“Si no hubiera nada no se podría crear algo; pero no hay que pensar que crear algo es tapar un agujero, ¡el vacío no es un agujero, una ausencia!, es la posibilidad de crear.”
¿Qué hacer? Una pregunta sencilla en su formulación pero cuya respuesta se nos antoja ciertamente compleja. Una interrogación de apenas dos palabras, que esconde debajo de ella un mensaje que se puede entender desde cualquier punto de vista (social, político, sobre nuestra forma de ser y de actuar…). Esa es la pregunta que subyace en la obra del italiano Mario Merz, que pasa por ser uno, si no el más, de los genuinos representantes de una corriente artística englobada en la etiqueta de Arte Povera. Así la bautizó el crítico alemán Germano Celant, y en ella incluyó, además del propio Merz, a su mujer, Marisa, Giovanni Anselmo, Janis Kounellis, Pistoletto, Zorio, Penone y algún otro.
Un grupo heterogéneo en sus formulaciones artísticas, y que compartían una base en el uso de materiales pobres, desechados por una frenética sociedad de consumo y a los que estos artistas dotan de significado artístico y, si se quiere, de un contenido crítico hacia esa sociedad que los desprecia, que los considera deleznables y los convierte en elementos contaminantes. Al mismo tiempo, estos artistas utilizan como vehículos de comunicación formas que tienen poco que ver con las tradicionales, como podían ser el cuadro o la escultura y el dibujo, al mismo tiempo que buscan que su arte salga a la calle, entre en contacto directo con el espectador fuera de los espacios sacralizados para ello como son los museos y las galerías.
Centrándonos en Mario Merz, su llegada al mundo del arte estuvo relacionada con su detención en los momentos finales de la Segunda Guerra Mundial, después de que decidiera abandonar la facultad de medicina para unirse a un grupo de resistentes antifascistas llamado Giustizia e Libertà. Ese le llevó a la cárcel y será precisamente ahí cando empiece a dibujar casi de forma compulsiva, sobre cualquier tipo de superficie que tuviera a mano.
Pasado el conflicto, Merz inicia un camino experimental en el que empieza a utilizar elementos biológicos, con la intención de transmitir un mensaje de raíz ecologista. En la década siguiente, es decir, en los 60, empieza a atravesar objetos con luces de neón, con lo que conseguía dotarlos de un aura de la que carecían antes de caer en manos del artista, y que les da un aire trascendente, casi místico, colocándonos delante de unas obras en las que no es posible encontrar certeza alguna, y esto será otra de las claves de este artista italiano.
En 1968 Merz hace su primer iglú, en lo que terminó por convertirse en la pieza por excelencia de su producción y que le hizo conocido por el gran público. “Hice el iglú —declaró— porque quería abandonar el plano; además, el iglú era interesan te como idea de espacio absoluto en sí mismo, ya que no es moldeado, sino que es una semiesfera apoyada en la tierra. Y por último, al iglú se sumó el trabajo de escritura, que me pareció tan importante que quise que fuera una escritura estática, como puede ser darle forma de escritura al neón.” (Cita extraída del artículo Vuelta al mundo en 80 iglús, publicado por Daniel Molina en el diario argentino Clarín)
Con esos iglús, Merz está en el arranque del fenómeno de las instalaciones, y para construirlos utiliza un armazón metálico recubierto con diferentes tipos de materiales, como pueden ser el barro, el lodo, el vidrio, la madera u otros. Junto a ellos, y escritas con luces de neón, coloca frases co mensajes de carácter político. El iglú pone en comunicación dos espacios, el interior que tiene una connotación protectora, y el exterior, que es donde el hombre se convierte en un ser social y, por lo tanto, político. Otras veces intenta hacer llegar su mensaje o una metáfora conceptual, por medio de las matemáticas, por medio de la fórmula Fibonacci de progresión matemática.
