Utilizo como frase para dar
título a este artículo, la traducción al español de la locución en inglés The
quick brown fox jumps over the lazy dog. Se trata de lo que en inglés llaman “pangram”,
es decir, una frase en la que están todas las letras del alfabeto al menos una
vez y que se utiliza para probar los teclados de los ordenadores o probar
nuevos tipos de letra y ver como funciona.
Esa frase le sirvió al propio
Ricci Albenda (Nueva York, 1966), para dar título a una de sus exposiciones en
las que la palabra es una parte fundamental. Albenda ha desarrollado un método
matemático por el cual a cada letra del alfabeto le corresponde un color
determinado que es el que utiliza en sus palabras.
Palabras extraídas en muchas
ocasiones de frases célebres, de letras de canciones, pintadas por ejemplo
primero con los dos ojos abiertos, luego con uno cerrado, a distintas
distancias, de formas cambiantes, que convierten a cada palabra en algo único,
en un juego, en una adivinanza para el espectador que ve así modificada al
mismo tiempo la propia percepción física de la pintura que está mirando y el
significado de la palabra en cuestión.
Un juego sin duda desconcertante
para un espectador no avisado, e incluso para el que lo está, muchas veces
irresoluble al desconocer la clave profunda que anima al artista a hacer lo que
hace, hasta dar forma a una suerte de experimento que es “al mismo tiempo
visual y lingüístico, personal y colectivo, sensual e intelectual”, tal y como
lo define la web del Guggenheim.
El juego con la percepción del
espectador es algo muy querido por Albenda en una serie de obras escultóricas,
más bien instalaciones, colocadas en el interior de espacios expositivos, en
las que las sombras adquieren el aspecto de superficies mientras que consigue
que las superficies sólidas se conviertan en sombras, alterando así los
conceptos de positivo y negativo.
Así es posible encontrarse con la
parte volumétrica de la obra en uno de los lados de la pared, y en el otro la
parte en negativo, desafiando los conceptos de lo estático y del movimiento,
aún a pesar de que “nada se mueve a excepción de nuestra percepción”, según
definición de Devon Dikeou.
Sigue escribiendo Dikeou: “Desde
la melodía y la inclinación de los muros desviados, a la perspectiva de las
palabras, el mundo negativo/positivo de Ricci Albenda, oscila entre la
percepción, el concepto, el objeto, la pintura y la instalación”, y finaliza
afirmando que la obra de Albenda “está en un mundo en alguna parte entre el
país de lo cibernético y el mundo tecnológico, pero perfectamente asentada en
el estático reino de la realidad”.
Fascinante mundo el de este creador. Un derroche de ideas.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, amigo, buena semana!
LLeno o vacío, volumen o molde, palabras que sueltan enigmas si quieres resolverlos a tu manera, VIKINGO,LO SABES, NO TIENES RAZÓN...juego y espacio.
ResponderEliminarPulcro, incitante, límpido, me ha encantado Alfredo. Que tengas feliz e imaginativa semana, besito.
Todo muy interesante, como dice muy bien Cass, fascinante.
ResponderEliminarAbrazos.
CAS: Muy estimulante el juego que hace con las palabras aunque ciertamente es difícil de seguir si no se conocen las claves.
ResponderEliminarCon un cierto retraso que lamento, te he contestado a tu último mail.
Un abrazo!!
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NATALIA: Un artista que requiere que pongamos toda nuestra atención y perspicacia para intentar sacar todo el jugo que presenta su obra, aunque no sea fácil entre otras cosas por el uso de un idioma diferente y con sus propias claves.
Un beso!
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BALAMGO: Pulcro, limpio, directo y con una presencia ineludible, son algunas de las sensaciones que me deja la obra de este artista.
Un abrazo!!