Ponernos frente a una obra de esta sudafricana siempre es una experiencia desconcertante, porque uno no sabe muy bien a qué carta quedarse, qué interpretación personal dar a esos dibujos o esos óleos en los que la incertidumbre, la duda, la falta de referencias, nos toman literalmente por asalto, a pesar de que notamos la fuerte expresividad que emanan sus figuras humanas que le sirven para hablar de la sexualidad, la religión, la maternidad, la infancia, el racismo, entre otros muchos asuntos.
Nacida mujer, blanca, en Sudáfrica en unos años en los que el apartheid estaba en pleno apogeo, Marlene Dumas nunca llevó bien lo de pertenecer a una minoría opresora de la mayoría negra, y cuando se marche a Holanda a seguir con sus estudios artísticos, ese bagaje de culpabilidad lo llevará con ella, e irá aflorando de forma periódica en la producción de esta artista.
Será precisamente en el país europeo, donde empiece su carrera internacional con una pintura, óleos y dibujos fundamentalmente, enormemente emocional hasta el punto de entrar en terrenos más propios del expresionismo, con unos motivos que suele extraer de fotografías, bien tomadas por ella o extraídas de revistas y periódicos. Son imágenes de sus familiares, sus hijos, amantes, pero también sacadas del mundo de la pornografía, puestas al servicio de una forma de pintar que muestra una gran honradez y compromiso con aquellos temas que interesan y preocupan a Dumas, quien ataca con fuerza los tabúes que existen alrededor de algunos de ellos.
Cuando llega a Holanda, en 1976, lleva consigo un bagaje cultural influido, como no podía ser de otra forma, por lo africano, pero también por lo oriental, de tal forma que no es difícil encontrar en su obra referencias a lo japonés, tanto antiguo como contemporáneo. Empezará haciendo dibujos, colages y objetos, para luego concentrarse en el dibujo y el óleo, para conformar una obra que también le sirve para poner ante nosotros la sensación de sentirse una extraña que tenía en su país natal.
“Se trata de un arte que busca continuamente el significado y la posibilidad de identidad personal, que atrae emocionalmente al espectador y le plantea un reto intelectual. La relación con el observador siempre está presente”. Eso dice Raimar Stange en el libro Mujeres Artistas de los siglos XX y XXI. Por un lado, Dumas toma fotografías, lo que supone captar una visión externa, objetiva, de lo que tiene delante, y eso luego lo lleva al estudio para darle forma de cuadro y convertir eso en un continente de la sensibilidad personal, en lo que podría ser un proceso de apropiación y transformación de una realidad preexistente.
Desde una gran simplicidad, Dumas dota a sus obras de un contenido misterioso, a veces, atemorizante, como si estuviera a punto de ocurrirles algo malo a sus personaje, con una pintura de una gran sinceridad, donde no hay nada que esconder. Otras veces, como en la serie The Cover Up, Dumas nos da su visión de la corrupción de la inocencia, de la explotación sexual de la infancia, un tema que no puede ser más que desasosegante. Niños a los que representa con cabezas fuera de la escala que les correspondería por su cuerpo, y es que la artista, como ella misma reconoce, no está interesada en una reproducción anatómica, sino que lo hace como lo hacen los niños en sus dibujos. Eso los dota de una apariencia extraterrestre, como si fueran visitantes de algún planeta desconocido, y eso lo lleva también al tema de la maternidad, al que no pinta como algo maravilloso, sino que lo lleva al terreno de lo aterrador.
“Sea cual sea el tema que trata Dumas, invariablemente evita un arte por el arte meramente superficial. En lugar de ello, representa imágenes sensuales, seductoras llenas de significado y abiertas a múltiples interpretaciones. Las ‘confusiones mentales’, como afirma la propia Dumas, son la reacción más positiva que podemos esperar”. (Raimar Stange)
Excelente....gracias por acercarnos a Marlene, no la conocía, y ahora me muero de ganas de ver más y disfrutar de su especial mundo.
ResponderEliminarSaludos
como siempre el mundo inagotable de la creación artistica y la expresión del mundo interior es algo que interesa e impacta, particularmente en este caso. Gracias por llevarnos de la mano hacia nuevos modos de expresar lo que el mundo interior de todos atesora, esconde, desconoce. un afectuoso beso, en esta mañana que supongo muy fría por ahí.
ResponderEliminarCARMENSABES: Para mí también es un descubrimiento reciente, pero el impacto que me ha causado es importante. Transmite un dolor muy profundo y que nos llega.
ResponderEliminarBesos!!
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CASANDRA: Ciertamente la mañana es fría y húmeda, pero como ya llevamos un par de meses así, uno casi que se acostumbra.
Esta artista deja aflorar, y seguro que así lo combate, esa zona en la que se ocultan miedos, tensiones, dolores. Vamos, la cara oculta de la Luna.
Un abrazo!!
Apasionada defensora del feminismo que le hizo famosa, fuerte en sus convicciones y en su visión e interpretación del arte. Sexualidad, erotismo, racismo y religión, y especialmente todo lo que constituye un tabú en relación con estos asuntos, son representados con brutal honestidad por la artista.
ResponderEliminarTe mandamos besos multicolores.
MILAGROS: Brutalmente honesta, buena definición para esta artista, y es que son muchas las que están en primera línea del arte contemporáneo. Más se irán asomando por aquí.
ResponderEliminarBesos!!
Otra desconocida para mi...realmente te mueves en un círculo muy interesante, seguro
ResponderEliminarque no te aburres nada ;-)
Abrazos blancos.
Bueno, no todo es maravilloso. Como decían las abuelas de antes: hay que besar a muchas ranas para encontrar un príncipe.
ResponderEliminarBesos!!