Después de haber debutado con
Cabeza borradora (Eraserhead, 1976) y de haber rodado un segundo título, El
hombre elefante (The Elephant Man, 1980), David Lynch aceptó en 1984 ponerse al
frente de una superprocuducción con pretensiones de llevar a la pantalla grande
el universo de la saga de Frank Herbert iniciada con una novela con el mismo
título de la película. Eso después de que ya en los años 70, Alejandro
Jodorowsky se pasara varios años trabajando en este proyecto que finalmente no
se llevó a cabo.
Esta es posiblemente la película
menos lynchiana de todas las firmadas por el genial director, probablemente
debido a la magnitud del proyecto que le llevaron, como él mismo ha reconocido
en alguna ocasión, a hacer muchas concesiones a los productores, lo que no
impide detectar la mano del realizador en muchos momentos.
Otro problema al que se enfrentó
esta película fue el montaje. La primera versión de Lynch era de ocho horas de
duración, luego rebajadas a cinco y, finalmente, a los 137 minutos de la
versión estrenada en los cines y los 177 de la versión para televisión.
Cualquiera que conozca la saga de Herbert sabe de la dificultad de resumir un
universo muy complejo desde todos los puntos de vista en una suerte de tragedia
clásica futurista.
La película opta por primar el
aspecto filosófico, la transformación de un ser humano en algo más, en una
especie de divinidad destinada a redimir a los fremen, los habitantes
tradicionales de Dune o Arrakis, acosados por los malvados Harkonnen, apoyados
en la sombra por el emperador interplanetario, para explotar un recurso
natural, protegido por gusanos de enormes dimensiones, imprescindible para que
las naves de la Cofradía puedan surcar el Universo.
Ese sería, explicado con gran
rapidez, el andamiaje de una historia en la que se entremezclan todos los
ingredientes clásicos para dar lugar a un relato de redención, de camino
personal hacia otra dimensión, hacia una nueva realidad capaz de trascender lo
puramente humano.
Eso adornado con algunas imágenes
muy del universo de Lynch, para dar lugar a un conjunto de tintes surrealistas,
oscuros, en ambientes unas veces brillantes y otras veces oscuros, en los que
la traición desencadenará una tragedia que traerá aparejada la llegada de la luz,
la recuperación de los derechos naturales y el triunfo del bien.
Lo apretado del metraje hizo que
Lynch recurriera a las voces en off para ofrecer información que sirva al
espectador como guía por una historia, que si no se conoce la fuente original,
puede llegar a ser complicada de seguir. Del fracaso comercial de su estreno ha
llegado a convertirse en una película de culto por méritos propios.
Mesiánica, gótica, barroca ciencia ficción, la recuerdo.
ResponderEliminarLynch desmenelado, con el prota favorito de Twin Peaks y Blue Velvet, una "guerra de las galaxias" a su manera.
Siempre las bandas sonoras.
Hasta pronto, besito.
Yo la recuerdo en mis tiempos de estudiante en la universidad, y la verdad me gustó, pero fueron pocos los que me decían lo mismo. Es verdad que es compleja, con un mensaje filosófico no muy claro y se que fue un auténtico fracaso de público para una gran superproducción como esa, nada que ver con La guerra de las Galaxias o con los Indiana Jones.
ResponderEliminarVeo que eres un gran Lynchiano, que no se le olvida a uno el Twin peeks. En todo caso, película de culto, que no de masas. Buena semana, Alfredo.
NATALIA: Son muchos los adjetivos que podemos colgarle a esta película y seguramente todos se le quedan cortos. La relación entre Lynch y Kyle ha sido larga y fructífera.
ResponderEliminarCiao!!!
******
PACO: El universo Lynch es de una gran riqueza, aparte de exigir una actitud mental abierta y dispuesta a dejarse sorprender primero y a intentar analizar después, algo que no es fácil tratándose de Lynch ni en su cine ni ahora en su música. Tal vez por eso lo encuentro tan estimulante.
Un abrazo!!
Una gran película que traslada al cine muy bien una gran historia. Aunque David Lyinch no sea uno de mis directores favoritos, esta película creo que merece maa de un recuerdo, aumnque como dice Paco Hidalgo, fuera un fracaso en taquilla, pero lo del éxito de público es muchas veces difícil de explicar
ResponderEliminarRecuerdo haberle regalado los libros a uno de mis hijos y él sí vió la película. No es muy mi estilo pero eso de que exige una actitud mental abierta y dispuesta a dejarse sorprender primero y a intentar analizar después.... pues es todo un desafío!!!!
ResponderEliminarbesos y buena semana (como vas con la nieve? te mando mucho calor de este verano que está especial!! parece charla de ascensor, pero no lo es. ¿no lo es? jajaj)
FONOCOPIANDO: En este caso la película nació lastrada por las exigencias de los productores de acortar dramáticamente su metraje, aunque también es comprensible que se asustaran cuando vieron que podría durar ocho horas o incluso cinco. El proyecto de Jodorowsky, en el que iba a aparecer Dalí, tenían pensado que durara diez horas.
ResponderEliminarUn abrazo!!!
*******
CAS: Las novelas aseguran un buen rato, especialmente si se lee la saga completa que ahora no recuerdo si tenía cinco títulos o seis. Como buena película de Lynch, aunque aquí estuvo muy constreñido, tiene momentos de esos que la hacen inolvidable.
Aquí donde vivo todavía no nos ha llegado la nieve, de hecho aquí, a apenas 200 metros de altitud es difícil que nieve, pero lo que se nota es la bajada de al temperatura. Envidio sanamente tu primavera :)
Un beso!!!