lunes, 24 de marzo de 2014

True Detective: Un caminar por los senderos del mal



Creo haber dejado escrito alguna vez en este blog, aquello de que la semilla que plantó David Lynch con Twin Peaks, allá por un lejano año 1990 sólo habían empezado a dar frutos más de una década más tarde. Y después de haber visto True Detective me reafirmo totalmente en ello, en eso y la frase, de la que no soy autor, de que el mejor cine actual se está haciendo en la televisión.


True Detective consigue eso que sólo es patrimonio de algunas series (en mi caso Twin Peaks, The Wire, Forbrydelsen, Luther, incluso Broadchurch), y es dejar una sensación de que irremediablemente vamos a echar de menos a esos personajes convertidos ya en iconos particulares de un Olimpo absolutamente pagano, habitado por personajes desilusionados, en cierta medida perdedores, desesperanzados y muy muy cansados.


Aspectos que encarna con especial intensidad ese Rustin “Rust” Cohle, al que da vida un magnífico Matthew McCounaghey, con la réplica precisa de Marty Hart, o lo que es lo mismo, Woody Harrelson. El primero un tipo solitario, con una filosofía atea y nihilista que choca profundamente con una sociedad del estado de Luisiana de raíz católica conservadora y con la familia como base fundamental, aspectos que representa un Marty Hart muy capaz de perder el norte en noches de alcohol y de sexo infiel.


Ambos personajes se reúnen en torno a un asesinato de una chica al pie de un árbol solitario, con evidentes signos de haber sido víctima de un ritual macabro relacionado con cultos satánicos, rituales de vudú muy enraizados en una suerte de fuerza telúrica que amenaza a todos los habitantes de una zona muy rural, pobre, endogámica, en la que la maldad se encarna en el Rey Amarillo y tiene su macabro escenario en un misterioso lugar llamado Carcosa, referencias ambas a la literatura gótica.


La serie nos deja en la memoria una serie de diálogos fascinantes que van saliendo de una serie de flashbacks que van desde el año 1995 hasta 2012, a través de los cuales se van desgranando los aspectos de la compleja personalidad de los protagonistas, de hecho a ratos se tiene la sensación de que el asesinato no es más que una mera anécdota necesaria para adentrarnos en el interior de los dos protagonistas absolutos de la serie.


Por caminos polvorientos que como dice la letra del tema de los créditos iniciales de la serie, no conducen a ninguna parte, amplios paisajes de pantanos, una vegetación exuberante y débiles cabañas de madera, el mal cabalga sin control aún a sabiendas de todo el mundo, y según avanzamos en la trama nos vamos dando cuenta de lo macabro que es todo, de la dolorosa decadencia moral y física que puebla ese paisaje.


Sólo ocho episodios, no sobra ni falta ninguno. Habrá otras temporadas, todas autoconclusivas y con otros personajes. Grave peligro de que no puedan estar a la altura. Ya veremos.
“En la eternidad, donde no existe el tiempo, nada puede crecer, nada puede llegar a ser, nada cambia. Por eso la muerte creó el tiempo, para cultivar las cosas que matará.” ¿Qué se puede añadir a esto?

4 comentarios:

  1. Tendremos muy presente la recomendación.
    Un abrazo.

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  2. !Alfredo! estoy desaparecida desde hace más de dos meses, cosas mías, pero he estado enganchada a "True" cada lunes, de lo mejor que se ha visto. Espero regresar pronto, un besito.

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  3. BALAMGO: Esta es una serie que tiene mucho que ofrecer y todo muy bueno.

    Un abrazo!

    *******

    NATALIA: ¡Qué alegría volver a tener noticias tuyas! Y espero que se conforme ese vaticinio tuyo de un pronto regreso. La serie, al menos esta primera temporada, colosal.

    Un beso!

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  4. ¡Qué buena está! Es una serie fuera de serie, además las frases que ha tenido la primera temporada sin duda inmortalizaron la historia. En la nueva etapa se ve que se va a poner bueno.

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