El director Thomas McCarthy nos
deja en esta película del año 2008, una pequeña historia reducida a lo
esencial, a cuatro personas que están buscando su lugar en el mundo, en un
Nueva York post 11-S en el que las Torres Gemelas ya no son más que un doloroso
recuerdo, tan doloroso como el que lleva el protagonista Walter Vale (Richard
Jenkins, nominado al Oscar por su interpretación).
Un profesor universitario de vida
gris, triste, monótona que intenta dominar la técnica necesaria para tocar el
piano. A disgusto tendrá que viajar hasta Nueva York donde conocerá a una
pareja de inmigrantes ilegales formada por Tarek (Haaz Sleiman), un músico de
origen sirio palestino, y Zainab (Danai Gurira), senegalesa que se gana la vida
vendiendo en los mercadillos las pulseras que hace ella misma.
El contacto empezará a provocar
cambios significativos en la vida de Walter, todo de un modo sutil, a su debido
ritmo, sin sobresaltos, de una forma pequeña y grande el mismo tiempo. Tarek
enseñará a Walter a descubrir el ritmo de la vida, esa percusión que se lleva
más en el corazón que en la cabeza, que está ahí, en nuestro interior, y que
solo tenemos que atrevernos a dejarlo salir para sentirse parte de un nuevo
universo poblado por otras personas con los mismos sueños, y anhelos.
Porque la música es libertad, un
lugar en el que estar y compartir en un mundo que no parece estar hecho para
ello, agobiados como estamos por rutinas alienantes que hacen que nos olvidemos
de lo que importa de verdad.
El drama de la inmigración ilegal
es el telón de fondo de un drama sobre el que no se cargan las tintas sino que
se busca más dar cabida a la parte de los sentimientos, siempre contenidos,
alejado de esos histrionismos, de los sentimientos impostados y mentirosos.
Aquí todo respira autenticidad,
verdad por los cuatro costados, gracias a las magníficas interpretaciones de
todos los actores, con pequeños gestos, con palabras medidas que lo dicen todo
diciendo muy poco, demostrando la verdad de esa frase que afirma que si no eres
capaz de entender una mirada, difícilmente vas a poder entender una larga
explicación.
La entrada en escena de Mouna
(Hiam Abbass), madre de Tarek preocupada por no tener noticias de su hijo, será
un nuevo hito en la evolución personal de un Walter al que la música ha
empezado a transformar hasta hacerle asomar fuera de su coraza de existencia
cadenciosa.
El final de la película nos
regala una escena llena de emotividad, de rabia desbordada al ritmo frenético
de un djembé transformado ya en un vehículo para servir como altavoz de una
rabia largo tiempo contenida.
Es del tipo de películas intimistas que me gustnn, y no la he visto; apuntada queda. Que los Reyes te sean propicios. Saludos.
ResponderEliminarUna película pequeña que habla de esas pequeñas cosas de la vida y como un encuentro casual puede llegar a tener una gran importancia.
ResponderEliminarUn abrazo!!
Mi querido amigo Alfredo. Recuerdo habertela recomendado hace ya tiempo: qué satisfacción poder decirte eso, jaja
ResponderEliminarES SIMPLEMENTE UNA PELICULA EXQUISITA. La música y la actuación de este actor, que ha estado en tantas películas y descubrí satisfactoriamente en esta, porque pasó su vida, al menos para mí, tan desapercibido como la del personaje que interpreta.
En fin... que voy a volver a verla, (y a dejarme llevar por su música y sobre todo por la percusión) porque es toda una joyita!!!
BESOS DE REYES MAGOS, deseandote lo mejor.
Excelente recomendación para pasar una buena tarde.
ResponderEliminarAbrazos y felices reyes.
CAS: Recuerdas perfectamente y te agradezco mucho la recomendación como puedes ver :). A mí me pasa lo mismo que a ti con el actor principal, y esta ha sido la primera vez que ha llamado mi atención y de una forma muy poderosa.
ResponderEliminarUn abrazo!!
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BALAMGO: Para una tarde como la de hoy o un día de esos que no te apetece hacer otra cosa, esta película es perfecta y además te deja una historia y unas actuaciones estupendas.
Un saludo!!!
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