Aunque nacida en territorio
insular francés, Agathe Snow es en todos los sentidos una nativa de Nueva York,
ciudad en la que vive y desarrolla una carrera artística que, simplificando
mucho, transcurre por los caminos de la performance. Y digo eso porque en su
producción es fácil encontrarse con diversos medios de expresión e incluso con
acciones no consideradas como obras de arte por ella misma.
Entre esas últimas incluye
acciones por medio de las cuales la artista y un grupo de personas que la
acompañan, invaden una casa y organizan una comida en ocasiones con un menú que
toma como referencia alguno de los países invadido por los Estados Unidos a lo
largo de la historia. La cocinera es la propia Snow vestida para la ocasión con
un vestido de novia. Acciones bautizadas como Feed the Troops (Alimentar a las
tropas) o War Series (Series de guerra).
La presencia de grupos de
personas, frecuentemente activadoras de la obra producida por Snow, es una
constante en una artista que si por un lado elabora un discurso de tintes
apocalípticos, por otro lado nos hace ver la existencia de vías de salvación a
través de la acción comunitaria.
En esa línea creó una performance
para la inauguración de la galería de James Fuentes en Nueva York, para la que
diseñó un recorrido para un grupo de unas 25 personas que la acompañaron en un
trayecto que les llevaría hasta una puerta trasera de la galería y entrar en
una instalación que quería ser el vientre de una ballena. Se trataba de un
momento postapocalíptico en el que Manhattan era asolado por una potente
inundación y ese grupo de personas se convertían así en lo supervivientes y en
los protagonistas de una acción que duró tres días.
Instalaciones acompañadas por
pequeños ex votos diríamos, pequeñas esculturas realizadas con materiales de
desecho de nuestras sociedades recogidos por Snow por las calles, con los que
quiere lanzar un mensaje de esperanza: quién sabe si esos objetos que hoy
rechazamos pueden llegar un día a ser tan valiosos como una obra de arte.
Su obra trata de “grupos y
comunidades, unos pocos amigos que celebran, viven, beben, bailan y lo hacen
todo juntos”, según escribe Christopher Bollen. En esa frase apunta a otra de
las acciones organizadas por Snow de vez en cuando y que son los maratones de
baile, en los que anima a los participantes a bailar mientras el cuerpo
aguante. “Eso es lo que me gusta del baile, la exigencia de resistencia. Puedes
romper tus barreras. Cambias, te disuelves, te descompones”, le dice la artista
a Bollen.
Una parte de la inspiración para
algunos de los mensajes que Snow lanza con su arte, le llegó después de los
atentados de las Torres Gemelas y la reacción de muchas personas que se
lanzaron a la calle a celebrar que estaban vivos y ese ambiente de celebración
comunitaria unidad a una narrativa del colapso, de decadencia moral y de
desorientación personal, son claves para comprender la obra de Agathe Snow.
¿acaso no matan a los caballos?
ResponderEliminarEsa película fue lo que me vino a la mente al leer tu penúltimo párrafo.
En los otros, traté de dejarme llevar por las imagenes.
Revolucionaria o receptiva, fue lo que se me ocurrió opinar de esta obra.
Como siempre, mi mente se abre ante tanta creatividad.
un beso
El arte siempre estará por encima de todo y nada lo superará, pero hay que apreciar la vida como esas tantas personas que salieron a la calle para celebrar que estaban vivas. Un abrazo
ResponderEliminarCAS: No conozco esa película pero has conseguido despertar mi curiosidad, así q me pondré a buscarla.
ResponderEliminarUn abrazo!!
******
AMELIA: Fiestas y celebraciones creo que tienen algo de eso, de alegrarse por la vida, una forma de recordárnoslo en medio de esta vorágine diaria.
Un saludo!!