A pesar de que
en su momento ni critica ni director quedaron muy conformes con el resultado de
esta película, con evidentes momentos que hacen que la historia pierda fuerza,
no deja de ser una historia que se ve con interés, con incomodidad y, a ratos,
algo de angustia.
Una historia
que podríamos incluir dentro del apartado de tensión psicológica, con un inicio
muy tranquilizador de unos hermanos que se mudan a Londres desde Nueva York y
cumplen con la rutina que ese tipo de cambios de vida traen consigo. Aire
costumbrista que empieza a cambiar cuando la madre de Bunny Lake, una niña de
cuatro años acude al colegio a recogerla después de su primer día escolar, y la
niña no aparece por ningún lado.
Empieza ahí un
camino de desesperación, de búsqueda, de angustia especialmente cuando ninguno
de los trabajadores del colegio afirma haber visto a la niña, no existe ninguna
ficha con su nombre en el centro, lo que nos empieza a hacer dudar de la propia
existencia de la pequeña, de la salud mental de su progenitora y de un colegio
cuyo piso de arriba lo ocupa una extraña jubilada que se dedica a escuchar con
insistencia grabaciones en las que niños cuentan sus pesadillas.
Ya tenemos dos
sospechosos para empezar el camino intrincado por el que se mueve la película,
pero no serán los únicos. A esa nómina se unirá una cocinera que no aparece, un
casero de lo más inquietante que vive de poner voz a narraciones en la radio y
que en su casa tiene un completo arsenal de objetos sadomasoquistas, el propio
tío de la niña que va dejando algunas pinceladas que van sembrando la duda
sobre su propia personalidad.
En fin, un
catálogo amplio que pondrá a prueba las dotes deductivas del inspector
Newhouse, al que da vida Lawrence Olivier, encargado de desentrañar la madeja
psicológica que anda alrededor de la misteriosa desaparición de la niña. Por el
camino iremos viendo la falta de interés de algunas personas por el sufrimiento
de la madre, algo especialmente visible cuando en un bar están dando por
televisión la noticia de la desaparición y el barman decide cambiar de canal
para poner los sonidos estridentes de un grupo de pop del momento.
Destacable es
la visita al hospital de muñecas, un lugar ciertamente tétrico en el que las
muñecas casi parecen trasuntos de niños desaparecidos, y donde se empieza a
fraguar un desenlace que no termina de ser todo lo coherente que debería de
haber sido para convertir a la película en una obra algo más que destacable.
De todos modos,
deja para el recuerdo unas buenas interpretaciones, algunos momentos reseñables
de tensión dramática, una excelente fotografía en blanco y negro, y unos
títulos de crédito acompañados por una música muy poderosa.
he vivido precisamente una enorme"tension dramatica" a traves de tu reseña. Dudo que a pesar de lo interesante de trama me anime a verla, soy de las que salta en la butacada ante cualquier susto...
ResponderEliminarbesos querido amigo
Pues merece la pena echarle un vistazo.
ResponderEliminarUn saludo!!