Los paisajes que nos muestra Martin Boyce en sus instalaciones escultóricas están a medio camino de muchos sitios. Son espacios por los que nos invita a pasear, a interactuar con los distintos elementos, paisajes que devienen en espacios psicológicos con apariencia de una realidad en la que el concepto de utopía permanece y se hace visible.
“He estado pensando mucho acerca de la noción de utopía, y la manera en la que la creamos sobre nosotros mismos, la manera en la que creamos nuestros espacios, el espacio físico, el psicológico o el emocional que podemos conceptualizar como una utopía”, en palabras del propio artista.
Martin Boyce estudia en Glasgow, después de que durante su estancia en el colegio una profesora se diera cuenta de su talento artístico y lo estimulara. Atraído desde siempre por las portadas de los discos, uno de sus primeros trabajos será en el sello Virgin, y reconoce haber escuchado mucho la música de grupos como New Order y Joy Division.
De ahí que el mundo del diseño esté en la base de sus creaciones, los muebles diseñados por Charles y Ray Eames, los diseños para el cine de Saul Bass, o los interiores creados por Ben Kelly para la Hacienda Manchester, todo ello reinterpretado para traerlo a los tiempos actuales, como explica Moira Jeffrey. Con ello, y algunos cosas más, crea unas instalaciones muy relacionadas con espacios urbanos (parques, zonas abandonadas, sendas, aparcamientos…) y con el tiempo que las rodea. Es decir, nos encontramos ante unas obras que no sabemos si reproducen algo que ha existido, existe o son proyecciones hacia un futuro de márgenes inciertos.
“Trato de evitar la nostalgia, lo que estoy buscando es algo del pasado, para traerlo el presente y ver el efecto que el tiempo ha tenido sobre ello”, le dice Boyce a Moira Jeffrey.
Esa conjunción de elementos y de tiempos, de presencias y reminiscencias, de pasado proyectado en un presente que tal vez busca proyectarse en el futuro, da a las instalaciones de Boyce un aspecto hasta cierto punto fantasmal, como si no pudiéramos mirar para atrás para asegurarnos de que la nuestra es la única presencia en el espacio. Una presencia que percibimos como atemporal, como fuera del tiempo que nos rodea para estar en una especie de limbo.
Espacios y lugares construidos a base de elementos metálicos, luces de neón, fluorescentes que quieren ser árboles, cristal y otros materiales reunidos para contarnos su particular story-telling, reforzado con unos títulos que implican una historia alejada de la forma o la función de los objetos que estamos viendo.
Interesante este autor de esculturas minimalistas, con elementos metálicos y ópticos. Te ha quedado muy bien la nueva imagen del blog, Alfredo. Saludos
ResponderEliminarEfectivamente, muy interesante. Es un mundo de formas increibles.
ResponderEliminarPor cierto, también a mi me ha gustado el new-look, del blog.
Saludos.
PACO: Ahora que leo tu comentario, me he dado cuenta de que se me ha olvidado hablar de unos móviles que tiene remedando a los de Calder, pero con sillas y otros elementos.
ResponderEliminarGracias. Un saludo!!
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BALAMGO: Logra construir o al menos insinuar unos espacios que nos descolocan y nos hacen dudar de algunas de nuestras certezas. También gracias por el comentario sobre la nueva plantilla del blog.
Un abrazo!!
me parece muy interesante la reelaboración que hace a partir del diseño
ResponderEliminarlas citas o directamente la apropiación de otras obras
es una de las características de lo que llamamos arte
por supuesto que el primero fué duchamp
pero a finales del XX
y principios del XXI
debe ser uno de los rasgos distintivos
abrazos
muy grandes
Ese extraer elementos de otras formas artísticas o incluso de elementos de la vida cotidiana, sí que es una constante en el arte del siglo XX, desde que a Duchamp se le ocurrió esa genialidad.
ResponderEliminarUn saludo!!