Representante de los conocidos como Young British Artists, nómina en la que se incluyen artistas como Damien Hirst o Tracey Emin, por citar sólo dos, sus inicios artísticos estuvieron relacionados con la pintura, hasta que dio el paso a las formas cinematográficas que constituyen el grueso de su obra artística, aunque también trabaja la fotografía o el dibujo sobre pizarra o papel, y el sonido.
Películas que rueda en 16 milímetros y que pueden tener una duración de unos pocos minutos o de una hora, y en las que el sonido, a pesar de que en muchas ocasiones se habla de la poética del silencio de Dean, tiene un protagonismo esencial. De hecho, es fácil que en sus películas oigamos la banda sonora antes de que empiecen a proyectarse las imágenes. Incluso elabora obras en las que el sonido es el único protagonista, como es el caso de Jukebox 2, obra que hizo ex profeso para la exposición que hizo en el Macba (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona) en el que se podían escuchar sonidos procedentes de diferentes lugares del mundo situados en la misma latitud.
Películas en las que el azar tiene mucho que ver, tanto en el proceso de rodaje como en el de montaje, ya que le gusta recurrir a largos planos generales por los que va discurriendo la vida misma, la realidad concreta de un lugar determinado, o se nos presenta la naturaleza tal cual, con especial querencia por aquellos lugares que marcan fronteras, como las que existen entre la tierra y el mar, de ahí el gusto por los faros, lugares solitarios que marcan particulares finisterres, y que, al mismo tiempo, transmiten una sensación de puerta que se abre, que invita a adentrarnos en el mar y descubrir que hay más allá de la curva línea del horizonte.
Un paisaje, una naturaleza, una ciudad, convertidas de la mano de Tacita Dean en una suerte de naturalezas muertas, en las que se desarrollan historias, en las que surgen las sorpresas que las dotan de vida, de poesía silenciosa en medio de los sonidos naturales, y que obliga a enfrentarnos a esas películas dejando de lado los aprendizajes que nos llevan a comprender el lenguaje cinematográfico. Películas que tienen su propio tempo, en las que las cosas transcurren según su propio ritmo.
En un artículo firmado por Jaume Vidal Oliveras, se dice que el lenguaje de Tacita Dean “es la poesía. Poesía quiere decir subjetividad, evocación, sugerencia, metáfora, intuición. Los filmes de Tacita Dean sin una obra abierta a múltiples interpretaciones y sugestiones.” Y continúa: “Los mecanismos para motivar el lirismo y la sugestión son múltiples; la estrategia de nuestra artista es la contemplación, la contemplación fija y estática sobre no importa qué fragmento de la vida. La imagen así descubre toda su capacidad evocadora y polivalente. La fijación del encuadre, la inmovilidad, la lentitud son, sin embargo, la condición de esta poesía, de esta capacidad metafórica. Porque no se trata tanto de captar el mundo de las apariencias, sino de una puesta en extrañeza, un situar fuera de contexto.”
La fotografía, tratada o sin tratar, las postales, fotograbados, son otras formas artísticas que forman el corpus de la obra de Tacita Dean, quien reconoce que “son tanto un periplo emocional como un proceso investigador”, según recoge Miquel Navarro en su artículo titulado Tacita Dean, esquivar la ficción.
Interesante post, muy bueno el video.
ResponderEliminarrealmente poética la obra de dean!
ResponderEliminary esto me hace pensar como en el post anterior en la nueva iconografía, bastante cercana a lo instrocpectivo
un abrazo alfredo
CARLA: Es una obra que tiene infinidad de matices y eso la hace más que interesante.
ResponderEliminarSaludos!!
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SONOIO: Tiene mucho de viaje emocional el discurrir artístico de Tacita Dean.
Abrazos!!
Magnífica entrada,me ha encantado.
ResponderEliminarY ahora pienso también en la música
del vídeo, me resulta familiar, pero no recuerdo...y es preciosa.
Un beso.
A mí también me resulta familiar, y me ocurre lo mismo que a ti, que no soy capaz de ubicarla.
ResponderEliminarCiao!!