A lo largo de los 85 minutos que dura la película, su director (que también firma la magnífica Conversaciones con mi jardinero) le va largando al espectador una serie de directos al hígado, para dejarlo totalmente noqueado al final. Menos de hora y media para contarnos la historia de la dificultad de enfrentarse a momentos que cambian radicalmente las coordenadas vitales del personaje, Antoine, interpretado por un magnífico Alberto Dupontel, quien un día se decide a romper con la comodidad de su vida de publicista de éxito, felizmente casado y con dos hijos estupendos.
La película tiene un arranque delirante, con una reunión en la agencia de publicidad con un cliente fabricante de yogures, que nos arranca directamente la carcajada, para luego llevarnos a un momento de una gran ternura, y lanzarnos de lleno en las aguas de un drama que va in crescendo, y apenas aliviado por algunos momentos de comedia.
Como espectadores sufrimos con el cambio de actitud del protagonista, cuando vemos que se vuelve contra todo y contra todos, sin que terminemos de entender el por qué de esa actitud en un personaje que aparentemente lo tiene todo. Antoine descubre que en realidad su vida es una gran mentira, como la de todos sus presuntos amigos, a los que echa en cara toda su falsedad, con una actitud cínica y agresiva de la que no se libran ni su mujer ni sus hijos pequeños. Según va avanzando la película descubrimos los motivos que tiene para comportarse como lo hace, ya ahí ya no sabemos si comprenderlo o condenarlo, porque hay motivos para tomar cualquiera de las dos posturas.
El reencuentro con su padre, va a marcar el punto en el que empezamos a comprender los motivos del personaje para tomar la actitud que toma, y que vemos que no es muy distante a la que su progenitor tomó unos cuantos años antes, con el denominador común del miedo a enfrentarse a una situación dolorosa.
El guión, basado en la novela Deux tours à tuer de François d’Epenoux, nos va llevando hacia profundas reflexiones acerca de la realidad en la que nos encontramos inmersos, obligados a conseguir una serie de cosas que serán las que marquen si nuestra vida es un éxito o un fracaso, y de tanto perseguir espejismos nos olvidamos de vivir, metidos como estamos en una carrera hacia la futilidad.
Una película que se agarra a las entrañas, en la que el director va dosificando los golpes que nos lanza directamente al hígado, para que al final nos veamos obligados a tirar la toalla, y rendirnos con armas y bagajes a una historia que discurre sin alardes pero de una forma tremendamente efectiva.
Se nos olvida vivir y el tiempo pasa.
SENTIRSE VIVO, VIVO DE VERDAD. Acabo de ver el trailler y ya quiero ver la película. La búsqueda eterna de un porqué, de un para qué, de un cómo... un abrazo (ando buscando yo también las coordenadas)
ResponderEliminarHola Alfredo!!
ResponderEliminar¿COMO TESTAS? Supongo que bien yo así te lo deseo.
Al fin ya estoy dando vueltas después de cinco semanas, aun sigo en el mismo sitio y no se sabe hasta cuando, pero ya llevo cuatro dias que me encontraba mejor y sentia necesidad de visitar a los blogs amigos.
De la pelicula no voy a comentar... hasta que la vea que ya estoy, como dicen hace tiempo "en ello" entonces opinaré, segun la describes es de las que me pueden gustar.
En casa somos cinéfilos perdidos todos.
Y también nos gustan mucho las bandas sonoras de las películas, segun el tema claro!!
Te doy un fuerte abrazo acompañado de un beso, nos vemos.
CASANDRA: Ya me contarás que te ha parecido. Esta es una película que te deja un estado de ánimo bastante especial. El comentario lo escribí ayer nada más llegar a mi casa después de ver la película, así que no está muy elaborado, y no comento la carga de crítica social que tiene, especialmente hacia una burguesía que esconde sus miserias detrás de bolsos de Gucci, o de coches estupendos, y que viven en una ficción absoluta.
ResponderEliminarBesos!!
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GATA: Qué bueno que volviste. Eso significa que te vas recuperando y eso es una buena noticia. Si sois cinéfilos seguro que os va a gustar, si os gustan las historias simples, de la vida cotidiana, con mucho diálogo y poca acción porque no hace falta.
Abrazos!!
Muchas gracias por tus recomendaciones culturales porque son joyitas todavía por descubrir por la gran masa y eso me gusta. Creo que ya tengo apuntado en rojo la próxima salida al cine y será para poder ver esta película que promete. Gracias por contar pero no desvelar el final.
ResponderEliminarTe mandamos besos de otoño.
Muchas gracias. No sé por ahí si habrán estrenado o no comercialmente esta película, aquí nos ha llegado gracias al ciclo de Cajastur con varias películas que no llegaron a las salas comerciales en Asturias. También os recomiendo Conversaciones con mi jardinero, del mismo director.
ResponderEliminarAbrazos!!
Para empezar no me gusta el título, todos/as queremos que nos quieran , o no????, pobre de la persona que no se sienta querida, sufre el peor de los males.
ResponderEliminarCon tu descripción apetece mucho ir a verla, tomo nota, pero si es de llorar no eh???, me da mucha rabia que me hagan sufrir, ya la vida diaria es dura como para ir a llorar al cine, yo voy para disfrutar y durante el rato que dura olvidar todas las tragedias del mundo. Muchas veces he salido con un nudo en el estómago y eso perjudica mi salud :-(
Un abrazo cinematográfico.
Tiene sus motivos para intentar que todo el mundo deje de quererle, y si no te gusta ir al cine a salir con mal cuerpo entonces esta película te vale más no verla.
ResponderEliminarBesos en 36 milímetros!!