Este arquitecto norteamericano está, por derecho propio, en un lugar destacado del panteón de los arquitectos más importantes de la historia, entre otras cosas, porque partiendo de un ambiente decimonónico, con esquemas heredados del neoclasicismo y del estilo victoriano británico, en ningún momento siente apego por esos esquemas trasnochados para abrir una serie de puertas fundamentales cuyas sombras todavía se proyectan en la arquitectura del siglo XXI.
Sus estudios universitarios transcurrieron en la Universidad de Wisconsin, en la que siguió cursos de ingeniería. Con 20 años empezó su aprendizaje en el estudio del arquitecto Silsbee, desde donde pasaría, como delineante, al Dankmar Adler y Louis Sullivan. A éste último, Wright siempre lo consideró como su auténtico maestro, y en 1893 abrió su propio estudio arquitectónico en la ciudad de Chicago.
Allí empezará a desarrollar un estilo que no se entiende si no tenemos en cuenta algunos principios. En primer lugar, el apego que Wright siente por la tierra fruto de las estancias y el trabajo en la granja familiar de Wisconsin, será la base de su compromiso con la integración de los edificios en el paisaje, algo que valora y que transforma pero siempre desde un profundo respeto. La sensibilidad cultural de sus padres, ambos profesores, le dio al joven Wright una formación a la europea y una visión amplia de la compleja sociedad norteamericana en la que luego desarrollará su obra.
La formación de su propio estudio le permitió empezar a desarrollar todas sus ideas con total libertad, y empezar a diseñar las viviendas unifamiliares que serían uno de los pilares de su éxito. Serán las llamadas Prairie Houses (Casas de la pradera), que desarrolló entre 1900 y 1911. Ahí Wright experimenta con una serie de planteamientos absolutamente novedosos para el momento, destacando la excelente integración de los edificios en medio del paisaje, ya no son elementos que se imponen al espacio que los rodea, sino que se convierten en un añadido que se funde con el entorno.
Naturaleza con la que Wright mantenía una relación próxima a lo místico, ya que consideraba que el bienestar del ser humano logrará una mayor plenitud personal, espiritual y física, cuanto mayor sea su relación con ese elemento. Lo que pretende este arquitecto es que “el ser humano experimente y participe de las alegrías y maravillas de la belleza de la naturaleza” (Bruce Brooks Pfeiffer).
La estancia central de la vivienda será le que albergue la chimenea, y a su alrededor se organizarán el resto de habitaciones, las cuales se convierten de la mano de Wright en espacios abiertos, lo que se traduce en una suerte de espacio continuo apenas roto por algunos muros compactos reducidos a lo imprescindible. Las zonas se diferencian unas de otras por medio de materiales ligeros o por techumbres a diferentes alturas, lo que genera una planta del edificio muy libre, liberada de los antiguos corsés decimonónicos. Todo ello sin dejar de lado el uso de nuevas técnicas de construcción como los elementos prefabricados de hormigón, o las nuevas concepciones en los sistemas de iluminación indirecta o el aire acondicionado.
En 1910 viaja a Europa con motivo de la publicación en Alemania de sus proyectos, que fueron muy bien acogidos por sus colegas europeos empezando la influencia que Wright propagó por nuestro continente, especialmente en Holanda, donde el movimiento De Stil estaba empezando a dar pasos en la dirección de introducir la vanguardia en la construcción de edificios.
Un arquitecto capaz de realizar edificios pesados, esculturales, que luego convertirán esas formas rotundas en plasticidad, en espacios dinámicos, definidos en obras de enorme ligereza, que parecen no pesar sobre el suelo. Obras modestas al lado de otras tremendamente espectaculares como puede ser la archiconocida Casa de la Cascada, o el Museo Guggenheim. En todos ellos el elemento central es el hombre, los valores humanos que hay que colocar por encima de todo.
“La humanidad está por encima del instinto. De esta luz interior nace la imaginación humana, crea y muere, pero sigue viviendo como luz de vida si estaba viva en el hombre. Ilumina al espíritu, tanto que su vida misma es esa luz e ilumina a otros. Las afirmaciones de esta luz en la vida y en la obra humana es la verdadera felicidad del hombre” (Frank Lloyd Wright)
Un gran hombre pena que la vida se termine cuando aun queda mucho por hacer sobre todo estas personas tan insignes para el mundo moderno.
ResponderEliminarRecibe unabrazo de esta que te escribe.
P.D.Un gran post.
Cuando fallece una persona de gran potencia creativa, como es el caso, siempre tenemos la sensación de que con ella se marcha algo más que una vida.
ResponderEliminarGracias por el elogio, por la visita y el comentario.
Abrazos!!
Que arte!! quien tuviera ese talento!! es el Guggenheim?
ResponderEliminarbeso!
Lore
te traigo un regalo: pasa por mi blog. besotes
ResponderEliminarHola Alfredo,
ResponderEliminarHe disfrutado mucho leyendo este post, entre otras cosas porque soy amante de la arquitectura.
Conocí la obra de Wright hace muchos años, siempre me apasionó la imagen de la casa-bosque que está en la tercera foto que nos traes comenzando por arriba.
Es una casa tan especial, recuerdo que hace muchos años soñaba con vivir en ella, la imaginaba por dentro y la verdad lo pasaba genial soñando con el entorno.
Integrar la naturaleza en nuestras vidas es algo maravilloso, a quién no le gustaría vivir en una casa-bosque de esas, toda una filosofía como la que nos dejó Wright.
Un abrazo,
Estel J.
Siempre un gusto que dejes huella de tu paso por este lugar diverso. Efectivamente, Wright fue un gran creador de belleza con sus casas pensadas para embellecer el ambiente cotidiano en el que nos tenemos que mover.
ResponderEliminarAbrazos transoceánicos!!
Creo que Wright la gran formula es que Èl era un gran observador, el mejor seguro de este lado del oceano
ResponderEliminary unos de los mejores cinco sin dudas.
De ese lado del océano han salido muchos buenos arquitectos, sin duda ninguna, pero es verdad que la obra de Wright es muy especial, y yo destacaría la incardinación que consiguen sus edificios con el entorno natural.
ResponderEliminarUn saludo y bienvenido.