“En el iglú no existen ángulos , no hay salientes, no hay líneas rectas. Es una casa pero al mismo tiempo es un lugar casi mágico que infunde un sentido de protección y que ciertamente despierta también sensaciones religiosas evocando de manera muy evidente la forma de la cúpula de las iglesias... En el iglú es como si el arte y la vida se fusionaran en una forma única. La única escultura posible es una auténtica casa”.
La primera en la frente, no me gusta, puedo entender que le tocó una época difícil, con apenas materiales y quizá necesidades vitales sin cubrir, aún así para mí la belleza es otra cosa.
ResponderEliminarJooooooo, calladina estoy más guapa , a que si????
Shsssssssssss
Efectivamente estos iglús son alucinantes. Además de todos es bien conocida la teoría de que las cúpulas de catedrales, etc. suelen atraer la energía cósmica al igual que las Pirámides de Egipto.
ResponderEliminarEste arte hay que mirarlo con otra optica distinta al convencional, se trata de revolucionar el pensamiento, la política, etc.
Besos multicolores de nuestra parte.
FUGA: De callarse nada de nada, y no hay que tener miedo a decir que algo no nos gusta. Yo reconozco una cierta debilidad por la obra de este hombre, y esa pregunta que le sirve de guía: "¿Qué hacer?"
ResponderEliminarOtro artista que me abre interrogantes y me deja que busque yo las respuestas. Otra cosa será que las encuentre.
Besos!!
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MILA: De acuerdo contigo en que este tipo de manifestaciones artísticas hay que verlas desde parámetros menos convencionales. Probablemente, contemplarlas en términos de conceptos como lo bello, no sea lo más adecuado, cuando el mensaje prima sobre conceptos de ese tipo.
Besotes!!
Ya podrían traer este tipo de arte a mi ciudad...algo hacen pero poco... Claro que siempre se torna difícil encontrarle sentido a estas creaciones aunque yo siempre le encuentro algo. La imaginación al poder...qué seríamos sin ella...
ResponderEliminarBesotes!!
no se si busco belleza, o respuestas o dudas, pero el artista, que podemos ser todos, a veces tenemos un nudo en el estómago o en el alma, y de alguna manera necesitamos sacar para afuera esa sensación fuerte que nos ataca. Lo tomo como ese mensaj. Me puede gustar o no, pero capto su fuerza, sus ganas y necesidad de decir algo, que puede ser verdaderamente atroz.
ResponderEliminarEn todos caso, siempre gracias por lo que nos regalas en tu blog. un abrazo
MONIK: Muestras de este tipo en España sólo pasan por Madrid, Barcelona, Valencia o Bilbao, así que los que no vivimos en uno de esos sitios tenemos que conformarnos con lo que nos va llegando o viajar.
ResponderEliminarLas obras de arte nos hablan, sólo tenemos que pararnos a escuchar, y la imaginación es algo fundamental.
Abrazos!!
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CASANDRA: La comunicación es algo que todos los humanos sentimos con especial fuerza, y esa comunicación tiene múltiples canales para desarrollarse: el arte, la escritura, el sexo, la palabra... Lo importante también es pararse a escuchar al otro.
Besos!!
...es cierto, el sexo puede ser arte, expresión de tantas cosas, cuando bellamente se practica. Si hay algo que en grado sumo este espacio me ha potenciado, es la sensibilidad y la emoción. No quisiera pensar que no se escuchar al otro, porque solo el otro puede completar lo que incompleto habita en mi.
ResponderEliminarUno de mis artistas favoritos, me encanta, puedo estar horas observando sus obras..
ResponderEliminarTe enlazo en mi blog, el tuyo tiene muy buena pinta
Muchas gracias por el detalle. En breve te devolveré visita.
ResponderEliminarUn saludo.
Genial. Acabo de leer sobre Mario Merz en el libro "Guerra y guerra", de Laszlo Krasznahorkai. Como el libro me encantó, salí a buscad más sobre Merz. Me gustó tu texto. Saludos.
ResponderEliminarGracias por tu comentario. No conocía el libro que mencionas pero me pondré a buscarlo.
ResponderEliminarSaludos!