“Vivo en Barcelona y además creo que la ciudad te aporta siempre muchas más
vibraciones de todo tipo, es donde pasan las cosas. Lo que sucede es que voy a
menudo al campo (…) Me gusta más, o mejor dicho, me siento más próximo
-porque
a veces lo que veo no me agrada- a este campo trabajado por el hombre. Cuando
camino por un sembrado o por un campo segado, tengo la sensación de estar por
completo inmerso en esta superficie y rodeado por ella. Algo así como la gente
que hacía land art, como si todo aquello me envolviera. Y este tipo de
sensaciones es lo que de alguna manera se ha ido manteniendo en mis pinturas.
No de una forma, digamos, representativa, sino como una sensación que podría
calificar como sensual, aunque sea una palabra que ahora no se lleve mucho. Intento
aproximarme a esta sensualidad que te puede dar un paseo por un campo segado
con la materia de la pintura. La tensión de esta pintura refleja una cosa muy
vivida.”
Del jardín VI. |
“Sí, hubo una época en que diría que sí, posiblemente en los años setenta.
Hacía una obra bastante a contracorriente. En aquel momento empecé a pensar, no
sé si como defensa, que la poesía puede ser más revolucionaria que un arte
sociológico o, como decíamos entonces, un arte social. Una pintura más pura
puede tener más carga de profundidad, porque remueve más terreno de
pensamiento, que un arte que quiera revolucionar y cambiar el mundo. Además,
tampoco creo que hayan cambiado demasiadas cosas y, en cambio, el arte sin
estas pretensiones sí que ha ido creando nuevos pensamientos. Y muchas veces ha
sido un pensamiento más revolucionario que cuando se ha planteado serlo.”
Ametllers en flor, 1995. |
“(…) cuando me encuentro con Miró, es cuando dejo de hacer informalismo,
que era lo que hacia a principios de los sesenta. Dejé de hacerlo porque hubo
un día en que había hecho unos papeles y al día siguiente, cuando volví al
estudio para seleccionarlos, me costó mucho hacerlo porque todos me gustaban.
Entonces pensé que no podía ser, que esto era mentira y que me estaba
convirtiendo en un pintor de elucubraciones mentales en el estudio. En aquel
mismo momento se publicó una entrevista con el pintor Tharrats en un diario. Le
preguntaban qué pintaba y el contestó que pintaba "galaxias y choques en
el espacio". Pensé que era algo muy bestia y que en cierta manera a mí me
pasaba lo mismo. De ahí viene la influencia de Miró que, como yo, procedía del
campo y quería estar con los pies en el suelo; algo que él repetía
constantemente. Tuve una crisis muy fuerte, pero quería pintar lo que yo
conocía, tocaba, pisaba, miraba y vivía. Porque si no, me parecía que la
pintura se convertía -y en aquel momento así era- en una elucubración mental,
en una especie de masturbación extraña.”
Paisaje doble. |
“Yo tengo muy claro que soy un pintor muy tradicional. Pinto al óleo, con
pincel o espátula, sobre lienzo y con bastidor. El soporte material es
totalmente clásico. Cuando trabajo sobre papel es igual. Creo que lo novedoso
no está en el soporte o el material que uno emplea, sino en el pensamiento que
crea lo que estás haciendo. Se trata de que cree un pensamiento o una mirada
nueva sobre lo que sea. La novedad no está tanto en que yo cree con óleo,
acrílico, fotografía o lo que sea, sino en el pensamiento que va a provocar. En
este sentido, la diferencia que puede haber entre imagen y pintura es, desde mi
punto de vista, que la pintura es siempre una pieza única y no depende tanto de
lo que se pinta, sino de cómo está pintado. La pintura, además, es más táctil,
hay unos materiales y unas texturas. Lo que hace que una pintura sea buena o
mala es cómo está pintada, no el tema o lo que representa.”
Fragmentos de la entrevista concedida por el artista a Catalina Serra, y que se puede leer íntegra aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario